No es posible hablar de las Malvinas en tono neutro. Así, el siguiente artículo carece de toda prevención periodística, disculpas. Además demasiado autorreferencial. Las Malvinas están. Y como existen acontecimientos personales que no pueden ser reflejados sino por la poesía, arriesgo traer un par de canciones a este fogón en pleno mallín.
No debía tener yo más de 16 o 17 años, cuando escuché al Cuarteo Zupay cantar:
“Una de tantas provincias
del interior fue su tierra.
(No conviene que se sepa
que muere gente en la guerra)”
No dejaba de ser extraño que Jorge Luis Borges, al final de su vida, regresara a la milonga (de la que quizás nunca se ha ido), para decirnos lo que sentía un combatiente de Malvinas. Era 1985. Esos soldados conscriptos que volvieron veteranos. O no volvieron. Todos ellos y nosotros a jamás marcados.
“Oyó vivas y oyó mueras,
oyó el clamor de la gente.
El sólo quería saber
si era o si no era valiente”…
En ese mismo año, unos muchachos de apellidos Chalar, Fossá, Zelazek y Gramática, que ya fatigaban desde hace rato los escenarios del punk nacional under y reprimido, lanzaron el disco “Y ahora qué pasa?”. “Los violadores”, se llamaban. Creo que era el último tema del lado dos (vinilo, divino tesoro). Ese “Comunicado 166” fue el último de la Junta Militar con respecto a Malvinas. Allí estaba condensada la rendición. En una parte dicen:
“Se ha perdido la batalla
por falta de armamentos.
La C.E.E. junto a la N.A.T.O.
nos hicieron el bloqueo.
América unida, gritó el pueblo entero.
El T.I.A.R. fue la mentira
que muchos se creyeron”.
En esa perspectiva política y geopolítica, Los Violadores marcan el origen de la derrota en la “falta de armamento”, no en la ausencia de coraje, ni en la determinación. En efecto, apenas comenzado el conflicto, las entregas de armamento fueron suspendidas por los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN en castellano, NATO en inglés), en particular los misiles Exocet, de fabricación francesa. La C.E.E. es la Comunidad Económica Europea, hoy comercializada como UE, Unión Europea. Occidente, que le dicen.
Bloqueados, quedaba la esperanza que un acuerdo como el TIAR, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, obligara a las partes para responder a toda agresión de una potencia extra-continental. Pero Estados Unidos no estaba dispuesto a pelear con el Reino Unido. Y renegó su firma, que es lo que hacen los poderosos de este mundo cuando les conviene. “La mentira”, dicen los Viola.
Y aquí llegamos al punto. La recuperación de las Malvinas es un acto de descolonización, que tiene que ver con las luchas anti-imperialistas libradas en América Latina, África y Asia. Poco tenía que ver esa gesta con una dictadura cívico-militar que prohibió partidos y parlamento, intervino Provincias y sindicatos, desapareció militantes y envió “asesores” a Centroamérica a pedido norteamericano para enseñar tortura. Esa dictadura empobreció, reprimió, endeudó. Corrompió causas sagradas en provecho propio. No tiene perdón. El pueblo respondió, con su sangre en los hechos. Como siempre.-