Pasaron 40 años del advenimiento democrático y todavía pareciera atravesamos una larga transición, con idas y vueltas sin poder consolidar principios básicos que hagan a la convivencia democrática. No pudimos erradicar la practicas autoritarias, el intento de disciplinamiento social represivo que no tiene la crueldad de la dictadura, pero se le parece bastante, maneja la misma impronta. Por otra parte, no se logró un funcionamiento independiente de la Justicia y un sentido ético en el resto de las instituciones.
El modelo democrático comenzó con Alfonsín con una visión cargada de ilusiones republicanas, cimentada en el reconocimiento de los DDHH, la constitución de la CONADEP, el juicio a las juntas. No pudo con la realidad económica y la situación política extorsiva de militares levantiscos y fuerzas de la derecha que le originaba las tensiones propias de una conspiración permanente.
La conspiración tuvo su triunfo con Menem, logra instaurar el Estado neoliberal, enajenador y entreguista, que ilusionó a gran parte de la sociedad argentina por más de una década, para luego sucumbir en lo inevitable. Pobreza sin igual, desocupación de dos dígitos, ahorros apropiados. El fin de la ilusión de que un dólar era igual aun peso.
No corresponde hacer una reseña histórica completa, escapa a la intención de la nota. Si digamos que gran parte del Peronismo que había estado junto a Alfonsín en los levantamientos carapintadas, resolvió darle otra oportunidad al Radicalismo acompañando a De la Rúa con el Chacho Álvarez, no supo no pudo o era la reencarnación absolutamente ineficaz del menemismo. Pasaron los gobiernos provisionales hasta que llegó Néstor Kirchner, que parece la tenía bastante clara. Si bien era una visión cargada de idealismo, la realidad era acuñada por el presidente que oía y solucionaba, que había comprendido que el camino hacia la democracia estaba cargado de emboscadas, de engaños trampas y traiciones. Convocó a todos, pero se sostuvo Peronista hasta los tuétanos. Sabía que las inquietudes de la intelectualidad “izquierdista” socialdemócrata era una modelo que la realidad ya había destrozado.
Néstor proveniente de una generación diezmada, leyendo la realidad supo combinar el respeto por el capitalismo de mercado con la idea de un Estado presente, moderno y protector con un fuerte anclaje en la cuestión de los derechos humanos. Bajar los cuadros de los genocidas no fue un mensaje para las FFAA, fue un mensaje para toda la sociedad, para la democracia, para la consolidación institucional, para reafirmar el NUNCA MAS. Continuaba la trunca afirmación democrática alfonsinista pero esta vez desde el Peronismo, esto es con más participación popular, con menos injusticia, con soberanía e independencia. Hacía peronismo.
Se miraba el futuro pensando que esas ideas de reforma institucional, de reparación ética, de imperio de la ley por sobre las facciones, irían encarnándose en el cuerpo de la nación. Se homenajeó al ex Presidente Alfonsín como nunca se lo había hecho, los peronistas mirábamos extrañados, no olvidábamos el Pacto de Olivos y otras defecciones, pero comprendimos que la unidad nacional era más importante. Era una buena idea, tanto en sentido práctico como ético. Y se intentó con Cleto Cobos como vicepresidente, con el actual presidente de la UCR Losteau que ocupó más cargos con el peronismo que con su partido (presidente BAPRO, ministro Producción de Bs As, ministro de Economía de Cristina Fernández) fue el autor de la 125 que destrozó su correligionario Cobos. En Corrientes compartimos Gobierno con los Colombi integrando la formula. Nada sirvió, tendemos la mano y la muerden. Escuchar el cierre de Rodríguez de Loredo en el tratamiento en general de la ley “Bases para la entrega” realmente daba asco.
La democracia argentina que el Alfonsín del 83 junto a Nino y otros intelectuales pensaron, parece hoy un edificio con cimientos corroídos, desgastados. Elecciones periódicas con tremendos condicionamientos externos acompañados por los CEOS internos, no garantizan la plena vigencia del Estado de derecho y la Constitución, cuando los vemos bastardeados por un proyecto de ley y un decreto copiados de la legislación autoritaria no tan lejana, que para votarse y mantenerse necesita la represión de Bullrich, sin equivocarnos ella es solo un instrumento. No podemos suponer una causalidad en los sucesos, la mayor dureza de la represión se sucedía cuando los diputados oficialistas lo necesitaban. Tenían que ganar tiempo la Banelco cada vez era más cara.
La pelea que el campo popular debe dar podemos suponer es de larga duración; podrán desechar a Bullrich cuando no les sirva, o hasta el mismo Milei, después de todo el poder real actúa movido por intereses no por ideales. Por ello organizarnos para resistir, necesariamente nos debe llevar a consensos internos que permitan colegir una conducción, sin negarnos a la autocrítica, que nos ha de advertir los errores cometidos. Si queremos que la democracia sobreviva a la entrega que ya está en marcha y a toda velocidad, debemos oponerle todo lo bueno que los 40 años de democracia nos permita cosechar y aquella consigna histórica e irrenunciable. LIBERACIÓN o DEPENDENCIA!!!