LA MEDIDA DEL VALOR
Vivir en una economía inflacionaria es complicado y estresante, pero ¿es realmente el dólar una buena medida del valor?
Vivir en una economía inflacionaria es complicado y estresante, pero ¿es realmente el dólar una buena medida del valor?
Pierden los asalariados y los jubilados, pierde el comercio por la caída del consumo, quiebran numerosas pymes y unas cuantas empresas multinacionales se van del país, cae el PIB, la inversión se derrumba… ¿cuál es el sentido de estas políticas?
En su discurso anual en 1944, manifestaba una fuerte voluntad de promover la felicidad del pueblo norteamericano, sin exclusiones. La prosperidad generalizada se sostuvo durante 4 décadas, pero a partir de 1981 las políticas neoliberales que continúan hasta hoy, hicieron que muchas personas padezcan hambre y una mayoría carezca de varios de estos derechos que, para Roosevelt, eran inalienables.
A fines del año pasado, el pueblo argentino le dijo basta a 48 años de frustraciones.
Por cuarta vez estamos transitando un gobierno neoliberal en Argentina. Los efectos de estas políticas son fáciles de prever. No hay que ser adivino, sólo hay que conocer la historia económica argentina.
Las Letras de Liquidez representan deuda del Banco Central (BCRA) con los bancos para sacar de circulación el exceso de pesos que hay en la economía, guardándolo para que no genere inflación y no se use.
Continuando con el tema del acuerdo para el desarrollo al que nos hemos referido en julio y agosto pasados, entendemos que debiera contener, además de lo ya dicho, políticas para controlar definitivamente la inflación, como hicieron ya casi todos los países del mundo.
Todos los precios son importantes, pero hay uno que, podríamos decir, es “el precio de los precios”: el tipo de cambio, que es la relación de nuestra moneda con las divisas extranjeras.
Argentina puede y debe alcanzar su desarrollo, entendido éste como un crecimiento sostenido durante muchos años, basado en las actividades más competitivas que podamos desarrollar en la industria, la economía del conocimiento, los servicios, la ciencia y la tecnología, el agro y la minería, procurando una distribución del ingreso tan igualitaria como sea posible.
El desarrollo económico argentino, a más de dos siglos de nuestra independencia formal,
sigue pendiente: alternando entre gobiernos de subordinación colonial y gobiernos progresistas que nunca acertaron a generar un desarrollo duradero.