Desde hace más de un año el mundo está siendo azotado por una crisis sanitaria, política, económica y social inédita para el mundo occidental moderno, en la que se han revelado y profundizado gran parte de las injusticias sociales preexistentes, quedando expuestas las desigualdades de oportunidades con las que cuentan los distintos países.
A su vez, en nuestra patria hemos sido testigos del papel oportunista que decidieron tomar parte de las figuras políticas de la oposición, comunicadores y una parte del poder judicial de la nación, priorizando intereses mezquinos por sobre los del común de la población, complejizando aún más el escenario tormentoso que heredó el gobierno actual al asumir el poder ejecutivo nacional.
Para afrontar estas y todas las adversidades, algunas previsibles y otras imprevistas, con las que se encontró el gobierno de Alberto Fernández, se ha optado siempre por ponderar las necesidades de los argentinos, con inversión en salud pública, industria, empleo, educación y toda medida al servicio de la población.
En este contexto, nuestro país retoma el camino de la tercera posición, que postulaba Juan Domingo Perón a mediados del siglo pasado, dejando claro que ninguno de los extremos que plantea el mundo desde hace mas de un siglo, es el más propicio para la Argentina; y que el único camino posible para alcanzar la prosperidad de nuestra nación, se encuentra ejerciendo la política interior y exterior con una mirada propia, considerando nuestras características, contemplando nuestras necesidades y posibilidades, uniéndonos a los países vecinos con lazos estrechos y pactando con las grandes potencias, para hacernos de las alianzas estratégicas y los recursos tecnológicos y científicos necesarios, sin resignar soberanía bajo ningún pretexto.
De este modo, Argentina con el liderazgo de Alberto Fernández y el prestigio de Cristina en el ámbito internacional, ha dejado de lado las fronteras ideológicas que sólo podrían alejarnos de los objetivos imperantes para nuestras circunstancias y ha tomado la iniciativa para acercar posiciones para reestructurar exitosamente una deuda extraordinaria contraída por el gobierno anterior, tomada sin el recaudo de generar las fuentes de ingresos necesarias para cumplir con los pagos y a la que, en este retorno al ejecutivo nacional de un gobierno peronista, se le está haciendo frente sin quitarle el pan de la mesa a ningún argentino, recuperando simultáneamente la economía incluso en un contexto internacional de los más desfavorables que se hayan atravesado.
Y es en este camino de buscar una mayor autonomía en materia de política internacional, el acercamiento a los líderes de las principales potencias mundiales se traduce en hechos concretos que nos benefician a todos los argentinos. Es el caso de la obtención de más de 10 millones de vacunas en un momento en el que significan un activo indudablemente valioso y escaso a nivel mundial, conseguidas por las relaciones diplomáticas entabladas con Vladimir Putin y la república que él lidera, como así también con el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, mientras se inicia la fabricación de nuestras propias vacunas con tecnología brindada por el gobierno ruso y la posibilidad de concretar otra serie de vacunas con tecnología china.
En paralelo, hemos presenciado en los últimos días una extraordinaria coincidencia entre el gobierno argentino y lo expuesto por el recientemente electo Joe Biden, en cuanto a los postulados en materia de política económica y social necesarios para que los estados puedan contrarrestar la creciente desigualdad e injusticia social que afronta la totalidad de nuestro continente. Esto se debe, en gran medida, a la profundización de la crisis como resultado de diversos gobiernos de la región, que han desatendido los intereses del pueblo, para beneficiar económicamente a las corporaciones que succionan los recursos de la clase trabajadora con el solo fin de acumularlos y con ello también acrecentar su poder. Tal es el caso de lo ocurrido hasta el período anterior en la Argentina y Estados Unidos, entre otros.
Como corolario de este nuevo lineamiento en la política exterior argentina y en simultáneo con el acercamiento a los gobiernos de Rusia y China, destaca el reconocimiento de la vicepresidenta a lo expuesto por el presidente de los Estados Unidos, cuando divulga textuales de su último discurso en el que Biden elogia la labor de los sindicatos que han permitido el desarrollo de su país, a la vez que pone en su lugar a los especuladores de Wall Street y anuncia el plan de empleo estatal más grande de toda su historia, comprometiéndose a exigirle a los más ricos de su país que paguen impuestos acorde a su fortuna, para poder permitir un crecimiento económico de abajo hacia arriba, dejando de lado la tan mentada teoría del derrame, que jamás ha resultado porque siguió afianzando desigualdades.
Y como muestra de esta mutua voluntad de buscar una camino de entendimiento y acercamiento, es que Gregory Meeks, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y figura cercana al presidente norteamericano, solicitó apoyo para la reestructuración de la deuda que Argentina mantiene con el Fondo Monetario Internacional, lo cual expone de manera singular, un reconocimiento trascendente a los argumentos esgrimidos por el gobierno argentino a la hora de solicitar una reestructuración que permita el cumplimiento de nuestras obligaciones sin detener el crecimiento del país.
Por todo esto y mucho más, es que considero que debemos darnos tiempo para pensar qué sucede hoy en el mundo, no para imitar a otros países, sino para entender cuál es el camino más provechoso para los argentinos en este momento.
Queda claro que es nuestro deber acompañar no sólo las medidas de política interior de nuestro gobierno, sino también prestar especial atención a cómo se reacomodan las piezas en cuanto a la política internacional y los roles que cada estado tomara a partir de la salida de esta crisis.
Por lo pronto, es mi deseo manifestar un reconocimiento a la labor que esta llevando adelante el gobierno nacional y el Frente de Todos en el poder ejecutivo nacional y en el legislativo, e invitar a cada dirigente, militante y funcionario para que tenga en consideración el impacto de nuestros actos en el lugar que ocupa y ocupará Argentina en el nuevo orden que el mundo tiende a configurar, siempre defendiendo nuestra legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.