Tras la derrota del Frente de Todos en las urnas y el cambio de Ministros, comenzaron los análisis, para abordar las causales en profundidad y tratar de encontrar soluciones, para posicionarse de manera más efectiva en lo inmediato y también mirando hacia el futuro.
Esa gran conformación política, FdT, que contiene a la mayor parte del peronismo, se encuentra hoy en un momento de gran incertidumbre. Luego de la dura derrota en las PASO de septiembre en unos comicios que parecían bastante fáciles de ganar de acuerdo a los encuestadores, opinión que nunca compartimos; ahora hay que tratar de evitar repetir el traspié de la interna, para la elección legislativa general de medio término del 14 de noviembre. Cualquier fantasía que los peronistas pudiéramos tener de que recordar el desastroso gobierno de Mauricio Macri bastaba, junto a la vacunación para obtener un triunfo no se materializó y ahora es nadar contra la corriente en el poco tiempo que queda para revertir el resultado.
En las elecciones de septiembre pasado, un Cambiemos ahora llamado Juntos, que no es más que Macrismo remozado, integrado igual que antes por Propuesta Republicana (Pro), la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica de Carrió, logró consolidarse en sus territorios y expandirse desde sus bastiones del centro del país hasta supuestos baluartes peronistas como las provincias gobernadas por el PJ o FdT y tal vez lo más preocupante para el peronismo sea que el Macrismo puede estar en el camino de solidificar su control sobre lo que era el territorio inexpugnable, el baluarte, la última frontera, el reducto: la provincia de Buenos Aires.
No es la primera vez que sucede, Néstor Kirchner perdió en la provincia de Buenos Aires las elecciones de 2009, también se perdió en 2013, 2015 y 2017; en esta última, Cambiemos le ganó nada más y nada menos que a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner con una lista encabezada por dos candidatos con escaso lustre: Esteban Bullrich ex menos que mediocre Ministro de Educación y Gladys González, una dirigente asociada a la denuncias de manejos indebidos de fondos. ¿Será que en todas esas oportunidades se pagó el error de dar poca participación a los intendentes, “Barones del Conurbano”, al Partido Justicialista, a los trabajadores organizados (CGT, CTA), a los movimientos sociales? ¿Se trató de conquistar voto ajeno y se olvidó del propio?
De consolidar el control sobre “la provincia”, Cambiemos / Juntos intentará replicar allí lo que logró con María Eugenia Vidal, con otra cara, y hacer con el peronismo lo que hizo en la Ciudad de Buenos Aires con el radicalismo, no solo acabó con el anterior poderío del centenario partido radical sino que demostró que puede ganar y controlar aún los barrios “peronistas” del sur de la ciudad.
Pero el desafío del Peronismo, sobreviviente de intentos de eliminación por vías violentas y dictatoriales, a esta altura parece ser no sólo electoral sino existencial. La subsistencia está absolutamente ligada a la confirmación ideológica en el discurso y en la práctica. El Peronismo es lo que Perón dijo que era y cualquier “modernización” o “trasvasamiento”, debe hacerse en base a esos principios. El Peronismo no nació para ser un progresismo complaciente del “país burgués”, para eso ya está Cambiemos, Juntos o macrismo. El Peronismo puede subsistir, crecer y gobernar retomando el camino señalado por sus fundadores. Porque los conceptos de desigualdad e injusticia no han cambiado.
Si bien el panorama pareciera desolador, a los que desde siempre están en la búsqueda de la muerte del Peronismo, les tenemos una mala noticia, no va a desaparecer como fuerza política determinante en la Argentina, puede matizarse ser más o menos arrollador, pero es la única posibilidad de un proyecto Nacional Popular contrario al Neoliberalismo, que lucha en sus bases y principios por mayor igualdad, independencia y soberanía. Solo eso ya lo hace revolucionario, inmortal y en esta democracia liberal, electoralmente competitivo. Más allá de que quienes militan o simpatizan con el Peronismo, no parecen estar dispuestos a premiarlos con el voto si se distancian demasiado de lo que doctrinariamente son cuando les toca ser gobierno y sus diferencias respecto de Cambiemos parecen más asociadas con cuestiones de forma que de fondo.
El principal dilema en el que habita el Peronismo desde diciembre de 2019 es cómo combinar las responsabilidades que le competen en esta hora: gobernar sus distritos, gobernaciones e intendencias y la nación dentro de un Frente en el que conviven sectores a los que les cuesta tener una coordinación personal y mucho más les cuesta tener una conducción única. En las PASO se impusieron candidaturas decididas en alguna mesa bajo reglas por pocos conocidas, cometiendo el error, de que porque se decidió en una “mesa de Unidad” serían competitivas. Se eliminó el mecanismo para el que las PASO fueron creadas. Se castigó al compañero que legítimamente pretendía competir, el resultado fue desmovilizar a ese espacio, grande o pequeño pero que en la suma de todos los distritos se hace definitivo. El Peronismo premia los éxitos así como castiga los fracasos, la derrota puede ser peor que la traición. La esperanza está en que enfrente está la más descarnada de las miserias políticas, el macrismo neoliberal. Es responsabilidad del gobierno explicarlo y mostrar las diferencias.-