CINCO DIAS DE HISTERIA POLÍTICA
La marina conspiraba desde 1951. Los sucesos del Corpus Christi y la quema de la bandera fue para ellos como la gota que rebalsó el vaso. Decidieron intentar un golpe para matar a Perón.
La marina conspiraba desde 1951. Los sucesos del Corpus Christi y la quema de la bandera fue para ellos como la gota que rebalsó el vaso. Decidieron intentar un golpe para matar a Perón.
Un precedente para la reconstrucción del Genocidio Indígena en Argentina.
No era una sociedad de beneficencia, sino una herramienta política para acercar un paliativo a donde no podían llegar todavía las leyes laborales y los planes quinquenales.
Evita aceptó las responsabilidades que su condición de esposa del Presidente le imponían y en ningún momento dejó de cumplirlas. “Newsweek” le advertía al mundo que “nadie tiene tanta influencia sobre su líder, como su mujer, la cual se está convirtiendo rápidamente en la mujer detrás del trono”.
Con quince años, Eva Duarte se fue a Buenos Aires para triunfar como actriz, como la canadiense-estadounidense que interpretaba a mujeres valientes y liberadas.
“Al defender a los que sufren y trabajan para amasar la grandeza de la Nación, defiendo a la Patria en cumplimiento de un juramento en que empeñé mi vida y la vida es poco cuando es menester ofrendarla en el altar de la Patria…. Trabajadores únanse, sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos” (J.D.PERÓN. 1945).
Evita dijo que el gobernador Domingo Mercante era “el corazón de Perón”, pero algo ocurrió. Dentro del propio gobierno pasó a ser mala palabra y se desató una campaña contra él y sus colaboradores que fueron perseguidos, denunciados y encarcelados.
“El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina D. Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de República, contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla” (de la cláusula tercera del testamento del Gral. San Martín)