Indagamos aquí acerca de la relación entre el soberano consumidor, como sujeto que sirve de soporte al tipo de Estado tecnocrático-administrativo neoliberal y la ausencia de conflicto, particularmente por las características de este nuevo tipo de subjetividad: falta de empatía, vínculo narcisista con el objeto y pérdida de responsabilidad en el contrato electoral.
Es habitual en el momento actual, escuchar impunemente despotricar en contra de la justicia social. Un breve análisis de la legislación mosaica en clave de justicia social podría hacernos sopesar, tal vez, las consecuencias de semejantes desvaríos.
Se achica el Estado, baja el gasto público, tomando como chivo expiatorio del desguace al empleado público.
En medio de un inédito manejo de la agenda política vía redes sociales, la Corte Suprema de Justicia de la Nación es llamada a entrar al ruedo. Se apresuran los tiempos, se acaba la feria judicial mientras a la vuelta de la esquina esperan marzo y abril, expectantes.
Milei fue invitado como expositor en el aniversario del Club de la Libertad de Corrientes con la intención de lograr una consolidación ideológica creando su propio relato del modelo libertario.
En estos tiempos distópicos el Estado está puesto en cuestión: el estado de derecho, más precisamente. La pregunta es si la democracia también lo está. Porque, en la modernidad, estado de derecho y democracia fueron urdiendo una misma trama histórica.
El modelo de democracia de mercado, con el soberano consumidor, cruje ante la concentración económica. El problema de la inflación en el rubro de alimentos, ante la ausencia de regulación, y el impacto social del argumento consistente en evitar el consumo si se incrementa el precio.