Hace algunos años hablando con una viejita, en la Nicaragua revolucionaria del sandinismo, me contaba cómo ocurrió el devastador terremoto del año 1972 que destruyó por completo la ciudad de Managua y mató a miles de personas. La humilde mujer me decía que ‘’había muchas señales de que algo estaba por pasar, pero no pudimos ver” y agregó, “el cielo se volvió rojo, los pájaros callaron, el viento se detuvo y hasta las gallinas se fueron a sus dormideros (y eso que todavía era de día), horas después llegó esa especie de explosión y ocurrió el desastre”.
Así como ocurrió ese terremoto en Centroamérica, ayer los peronistas tuvimos nuestro propio desastre. Sin poder ver o sin querer ver las señales de lo que se venía. Al menos parecieran ser esos los ecos de nuestra propia derrota.
Primero, se subestimó a Milei, cuando la prédica dice que, en política, por precaución no debe subestimarse a nadie. Este personaje nos “robó” el discurso, muy cínicamente, hablando de revolución, de castas, del sistema fallido, de quemar bancos porque son los que se llevan la plata, de libertad etc. además de otras barbaridades que tienen eco en una población cansada por años de no llegar a fin de mes (Macrismo y Fernandismo por igual). Y una juventud que no ve futuro, que lo sigue, que no vivió el 2001 del que “se vayan todos” y a la que el discurso de las castas le viene bien ante tanta incertidumbre. También se intentó deslegitimar injustamente a esa juventud que lo acompaña, en vez de analizar el por qué.
Desde estas páginas se intentó mostrar esas señales y fuimos prudentes aún cuando no acordábamos (algunos nos trataron de duros por algunos escritos) acatando de alguna manera la organicidad de nuestro movimiento.
El panorama no es alentador, más si tenemos en cuenta que a menos de 24 horas ya se produce una devaluación con todo lo que eso significa para una campaña electoral. En realidad, se debería salir a ganar votos con medidas económicas favorables a los sectores más necesitados y tratar de atraer esa masa de casi 11 millones de personas que no fueron a votar.
Hay que replantearse la estrategia ganando votos, recuperando votos de esos sectores y no tratar de “robar’ votos a otros sectores con discursos parecidos.
Hay que ser consciente de que el enemigo, que todos sabemos quiénes son (no el adversario político), logró instalar dos candidatos de derecha por primera vez en una elección en nuestro país, que pueden ganar y que no son hechos circunstanciales.
En política siempre es posible recuperarse si se tiene una buena lectura de la realidad sin caer en el voluntarismo tentador. Hay que analizar la estrategia y cambiar lo que sea necesario. Las últimas elecciones en España son una muestra.
Hay que volver a las fuentes del peronismo, recuperar nuestras banderas con acciones concretas, tenemos el gobierno, no sujetarse a los mandatos internacionales, ser rebelde y pragmáticos al mismo tiempo. Nuestro histórico movimiento tiene experiencia y sabrá responder a esas consignas. Seamos nosotros mismos, nuestra historia nos avala, no tratemos de imitar a otros por la famosa coyuntura y seamos audaces que nuestro pueblo nos va a acompañar.
Al menos, seamos capaces de dar repuestas a esos sectores que hoy no creen en la política, pero que es lo único que va a salvarlos. Lo que se viene, en caso de ganar la derecha o la ultra derecha, es grave para el país y cuando digo país, hablo de nuestro pueblo humilde. Como peronistas nos debemos a ellos y a nadie más.