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¿A QUIÉN LE HABLA EL PERONISMO HOY?

Desde que nacimos como movimiento político en 1945, los peronistas siempre tuvimos un enemigo o adversario claramente identificado como tal por los sectores populares, por un lado; y por otro, siempre supimos dónde estaba el pueblo en cada etapa y en cada coyuntura. Establecida esta plomada vertical sobre la realidad, elaborábamos nuestra táctica y nuestra estrategia, nuestro mensaje, nuestras verdades relativas, nuestro norte político.

Es hora, quizás, de volver a esa simiente para transitar el arduo y complejo camino que nos espera recorrer de ahora y hasta el 2023. Es mucho lo que entonces se pondrá en juego: o se consolida el campo nacional y popular o vuelven a la carga los enemigos de la nación, encarnados esta vez por la alianza radical macrista y sus colaterales libertarios.

La iniciativa política de realizar el acto en el Día de la Democracia y los Derechos Humanos con la presencia de Lula, Cristina y Alberto, va en ese sentido y es suficiente motivo para alimentar nuestras esperanzas. La Patria grande vive.

Pero vemos a veces, con asombro y perplejidad, cómo distintos actores políticos de relevancia continúan en el piñón fijo de hacer como si no pasara nada y hablan y analizan el curso de los acontecimientos utilizando las mismas categorías previas a la pandemia.

¿Es que en serio creen que aquí no ha pasado nada? Pasó y sigue pasando una pandemia que hizo al mundo más injusto y desigual; pasaron millones de muertos en el mundo y en nuestro país, ya más de 116 mil compatriotas fallecieron por Covid; pasó que la riqueza de los ricos se concentró a niveles intolerables y escandalosos; pasó que el Frente de Todos perdió en apenas dos años la friolera de cuatro millones de votos. Son cuatro millones de voluntades. Son cuatro millones de hombres y mujeres que castigaron duramente en las urnas al frente gobernante. ¿Es en serio que siguen creyendo que no pasó nada? Los números hablan y están allí. La remontada entre las PASO de setiembre a las elecciones de Noviembre es sin dudas, muy meritoria; pero que se perdió igual, se perdió.

Es preferible que al caer el telón de este 2021 nos demos un baño de realidad antes que sea demasiado tarde y el 2023 se convierta en una locomotora imparable que avanza por derecha en dirección contraria a la nuestra.

Creemos que la principal responsabilidad de reconstruir los puentes rotos o resquebrajados con la sociedad, es del gobierno. En la negociación final con el FMI se juega mucho, casi todo. En la política de redistribución del ingreso estará la clave para recomponer el equilibrio perdido en 2015 y mejorarlo incluso. Para que los trabajadores y los jubilados ganen más, para que se robustezca el mercado interno y el consumo popular, para que se recomponga el empleo genuino, para que se controle la inflación provocada por los especuladores de siempre, para que bajen los precios de los alimentos, para que se favorezcan las políticas educativas, de salud, de viviendas, entre otras medidas prometidas en el 2019 por el Frente de Todos.

Pero también es la hora de la militancia. Este es el tiempo que reclama volver a las fuentes de nuestros días más felices. Para eso, creemos, es preciso y necesario defender con uñas y dientes la unidad popular alcanzada por el Frente de Todos, y aún más, ampliar el espacio político y social hasta donde sea posible. Nadie sobra cuando la patria llama. Y no habrá razón válida que asista a quienes en nombre de su propia verdad relativa, pretendan quebrar la unidad alcanzada. La historia enseña con mucha evidencia que no hay fractura de suma cero: roto el frente popular, gana la derecha.

Quizá un futuro más prodigioso nos permita arriesgar otras posiciones; pero hoy por hoy, la unidad es el piso imprescindible para seguir respirando sobre la línea de flotación de la política.

Desde esta premisa creemos que el peronismo tiene la necesidad vital de volver a enamorar a las grandes mayorías y a las valiosas minorías sociales.

Claro que la unidad tendrá sentido en la medida que incorpore al conjunto de los sectores más afectados por la pandemia macrista y la pandemia sanitaria.

¿Qué cosa nueva le decimos hoy a la juventud que se incorpora a la vida ciudadana? El peronismo tiene la misión histórica de ser siempre joven, so pena de desaparecer como movimiento transformador y revolucionario. Si el peronismo tiende de manera suicida a parecerse más a los modales de sus adversarios antes que a las formas y los contenidos que anidan en los sectores populares, entonces habrá llegado el momento de su extinción como especie política.

Hay que hablar con la juventud y ponerse a la cabeza de sus reclamos etarios y de su profundo compromiso con la suerte ecológica y ambiental del planeta. Perón lo hizo en 1972. Hay que volver a esa Carta a la Tierra llamada “Mensaje ambiental a los Pueblos y Gobiernos del mundo” y sumarle el contexto dramático de este tiempo de calentamiento global y colapso ambiental que se manifiesta día a día en las catástrofes naturales acontecidas en distintas regiones del mundo y en la propia aparición de la pandemia. La defensa de nuestros ríos y principalmente del padre de los ríos, el Paraná, es una cuestión de estado que debería estar a la cabeza de nuestras prioridades como militantes populares. El tema ambiental que pregonamos es la lucha total o parcial contra los grandes intereses económicos que amenazan nuestro ambiente. No se trata del maquillaje estéril de aprender a depositar los residuos o no tirar papelitos en las veredas. Eso está bien. Pero aquí hablamos de disputa de poder y de modelos de construcción social para nosotros y el planeta entero. Hay que ligar la palabra de Perón, la de Fidel y la del Papa Francisco para tener y compartir la cabal profundidad de la temática.

¿Quién le habla a la cultura y desde la cultura? El peronismo no debe guarecerse sólo bajo la sombrilla protectora de los deseados aciertos económicos de nuestro gobierno. Hay que volver a hablar de liberación, de ternura, de ideales, de convicciones, de sueños, de ilusiones. Otra patria es posible y a esa búsqueda debemos contribuir con nuestra militancia.

¿Quién les habla a los trabajadores, a los desocupados, a los sectores del campo que sobreviven con sus huertas en comunidad? Hay que recomponer los vínculos sociales del peronismo territorial. Si nos fijamos estáticamente a las cosas ya establecidas, a los viejos conceptos de la política tradicional y vetusta, a los “buenos modales”, a no identificar con nombre y apellido a los enemigos históricos del pueblo y la democracia, pues entonces, estaremos condenados a ir de derrota en derrota.

La sociedad ya encontrará la forma de construir su representación, aunque deban pasar 50 años o más para ello; pero hoy tenemos la oportunidad y la obligación de revertir nuestra soledad ante tanta agresividad neoliberal en los siguientes dos años. Empecemos a caminar ese destino, antes que sea demasiado tarde. El Acto de este 10 de Diciembre puede marcar un punto de inflexión, un antes y un después en orden a estas urgencias.

Somos esperanzados. Somos optimistas pese a la miles de pálidas que nos tiran todos los días por los grandes medios de comunicación. Somos el peronismo.

Tenemos el gobierno nacional, tenemos militancia, tenemos convicciones, tenemos una historia para honrar. Pero claro, dependerá de nosotros, como siempre.

ESPACIO CULTURAL

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Las notas publicadas son colaboraciones ad-honorem. Propiedad intelectual en trámite. Los artículos firmados son responsabilidad del autor y no representan la línea editorial de la publicación. Se pueden reproducir citando la fuente. 

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