El 11 de junio se vota en Corrientes para renovar la legislatura, 15 diputados y 5 senadores, concejales en la mayoría de los municipios. Esto indica, sin mirar mucho el cronograma electoral, que el 11 de abril cierran las inscripciones de alianzas o frentes electorales y el 22 de abril la inscripción de candidatos.
Por lo que se escucha en reuniones de compañeros peronistas, algunas de las agrupaciones internas muestran “optimismo” (así entre comillas), estaría pronta la conformación de un espacio electoral similar a lo que hoy es el Frente de Todos y la “unción acordada” de candidatos para las próximas elecciones generales.
Algunas agrupaciones internas (orgas como les llamamos ahora), cada una por su lado hacen su militancia, hasta ahora afuera del negocio de pocos. Institucionalmente el Partido no existe, por más que se utilice su sede para algunas reuniones. Nula presencia institucional partidaria opinando de políticas públicas del gobierno provincial o debatiendo con los legisladores cuál es la posición política más adecuada. Algunas voces aisladas, nada contundente. El interventor no está, no aparece. Pareciera que el compañero Zabaleta está en otra sintonía o le interesa poco lo que pasa en Corrientes. Su accionar no convence ni siquiera a los que de su decisión dependen, casi ningún peronista lo registra. Ni siquiera administra, nos cortan la luz, nos clausuran una obra que no se está realizando. Su dedo no alcanza, no tiene poder convincente. Y después va a trasladar la culpa de lo que no hizo a la dirigencia local, que por cierto, no es ajena a la responsabilidad.
Una elección es mucho más que poner candidatos, asegurar fiscales y un mínimo de movilidad. Debe haber posiciones políticas, definiciones, propuestas, básicamente un proyecto. No pueden burlarse las aspiraciones que reclaman las bases del Movimiento, que exigen una estructura interna capaz de contener la unidad conceptual del Peronismo, bajo una conducción ejercida por los más representativos y capaces.
Los cuadros y militantes peronistas en Corrientes no tenemos un norte posible que nos invite a movilizarnos para romper la atonía actual, que dispersa y detiene la acción de conjunto. La causa de la proscripción a Cristina no alcanza para el 11 de junio, hay que competir contra la dupla Colombi / Flinta y la billetera del gobierno.
Tenemos establecido que estratégicamente somos un Movimiento de Liberación Nacional, esta aclaración debe servirnos para comprender el sentido de los agrupamientos internos que componen el Movimiento y finalmente deben confluir, por necesidad electoral, en el Partido o en el Frente que éste conforme. Porque en última instancia, ahí es donde todos estaremos contenidos, todas las agrupaciones de base y también, por qué no, aquellas que con poca base y mucha superestructura pretenden erigirse en quienes legitiman a los compañeros que deben cumplir las diferentes funciones.
Es posible hasta que logren conformar un Frente de Unidad, permítaseme la duda, creo habrá por lo menos dos. Puede también que se queden con cargos, canonjías o pequeñas estructuras de poder que al final no sirven para nadie, nada más que a la dispersión y terminan jugando para el enemigo político. “El grupo es doblemente grupo”.
Enseñaba Perón que el mandato representativo tiene características ascendentes y la conducción debe tener sentido vertical de arriba hacia abajo. Esto no es sólo metodología, es inteligencia política expuesta por el Conductor. Hay que mirarse en el espejo detenidamente y nos ha de devolver la imagen del PJ correntino, como si nada hubiera pasado desde la ultimas elecciones del 2021, las mismas falencias, la misma dispersión, tal vez peor. Muy poca autocrítica, la mayoría de “la nueva” dirigencia no sabe de qué se trata, tiene los mismos vicios y algunos peores que “la vieja”.
Pensar en pedir un cargo mayor para negociar uno menor o proclamarse candidato para posicionarse hacia adelante no le sirve a nadie; como tampoco le sirve al peronismo aquél que, ocupando hoy una banca o una posición de privilegio otorgada por los compañeros, no esté en la primera línea poniendo la cara y hasta sacrificando posicionamientos. Si no aprendemos que los cargos no son para cubrir apetencias personales sino para satisfacer intereses del conjunto, no estaremos ofreciendo alternativa de poder para ningún correntino.
No es posible repetir errores que nos han llevado de fracaso en fracaso.
La intervención partidaria, no es judicial, meramente instituyente. Es política, designada por autoridad política, nada menos que por el Presidente Fernández, se supone con trayectoria militante y debe conducir no solo hacia la conformación de un frente o a el acto eleccionario, sino hacia la unidad. Como las internas no se realizaron, todos/as estamos con muy poca, casi nula, legitimidad. La unidad o lo más que se pueda de ella, solo se construye en esta instancia con trabajo, buscando consensos, administrando disidencias, en definitiva, con el ejercicio del poder. Creemos que el Interventor no está en capacidad de lograr la unidad. Reunirse en Buenos Aires con un puñado de dirigentes es un ejercicio inútil, una provincia con 74 municipios en los cuales el peronismo tiene representación requiere un esfuerzo mayor.
El poder en el peronismo debe entenderse como un ejercicio de persuasión para convencer al otro de tal manera que no sienta violentados sus principios y convicciones, que pueda entender que este no es su momento, que ya cobró, que toca a otro. Hay que reducir razonablemente, los riesgos posteriores. Lo que debe pensarse en la realización de los consensos, es que una cosa es el acuerdo, alianza o concertación en pos de la unidad y una muy diferente es el contubernio, que sirve a muy pocos y, en definitiva, como demuestran las experiencias anteriores, en vez de acercarnos al poder, nos alejan del mismo.
Estamos hablando de política, de la necesidad de la toma del poder para la realización de ideales y por tanto el pensamiento y el accionar deben estar puestos en el conjunto, en la necesidad de consolidar el Movimiento, de evitar actitudes disolventes o alentar la división.
El Peronismo no puede entenderse como una singularidad, ni un bien personal, ni propiedad, ni herencia vacante. El Peronismo debe entenderse como estrategia comunitaria, no solo para los peronistas sino para todos los argentinos. No es un club de amigos. Por ello los objetivos individuales, de ser necesario, deben ser ofrecidos en generosa renuncia. Evita nos enseñó el camino, Cristina lo siguió. Las faltas de altruismo, en nuestro movimiento finalmente son sometidas al sacrificio. –