Las fotografías de Víctor Basterra, las que pudo sacar entre sus ropas, de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) enseña y coloca de testigo al mundo, los horrores del mecanismo del genocidio, de la dictadura cívico militar argentina.
Víctor Melchor Basterra, había sido secuestrado por miembros de la Armada, junto a su compañera y su hija bebe de dos meses en agosto de 1979, permaneciendo detenido-desaparecido hasta pocos meses antes de la asunción del presidente Raúl Alfonsín en 1983. Luego de ser torturado y casi muerto, durante los cuales tuvo dos paros cardiacos, fue llevado al aérea documentación de los marinos, y por sus conocimientos de fotografía y grafica, es empleado como mano de obra esclava dentro de esa repartición naval.
Como parte de su “trabajo,” Basterra debía retratar a los militares para sus documentos de identificación falsos, los cuales portaban cuando realizaban secuestros, asesinatos, violaciones, tortura. Basterra, en cautiverio de los marinos, fotografiaba lo oscuro de esa pesadilla inhumana, y de las cuatros tomas que les hacia, siempre había una quinta que él se la guardaba. Comenzando a ejecutar así, su plan, que un día, si sobrevivía, lo llevaría acabo; denunciar lo que allí sucedía. Tal como lo había prometido a un compañero, antes de que éste fuera asesinado.
Pero, además, cuando Víctor, por casualidad descubre los negativos de los detenidos desaparecidos fotografiados por los propios represores, presiente aun mas, que debe cumplir su compromiso, así ya sea a costa de su propia vida. Debía sustraer esos filmes, para en el porvenir dar testimonio de lo vivido. Así fue sacando de a pocos, en cada salida que le permitían irse a su casa y en las paredes de la misma, escondía su secreto.
Hay muchas fotos recobradas del infierno de la ESMA. Las victimas son muchas, miles pasaron por ese lugar, por ese centro clandestino de detención. Pero aun a ciencia cierta, no se sabe si a todos los desaparecido/as les tomaron fotos.
Sin embargo, para mi una de esas fotografías recuperada del inframundo de la ESMA, y colocada en primera persona, siempre ocupo mi interés; la imagen de Josefina Villaflor, su imagen aparecida es de por si, un acontecimiento inédito.
Ya no podía negarse la existencia del horror, del mal que vivía en el centro mismo de una ciudad populosa y moderna como Buenos Aires. Por el frente sus veredas y calles, miles y miles de persona pasaban diariamente para sus tareas diarias. Mientras por dentro de sus muros y paredes el infierno consumía las vidas de seres humanos. La imagen de Josefina, me pareció siempre que cuestiona al observador y al mismo tiempo lo transforma en testigo directo.
Los negativos de Josefina recuperados por Basterra, parecen decir; acá estoy, ahora, aun viva para siempre, aunque ya no esté. La imagen de Josefina revela, arrastra, consigo misma, lo inconsciente a la luz consciente del horror. Josefina pareciera decir con su actitud; aquí estoy, voy a desaparecer, pero me voy a quedar con vos, en tus ojos, en tu consciencia, soy/sos una/un testigo para siempre en cualquier lugar, en cualquier ciudad, en los estrados judiciales de los juicios por venir, en la calle, con los hijos de mis hijos, con las madres, con lo anónimo, con ustedes me quedo para siempre.
Al dedo asesino que disparó esa foto, Josefina Villaflor, lo enfrento con intrepidez absoluta, su expresión parece decirlo – dispara – yo voy a estar para siempre.
Josefina, asistida por Víctor Basterra, sale de lo oscuro y se hace luz para testimoniar al mundo la maldad humana. El horror del terrorismo de estado en los campos clandestinos argentinos. Y que aún hoy siguen pidiendo justicia.
Lo clandestino cobra visibilidad, las fotos son parte abierta de esa invisibilidad, ahora ya no hay que imaginar la atrocidad, está ahí en esos rostros para graficar, entre nosotros, en este momento, lo que no se veía, ahora se ve; la crueldad humana. Al decir de Walter Benjamín ‘”la imagen autentica del pasado”
Por su compromiso político –militante peronista, sindicalista grafica- Josefina sabe que las fotografías, es un territorio político y de ahí su gesto como dando testimonio de militancia; ante el opresor, ante el verdugo no hay derrota en su mirada. Hay si nobleza contestataria. Es, en definitiva, una postura ética de humanidad ante la monstruosidad humana.
Víctor Melchor Basterra falleció días atrás. Fue un testigo clave para los juicios de la ESMA. Ya no está, se fue, pero seguirá con nosotros, como Josefina, (quien hasta hoy continúa desaparecida) para siempre, dando testimonio desde el mas allá. ¡¡Hasta La Victoria Siempre Víctor, Hasta La Victoria Siempre Josefina!!
PD. Esta nota esta relacionada a otra escrita por Dot Tuer, en el año 2013,
en relación a Josefina Villaflor y a las conversaciones que tuve con Víctor sobre este tema.
https://www.academia.edu/42749202/Published_Version_Towards_the_Darkness_and_the_Light_Reflections_on_an_ESMA_Photograph_Prefix_Photo_27_2013_