Al promediar el presente mes, con la pompa con que el Gobierno provincial suele adornar el salón Amarillo de la Casa de Gobierno, el gobernador Gustavo Valdés puso en marcha el programa “Corrientes 2030”. Se trata de una vuelta de tuerca al resonantemente denominado Plan Estratégico Participativo que la gestión radical viene motorizando desde 2010. Sólo que no se ven demasiadas tuercas ni motores alrededor, y sí una sobreabundancia de palabras.
El mandatario dijo que en la década que tenemos por delante se trabajará sobre los siguientes ejes: modernización, desarrollo, inclusión y políticas de género. Conmovedoras metas.
“Cumplimos el primer paso”, dijo Valdés en referencia al Plan Estratégico Participativo (PEP 2021), y ahora “tenemos que pensar y planificar Corrientes del 2030, con la mirada levantada hacia el 2040”, agregó, con el tono de quien invita a una epopeya.
Y uno tiene la sensación de un déjàvu, de un acto sucesivamente reiterado en que se expresan deseos de pasos de gigante, allí donde sólo tenemos un caminar de tortuga.
A Corrientes, en efecto, le falta el clic que dé el volantazo desde una sociedad agropastoril a una industrial. Como lo hizo Córdoba, por ejemplo, por tomar una comunidad que en el siglo XIX era equivalente a la correntina. Sin ese cambio de rumbo, el Plan Estratégico Participativo no será más que un catálogo de buenas intenciones.
Hubo un Plan 2021, ahora anunciaron un Plan 2030, y el gobernador Gustavo Valdés invitó a levantar la mirada para vislumbrar ya el 2040. En ese tren, cada diez años levantaremos la vista… pero seguiremos viendo la misma cosa. Y el ostentoso Pacto Correntino para el Crecimiento Económico y el Desarrollo Social seguirá siendo pura literatura a la que es tan afecta la jauría de abogados que emergen de nuestra Facultad de Derecho, ansiosa por ocupar puestos en la burocracia pública, pero nunca puestos de trabajo productivo.
A veces se plantean objetivos culturales de alto vuelo, como la paridad degénero o la ampliación de derechos sexuales prometedores de otros tantos progresos. Algún correntino/a distraído imaginará, por momentos, que está caminando por las calles de París, Amsterdam o Estocolmo.
Pero los 45 grados con que en nuestras veredas nos acribillaeste clima subtropical que nos envuelve y ese tufillo a situación periférica que nos invade, hacenque tropecemos abruptamente con la realidad.La sociedad real en la que se lanzan aquellos gritos de libertad sigue dependiendo del pastoreo delas vacas y de cultivos de árboles, arroz, cítricos y alguna otra especie hortícola. No hay chimeneas de fábricas inundando el cielo correntino; y si algún talento prometedor emerge de nuestra Universidad, rápidamente deberá huir hacia horizontes que sepan sacar mejor provecho de sus capacidades intelectuales. Ni siquiera a un médico se logra despertarle entusiasmo; apenas pueda, el flamante profesional sólo tiene que cruzar el río para encontrar mejores sueldos en el Chaco.
A LA BÚSQUEDA DE AGENTES SOCIALES
Si la Provincia no ha sabido retener a un millón de correntinos que han debido emigrar en busca de un simple plato de comida, ¿por qué habría de retener a sus aspirantes a científicos, si carece de polos industriales que puedan absorber sus conocimientos?
A veces no solo pan o perfeccionamiento académico se busca en lejanas latitudes, sino simplemente otro oxígeno cultural que permita a nuestros jóvenes sacudirse del depresivo conservadurismo que achata nuestro contexto social.
En definitiva, no se cambia la realidad socioeconómica provincial con proclamas futuristas, sino con una espectacular inyecciónde inversiones que deje atrás la economía primaria y avance hacia una explosión industrial y cibernética.
Las naciones e incluso las provincias desarrolladas tuvieron la acumulación de capital necesaria y una clase burguesa progresista dispuesta a encarar ese norte. ¿La tiene Corrientes? Patrones que sólo contemplan su ganado desperdigado en miles de hectáreas y forestadores que aveces ni siquiera viven en este territorio que no comprenden y ni quieren, no parecen dar con el perfil de empresarios revolucionarios dispuestos a dar vuelta la taba.
Y no se trata sólo de “agregar valor a nuestra materia prima”, creyendo que con ese humilde paso se da un gran salto adelante. Córdoba no industrializó su “materia prima”. No hay materia prima cordobesa para los automóviles, autopartes o aviones que allí seproducen. Silicon Valley no se instaló para agregar valoralos viñedos o a los criaderos de pollos que seobservan en sus alrededores del estado de California. El desarrollo en serio exige ser mucho más ambiciosos y exigentes.
Son sólo dos ejemplos entre cientos.
Por supuesto, hay ejemplos diferentes.
En el otro extremo del Mundo, un partido revolucionario compuesto por campesinos, obreros y maestros (y por poetas y estudiantes rebeldes), desde 1949 en adelante sacó a la feudal y agrícola China desde su realidad de hambrunas devastadoras a este presente de ser la potencia industrial y financiera más dinámica del planeta.
Pero en Corrientes no hay un partido así. ¡Ni siquiera hay burguesía! ¿De qué Plan Estratégico hablan, entonces? ¿Lo llevarán a cabo los ganaderos con mentalidad decimonónica; los empleados públicos o los peones que carecen de un sentido histórico de su ser social; o los políticos que acuerdan sus negocios entre las paredes de instituciones formales que son la última sombra desvanecida del pensamiento de Montesquieu?
No pretendemos, pese a lo aquí señalado, sembrar el desaliento. Sólo contribuir a pintar la realidad tal como es.
Una pintura incompleta, por cierto. El cuadro no está totalmente terminado.
Pero ese cuadro que se quiere realista, aunque muestre un paisaje económico, social y político por momentos deprimente, debería servir para mirar de frente a la realidad que debe ser transformada.
Debe servir para tener la exacta dimensión de la obra que es necesario emprender.