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EL DESAFIO DE LOS JÓVENES PARA LOGRAR LA UNIDAD DE CONCEPCIÓN

Una de las principales obras de Juan Domingo Perón es “Manual de Conducción Política”, editado por primera vez en el año 1951, como una recopilación de las clases magistrales que el mismo Perón dio en la Escuela Superior Peronista, espacio para formar y capacitar doctrinariamente a la conducción del movimiento justicialista.

En la cuarta clase, habla sobre la organización de la conducción. Partiendo de la idea de que “la política es una lucha, y donde hay una lucha, hay una lucha general y hay luchas particularizadas”, hace la diferencia entre la conducción estratégica que corresponde a la lucha general y la conducción táctica que es propia de las luchas particularizadas.

En este punto nos enseña que en la organización de la fuerza es primordial que existan dirigentes de conducción que se encarguen de la estrategia y dirigentes de encuadramiento que lleven adelante la ejecución de la lucha táctica. Destacando que para el efectivo funcionamiento de la organización de las masas es necesario una unidad de concepción, que es responsabilidad de los conductores estratégicos, y también una unidad de acción que corresponde a todos los cuadros que integran de la lucha táctica. Entendiendo a la unidad de concepción como la doctrina común que se debe difundir para que todos la conozcan y la comprendan, para así comenzar a sentirla como propia. Una vez que se comprende y se siente como propia en el corazón de cada uno, recién se puede pasar a la unidad de acción que no es nada más que la unidad de concepción puesta en marcha.

En este contexto, el conductor estratégico debe definir hábilmente los grandes objetivos que sirvan como orientación a todo el movimiento, de tal forma que facilite la acción de lucha en cada lugar en concreto. Como lo hacen las banderas del justicialismo, ejes rectores con plena vigencia en la actualidad: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.

La táctica política es la ejecución en los diferentes sectores de acción, que van a ser llevadas a cabo siempre por quienes tengan conocimiento de cada lugar, de sus costumbres, de las acciones y de la cotidianeidad del pueblo, porque como señalaba Perón en forma permanente “para conducir un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo”.

En esto se fundamenta la distinción de tareas entre la conducción estratégica y la conducción táctica. En primer lugar porque es perjudicial que la política particular sea manejada por quien conduce en lo general, porque lo haría desde el desconocimiento de la situación específica de la comunidad. Así como también se fundamenta en la necesidad de una conducción estratégica que tiene la obligación de fijar los grandes objetivos que funcionen como orientación de todo el movimiento.

Todo esto no quiere decir que las conducciones deben actuar en forma individual, por el contrario deben actuar de forma conjunta, pero sin interferirse. Cada uno en su campo de acción prestándose ayuda mutuamente.

Habiendo definido los tipos de conducción, la unidad de concepción y la de acción, hoy más que nunca los jóvenes tenemos que reflexionar y repensar una actualización doctrinaria con sentimiento nacional y visión popular, sin perder el espíritu revolucionario que nos caracteriza, y desde ahí definir cuáles son los intereses en común que nos darán la tan necesitada y urgente unidad de concepción, para así pasar a la unidad de acción.

Porque ahí está el problema actual, la inmediatez que nos produce los cambios tecnológicos nos lleva a realizar acciones sin sentirlas, actuando como masa inorgánica impidiendo que alcancemos resultados concretos, sin objetivos claros que sintamos como propios. Las nuevas tecnologías son buenas, pero debemos tener de un sentimiento común que nos una, para dejar de ser un conjunto de buenas intenciones individualizadas y alcanzar nuestro verdadero objetivo: el bien común de toda la sociedad, para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.-

ESPACIO CULTURAL

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