Aprincipios del siglo 21, de la mano de líderes populares, Brasil, Bolivia, Venezuela, Uruguay, Ecuador, Nicaragua y Argentina marcaban, con distintos matices, un cambio de época que desplazaba al paradigma neoliberal, retornando el Estado y la política a ser protagonistas en el devenir histórico de los pueblos.
Néstor Kirchner, Fidel, Lula, Rafael Correa, Evo Morales, Hugo Chávez, Fidel entre otros marcaban el rumbo que parecía un destino inexorable y manifiesto. Mas no era así, la derecha que no sabe de resignaciones ni acepta pacíficamente las derrotas, entra en un período de reorganización armando novedosas maneras de intervención imperial y retorno al poder.
Ya no sirven los esquemas dictatoriales de las décadas anteriores, ya no existía la guerra fría que justificaba las intervenciones militares en los territorios repartidos por las superpotencias. Había que “resetearse”, reinventar nuevas estrategias de confrontación. Por un lado, aparecen los llamados “golpes blandos” o “golpes institucionales”, así suceden los golpes a Fernando Lugo en Paraguay y a Manuel Zelaya en Honduras, la infinidad de intentos en Venezuela a la que le nombraron un Presidente que nadie reconoce. El golpe a Dilma Rouseff con el nombre impeachment, proceso caricaturesco que no podía terminar de otra manera que con un truhan en el poder y Lula preso.
Por otra parte las amenazas destituyentes no terminan ahí, el avance de los procesos populares en la región supuso una nueva distribución del poder con el fortalecimiento de sindicatos y movimientos sociales que reclamaban y obtenían ostensibles mejoras, así la derecha en su reconfiguración recurren (entre otros métodos) a las amenazas de los fondos buitres, corridas cambiarias y el loockout de las patronales agrarias como las sufridas por el gobierno de Cristina en su momento y el de Alberto ahora con el intento de golpe de mercado intentando llevar a la Argentina al default de su deuda en pesos, promoviendo el aumento desmedido del dólar, un intento de lockaut patronal por parte de dueños de camiones y también un paro de comercialización por parte de la “mesa de enlace agrigorila”. La Nación+ Macri publicó que Alberto Fernández había renunciado.
La derecha, al innovar sus tácticas de confrontación, construye una multiplicidad de conflictos procurando el desgaste en la cual, no sólo alcanza con la violencia física (caso del camionero muerto), sino que la cuestión simbólica se torna un elemento significativo. Recapitulando, es una derecha que por un lado ensaya distintos métodos para destituir y condicionar a los gobiernos populares, y por el otro, se hace con un “proyecto electoral” mentiroso levantando muchas veces consignas y términos progresistas para confundir y posicionarse en mejores condiciones en la disputa institucional.
La derecha remozada en figuras y métodos, logra instalar, especialmente en sectores medios, la percepción de que aquello que ya se ha obtenido es producto de esfuerzos individuales y no de políticas de un Estado presente, no se recuerda que la casa propia se debe a un plan Procrear o que el auto es merced a un crédito con tasas bajas o sin intereses o que los mejores niveles de consumos como el equipamiento de la casa y la ropa que lucen es por ahora 12 y en muchos casos las vacaciones por el plan Pre viaje. Que en medio del encierro pandémico se entregaron millones de IFE, ATP, créditos blandos para las PYMES, el plan REPRO para ayudar a pagar salarios y tantas otras cosas. Ah!!! casi me olvido que se vacunaron contra el Covid gracias al desenfrenado trabajo del Presidente y su equipo sanitario.
Desprestigian a la política como herramienta de transformación y participan descaradamente de ella en nombre del mercado y de las libertades (en realidad no ponen directamente la cara, tienen sus personeros). Utilizan los medios y temas importantes terminan siendo banalizados, de tal manera parece que todo fue una mentira y de nada sirve comprometerse. Corrompen todo, especialmente la comunicación donde el cambalache es más notable, da lo mismo rey de bastos caradura o polizón, a Jorge Alemán pretende contestarle un tal Feinmann (no el que escribía libros, éste los deshonra). Ni hablar de una desteñida que aparece por TV, para que no nos digan misóginos.
Fetichizan lo privado y en su relato en apariencia post moderno construyen un individuo vacío, en que, las relaciones humanas no son de solidaridad sino de hipócrita competencia, generan una subjetividad que desplaza las expectativas comunitarias. Las estrategias comunicacionales instalan temores sociales, la corrupción de la política y justifican las desigualdades. El Estado solo debe proveer ORDEN. Para ampliar este tema que excede la posibilidad de una nota recomendamos recurrir a: Calloni, Stella (2008): “Contrainsurgencia informativa en la Guerra de Baja Intensidad”.
El terrible e impiadoso ataque mediático-judicial para desacreditar y estigmatizar a líderes populares evidencia una estrategia que busca disputar la memoria colectiva. “No existen memorias neutrales, las memorias son plurales y a su vez luchan por imponerse de manera hegemónica en la sociedad” Pilar Calveiro (2008): “Los usos políticos de la memoria”.
A las estrategias de la derecha, los sectores progresistas y populares del continente y especialmente de Argentina deben ofrecer una estrategia contraria e igual de potente para contrarrestar la guerra, grieta o división que pretenden imponer. Hay que trabajar la idea y llevarla a la acción en los medios, en las redes y fundamentalmente en la calle, para vencer a la derecha hay que arrebatarle el poder político. Así fue la propuesta de Cristina cuando impuso a Alberto como Presidente, estaba saltando la conflictividad de los sectores populares y del propio peronismo para proyectar un Frente que permita entablar la batalla contra el poder de la derecha que pretendía perpetuarse.
A muchos no les gustó la propuesta de la ex Presidenta, desconfiaban. Pero cabría responderles con el propio Néstor: “¿Y a quién querés que ponga, al flaco Kunkel?,” soltó Néstor hace varios años, cuando le preguntaron sin demasiado entusiasmo por el nombramiento de Martín Redrado al frente del Banco Central. Algo similar respondió el compañero Jorge Rachid ante una consulta sobre si Alberto Fernández no era socialdemócrata. Rachid decía ¿con quién querés que hagamos alianzas? ¿con Milei? Por otra parte, ponerle nombres propios a la disputa es una desviación neoliberal.
La responsabilidad de la hora es demasiado grande, lo que se disputa no nos comprende solamente a los Peronistas, ni siquiera solamente a los argentinos, estamos hablando de mucho más que una esperanza, estamos ante una posibilidad de liberación americanista y hasta universal. (Latinoamérica y el mundo nos observan).
Para analizar la realidad de nuestro país y de nuestro gobierno, del accionar de los funcionarios, de las realizaciones y también de algunas postergaciones debemos ubicarnos además de las diferencias tácticas o metodológicas de algunos dirigentes, en las imposiciones de la propia realidad que desde las lejanías del poder es difícil divisar.
Aun así, debemos solidificarnos en los que nos une, en lo que nos ata, no en lo que nos diferencia, el enemigo no está al lado, está en frente. Los gestos cuando son señales políticas son mucho más que gestos. La visita del Presidente a Milagro Sala marca su acompañamiento a la compañera injustamente detenida, como en su momento también fue una señal la visita que le hiciera a Lula en la cárcel, que garantizara la vida de Evo Morales y lo acompañara en su retorno a Bolivia. O el mensaje en la CELAC, o el señalamiento al Premier británico que antes de negocios tenemos que hablar de Malvinas. Eso para marcar algunas de las últimas actividades.
Dirán: “Es lo que se espera de un Presidente Peronista” y sí, esa impronta presidencial es la que lo coloca en nuestra vereda indubitablemente y enfrentando decididamente al enemigo neoliberal, en el momento en que comienza la cuenta regresiva para las próximas elecciones, debemos acompañar nuestro gobierno y defenderlo, más allá de sus errores o lo que no compartamos, estamos defendiendo la democracia, porque vendrán nuevos ataques desde la derecha golpista, que si se puede quedar con el poder ahora mejor y sino desgasta, para llegar mejor posicionado que el campo nacional a la contienda del 2023. No podemos permitir que el enemigo te marque la agenda, dicho en otros términos que te cargue las armas, puede ser suicida. Seguramente las PASO han de dirimir las diferencias, hasta tanto defendernos es la consigna y permanecer unidos después de la interna.
Digamos con Perón, siempre Perón: “por encima de los desencuentros, nos pertenece por igual la suerte de la Patria, en la que está contenida la suerte de cada uno de nosotros, en su presente y en su porvenir”.–