Tengamos en cuenta que una persona que tiene ingresos fijos puede gastarse todo el sueldo, o la jubilación, contando con que el mes próximo cobrará nuevamente; pero un trabajador por cuenta propia, sea comerciante, profesional, gasista, colocador de aire acondicionado o proveedor de servicios turísticos, tendrá ingresos variables, a veces concentrados en cierta parte del año, y necesariamente debiera ahorrar cuando gana más para afrontar sus gastos cuando tiene menos trabajo; en este caso, ahorrar es una necesidad. Y, aún para una persona de ingresos fijos, es normal -o debiera serlo-, ahorrar algo para comprar una bicicleta o una moto, o para tener una reserva que le permita afrontar un gasto extraordinario. Eso nos plantea el problema de que, en una economía que tiene, por ejemplo, un 5% de inflación mensual, guardar pesos en efectivo por 6 meses nos haría perder más de un 25%; de manera que necesitamos resguardar el dinero de algún modo.
Muchos argentinos, sabiendo que nunca conviene guardar pesos, compran dólares. Pero: ¿es el dólar bueno como reserva de valor? En Estados Unidos puede ser, pero en Argentina no. El costo del dólar al que puedo acceder (dólar oficial si hay mercado libre, o dólar blue si no lo hay), es extremadamente volátil. El siguiente cuadro muestra el poder adquisitivo de 1 dólar de libre acceso en fechas seleccionadas (cotización publicada por Ámbito Financiero), llevado a pesos del 30/12/2022 agregando al precio de cada momento la inflación hasta esa fecha:
O sea que, si compré alrededor del 6/2/2019, o en septiembre de 2018, excelente. Pero si compré el 14/5/20, o en julio de 2022, ni con la suba de diciembre recuperé lo que puse. El dólar, entonces, no es bueno aquí como reserva de valor: debiera analizar si está barato o caro en el momento de comprar, pero además, es preciso que mantenga su valor real para cuando necesite venderlo, y eso no lo puedo saber a priori. Veamos, entonces, cuáles sí serían buenas alternativas de inversión para conservar, al menos, el valor del dinero.
La primera, la más sencilla, es un depósito a plazo fijo en un banco, a 30 días; el riesgo es prácticamente cero, porque tiene garantía del Banco Central. Pero ¿siempre conviene? No, no siempre, pero es sencillo averiguarlo: debo comparar la Tasa Efectiva Mensual (TEM) del plazo fijo con la última tasa de inflación conocida: si la TEM es mayor, probablemente le ganaré a la inflación. Al momento de escribir estas líneas, la TEM mínima, por norma del BCRA, es 6,16%, en todos los bancos; de modo que, hoy, conviene el plazo fijo, porque la inflación de noviembre fue 4,9%, y diciembre, se estima, dará muy poco más. Una salvedad: los bancos publican la Tasa Nominal Anual (TNA), que hoy es del 75%, pero no suelen publicar la TEM; para calcularla, tengo que multiplicar la TNA por 0,0822. O sea: 75% * 0,0822 = 6,16%. Pero bueno, la tasa puede bajar, o la inflación (crucemos los dedos) subir. Habrá que rehacer este sencillo cálculo cuando eso suceda.
Y si la tasa de plazo fijo queda por debajo de la inflación, la siguiente opción que tengo es el Plazo Fijo Ajustable UVA (PF UVA), que lo ofrece cualquier banco, pero requiere colocar el dinero por un mínimo de 90 días. UVA es un índice diario que elabora el BCRA, y que, a partir del día 16 de cada mes, da la tasa promedio diaria de inflación (del INDEC) del mes anterior. De modo que, si invierto en este plazo fijo el 16 de enero, entre esa fecha y el 15/2 me dará la inflación de diciembre, hasta el 15/3 la de enero, y desde el 16/3 al 15/4, la de febrero, agregando, además, un interés del 1% anual; de manera que con esta colocación me aseguro de ganarle, por muy poco, a la inflación. Presenta el inconveniente de que debo inmovilizar el dinero por 3 meses, pero si elijo la opción “Precancelable”, a partir de los 30 días puedo cancelarlo en cualquier momento, aunque en ese caso termina pagándome casi 10 puntos menos que un plazo fijo común, de manera que ejercer esa opción no es conveniente. Pero bueno, tiene la ventaja de que puedo recuperar el dinero en caso necesario, aunque con cierto costo.
Obsérvese que, como la inflación se aplica con un desfasaje temporal, si yo tengo un plazo fijo común, y para el momento de cobrarlo la inflación se aceleró y supera a la tasa, todavía puedo recuperar esa mayor inflación, total o parcialmente, colocando ese dinero en un PF UVA.
Dos comentarios respecto de los plazos de colocación: en una economía con alta inflación, conviene hacer coincidir el vencimiento de cualquier plazo fijo con el momento del mes en que tengo mayores gastos (por ejemplo, cuando vence la tarjeta de crédito). Por otra parte, para resolver el problema de los largos plazos de colocación del PF UVA, si tengo para invertir, por ejemplo, $ 30.000, puedo hacer un PF UVA a 90 días por $ 10.000, otro por igual importe a 120 días, y otro a 150, de modo que, a partir del tercer mes, voy a tener vencimientos mensuales, para poder recuperar, si hiciera falta, un tercio de la colocación cada mes.
Por último, para inversores que tengan algo más de dinero, existen opciones muy interesantes comprando títulos públicos, sólo que eso exige abrir, en un banco, una Cuenta Comitente, de Custodia de Títulos. Estas operaciones tienen un costo porcentual bajo, pero como los bancos suelen aplicar montos mínimos de comisión, si coloco poco dinero, la comisión termina siendo un porcentaje alto. En un banco oficial de primera línea de CABA, por ejemplo, debiera comprar o vender por $ 140.000 o más por cada operación, y tener en stock no menos de $ 700.000 por cada título, para que la comisión no se encarezca. Además, si fueran títulos que se pagan en dólares, los montos mínimos son aún mucho más altos; pero bueno, esto puede variar fuertemente, en más o en menos, según el banco. Quien esté interesado en estas colocaciones puede investigar por Internet, y luego completar su asesoramiento en un banco.
La rentabilidad de los títulos públicos se expresa con la TIR (Tasa Interna de Retorno), que representa el porcentaje de ganancia anual promedio que voy a tener, desde el momento de la compra, hasta que el título se amortice completamente; para ganar eso, es necesario conservar el bono hasta su vencimiento final, y además, que el emisor del título – por ejemplo, el gobierno nacional- cumpla en tiempo y forma con los pagos, cosa que normalmente sucede, aunque siempre puede ocurrir un default, o una modificación unilateral del contrato, que constituyen los únicos riesgos de esta colocación. Hecha esta salvedad, algunos títulos públicos, como el TX26 (BONCER 2026), bono en pesos del Estado Nacional, que se reembolsa en 5 cuotas semestrales entre noviembre 2024 y noviembre 2026, al 2/1/2023 daba una TIR del 13% anual más la inflación, que representa una renta importante; de modo que, si confío en que el gobierno actual, y el próximo, van a cumplir con esta deuda, tengo una excelente oportunidad de ganar dinero con mis ahorros. Otros títulos del gobierno nacional dan una rentabilidad de hasta el 30% anual en dólares, pagadera en esa moneda; estas altas ganancias de deben a la gran desconfianza que reina en los mercados respecto de la posibilidad de Argentina de honrar su deuda, lo cual se comprende con relación a la deuda en dólares, pero resulta bastante extraño para la deuda en pesos. Porque ningún país deja de honrar su deuda en moneda local, aunque en Argentina, el gobierno de Macri sí lo hizo: en 2019 postergó unilateralmente el pago de bonos en pesos del Estado Nacional, generando una desconfianza que aún subsiste; de ahí la alta rentabilidad de los bonos en pesos.
Observará el lector que en esta oportunidad nos hemos apartado del tenor general de estos artículos, que buscan difundir conocimientos económicos que ayuden a comprender la realidad argentina, para entrar, excepcionalmente, en una cuestión eminentemente práctica, que procura orientar a aquellas personas que necesiten resguardar el valor de sus ahorros por un período de tiempo. Tenemos muy en claro que, desde hace años, poca gente puede ahorrar; pero es legítimo que lo hagan, y en muchos casos es imperiosamente necesario (¿qué hace alguien que cobra una indemnización por despido, por ejemplo?), y nos pareció que esta columna podía aportar algo a quien eso necesite. En una economía inestable como la nuestra, el ahorro puede no ser la base de la fortuna, pero al menos nos puede aportar una cuota de tranquilidad.
(*) Licenciado en Economía- UBA
riosmaju@gmail.com