La población de todo el mundo siguió por los medios, especialmente la TV, el caótico proceso de evacuación de Afganistán. Aviones militares de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN sacaron el 30 de agosto a los últimos soldados y diplomáticos occidentales del aeropuerto de Kabul, poniéndole fin, al menos teóricamente, al conflicto armado más prolongado en la historia de la nación norteamericana, una tremenda derrota desde todos los ángulos que se pueda apreciar. Anteriormente había sido Vietnam.
Desde el atentado a las Torres Gemelas y durante los veinte años de guerra, el mundo y más los estadounidenses, parecían como ajenos a un conflicto que sin dudas recibió menos control y supervisión que Vietnam.
El saldo de víctimas entre afganos (sin números precisos, se calcula en bastante más de 150 mil), estadounidenses y los aliados de la OTAN, alcanzó las decenas de miles. Todo esto sin contar la cantidad de heridos, mutilados y víctimas con discapacidades permanentes.
Según estimaciones académicas, se calcula que Estados Unidos pagará en atención médica, gastos funerarios y por discapacidad por los casi 4 millones de veteranos de las guerras de Afganistán e Irak: más de 2 billones de dólares. Y como Estados Unidos tomó prestada la mayor parte del dinero para financiar la guerra, generaciones de estadounidenses terminarán por cubrir la cuenta, que asciende a billones de dólares. El costo estimado de intereses para 2050 sería de hasta 6,5 billones de dólares. (estimaciones realizadas por diferentes medios The Guardian, France 24, Universidad Brown, entre otros).
Seguramente los acontecimientos de los últimos días llevaron a muchos a mirar en el mapa dónde quedaba Afganistán y a los más curiosos a pegarse una vuelta por Wikipedia. Así habrán descubierto que la situación geográfica de Afganistán lo ha convertido en lugar de encuentro de imperios y civilizaciones, así como espacio de intercambio y comunicación de importantes polos culturales y comerciales, entre ellos destaca la ruta de la seda. Que ya estaba habitada por el ser humano hace 50 mil años y que tuvo la primera comunidad agrícola de la historia de la humanidad.
Sobre su valor estratégico actual se debe destacar que es el corredor energético de la zona, el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) indica: “Aunque Afganistán dispone de algunas reservas de petróleo en la zona norte y de minerales estratégicos en la zona sur su principal valor se lo otorga la posición geopolítica que ocupa y que le convierte en un lugar de paso para los recursos energéticos procedentes de Irán y Turkmenistán hacia Pakistán y la India, e incluso hacia China. Irán dispone de las segundas reservas de gas del mundo y Turkmenistán de las cuartas”. Además, agrega: “La creación de oleoductos y gaseoductos por Afganistán hacia Pakistán y la India aumentaría las salidas de los recursos energéticos de Asia Central e Irán lo que favorecería a la mayoría de los países de la región. Sin embargo, esta posibilidad perjudicaría a la política rusa que trata de controlar, hasta donde le es posible, la distribución de gas en Europa y Asia”.
El cultivo de la amapola, que EEUU en 20 años de ocupación no se preocupó de exterminar, convierte a Afganistán en uno de los controladores del tráfico mundial de la heroína con un volumen de negocio calculado en 150.000 millones de dólares anuales. La heroína es el 53% del PBI de Afganistán y el 93% del tráfico mundial. Durante el gobierno de los talibanes la producción de la heroína representaba solo el 10% del PBI. Y cuando caen y los norteamericanos invadieron, se cuadriplicó (informes delas Naciones Unidas).
Por otra parte, los principales consumidores de heroína son EEUU y la Unión Europea, minetras que sus bancos “limpian” la plata de la droga. “No es un misterio que los estadounidenses transportan la droga en sus aeronaves militares al extranjero” decía el general ruso Mahmut Gareev, declaraciones a tomar también con pinzas viniendo de quien fuera Asesor Militar Jefe en Afganistán entre 1987 y 1992. Se calcula entre 15 y 20 años, el tiempo en cambiar el sistema de cultivos de amapola en alimentos.
Para completar el panorama, también tendría grandes reservas de litio, hoy material estratégico.
Ahora bien, descripta brevemente esta situación, es difícil entender el desalojo de EEUU por parte de los Talibanes, aunque muchos sostengan que es acordado y que comenzó más de un año antes; o Rusia que también tuvo su guerra que duró diez años y, para ganarla, Moscú llevó a cabo tácticas represivas brutales donde multitud de pueblos y ciudades quedaron totalmente destruidos. ¿Ahora todos se retiran?
Los Talibanes no son solo guerreros, también hacen política, una retirada de las fuerzas invasoras acordada es el mejor ejemplo, pero además en los primeros días de agosto, se reunieron con el gobierno de Turkmenistán en la ciudad de Mazar e Sharif, para acordar la realización del TAPI – gasoducto Turkmenistán, Afganistán, Pakistán, India. Esta última construye un puerto de almacenamientos de gas en el mar Arábigo, en alianza con Irán que podría sacar sus productos sin el control yanqui en la zona (Arabia Saudita, Omán).
China, que tiene una pequeña frontera con la nación afgana, casi no tiene intereses económicos en ese país y no ha tenido participación militar durante las dos décadas de fallida ocupación estadounidense. Las inversiones en infraestructura también han sido escasas, al igual que la cooperación financiera. El gran aliado de China en la región es Pakistán, mucho más estable políticamente. Esta ecuación no cambiaría demasiado si los talibanes en el poder no logran la construcción de instituciones estatales sólidas. Pero abriendo el abanico los chinos ya se reunieron con los Talibanes antes de que tomen el poder.
Además de importarle las oportunidades económicas que puedan abrirse en Afganistán, Pekín debe estar eufórico por el golpe a la reputación de su rival Estados Unidos. En un debate en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) los chinos sostuvieron que “la retirada militar de Afganistán no supone el final de la responsabilidad, sino el comienzo de la reflexión y la corrección”, e instó a aprender de las lecciones y respetar verdaderamente la soberanía, la independencia, la integridad territorial de Afganistán y los derechos del pueblo afgano a determinar su propio futuro.
Pero, por encima de todas las cosas, China igual que todos mira a Afganistán desde el prisma de la seguridad. Les preocupa la estabilidad, por un lado, y por otro la fiabilidad de los talibanes en el futuro Gobierno. Temen que Afganistán se convierta en un estado fallido, que proporcionaría el escenario ideal a Al Qaeda u otro tipo de organizaciones terroristas para establecer un santuario. Los chinos avanzan en la conquista del mundo, hasta ahora, sin disparar un solo misil, con la diplomacia y los negocios.
¿Puede este país, con el doble de territorio que la provincia de Buenos Aires y con sólo 4 millones y medio de habitantes, construir un gobierno viable con los líderes de muchas tribus que a su vez están ramificadas?, sin olvidar que gran parte del pueblo afgano apoya a los talibanes y les pide que hagan “justicia, su justicia”. Las fuerzas extranjeras para ellos son fuerzas invasoras, no solo para los talibanes sino para la mayoría del pueblo afgano. La apertura que ofrecen es difícil de llevar a la práctica, porque es contra ideológica al pensamiento prevalente. Esperemos que la política, la racionalidad, la negociación y los negocios sean mejor incentivo que la violencia.-