Tal vez porque el agua es bautismal y celebra la vida tanto como la esperanza, porque cuando cae es la alegría de nuestros campesinos sobre la siembra recién hecha, pero también es el dolor del Paraná seco y la que nos cubre la cara cuando nuestros hijos parten buscando otras tierras para trabajar desde una Corrientes donde está todo por hacer y sólo los amigos tienen el permiso. El agua desde siempre es vida y es el amor de los niños jugando con su mascota cuando viene en forma de lluvia.
Y porque de amor se trata, bajo la lluvia y el frío persistente, miles de goyanos y goyanas fuimos protagonistas de la caravana de cierre del Profe Bassi.
No faltó nadie. Estuvieron varias generaciones de peronistas, algunos pisando o pasando los 80, la que nació con Perón y Evita construyendo una Patria Justa, Libre y Soberana; la de la vuelta de Perón y la resistencia, la de la juventud maravillosa; la generación que inauguramos la democracia en el 83 y va a seguir luchando para que efectivamente con ella se coma, se viva y se eduque; la que vivió las frustraciones que implicó el neoliberalismo en sus distintas vertientes partidarias; la que se enamoró de la política con Néstor y Cristina y que admira los esfuerzos de Alberto para conducir los destinos del país en un mundo en pandemia tras la catástrofe social y económica del macrismo que todavía gobierna Goya y la provincia.
En cada rostro y en cada abrazo se pudo ver a heroínas y héroes de Corrientes: que no se resignan, que luchan por oportunidades, que sueñan con un lugar bajo el sol, que están hartos de las mentiras, del discurso vacío de contenido, del obsceno aparato electoral armado en el medio de tantas necesidades.
La esperanza estuvo representada por la extraordinaria participación de jóvenes que saben que si no se abren las puertas del trabajo, del desarrollo, de las oportunidades, sólo les queda dos caminos igualmente sufridos: persistir en la pobreza o marcharse buscando techo, tierra y trabajo en otras geografías. Esa misma juventud que puede elegir presidente y legisladores nacionales, pero no pueden elegir concejales en Goya, porque la fuerza que gobierna la provincia hace dos décadas no les deja votar a los 16 años y luego los expulsa.
Enamora y esperanza ver que casi 40 cuadras de motos, autos y camionetas estaban representadas igualitariamente por compañeros y compañeras en una provincia que no reconoce paridad de género pese a que su gobernador lo declama y aunque tiene mayoría para sacarla en dos semanas, sólo quedó en otro discurso vacío.
Otra vez el agua, la lluvia que limpia las heridas y es nutriente, sigue cayendo sobre la caravana de ciudadanas y ciudadanos llamados a la acción por otro futuro, uno mejor. La alegría está intacta y es el mejor momento para pensar en la vida que queremos.
Vamos que se puede! Vamos Profe!