Vivimos tiempos oscuros en donde las derechas se asoman sin disimulo ni engaños a avisar, que como siempre lo han hecho, vienen por todo. Tiempos de desconcierto en donde las mayorías confunden sus intereses objetivos y caminan mansamente repitiendo y hasta justificando los argumentos de quienes vienen justamente a quitarle derechos. Tiempos dolorosos en donde hasta los consensos más sólidos que con lucha se habían logrado en este país, tambalean rodeados de negacionistas y violencia por todos lados. Vivimos tiempos difíciles en donde parece que lo único que importa es tener razón, o escuchar sólo a aquellos que lo confirman.
Tiempos de peste y de guerra. Tiempos trascendentales para recordar que los días más oscuros siempre comenzaron con señales que la mayoría se empeñó en no ver o en no querer ver. Que no sea demasiado tarde.
Spoiler: No encontrarán en esta nota ni una línea que aliente al desánimo, que fomente divisiones, ni que minimice diferencias, que las hubo, las hay, y que si se saben conducir, hasta podrán ser favorables en su diversidad para el fortalecimiento del espacio de gobierno. De eso se trata.
Es más, lo que intenta generar esta nota, es la certeza de que estamos a tiempo de construir la épica y de ganar en 2023. Se necesita ayuda, eso sí. Ayuda traducida en acciones, en conducción y comunicación.
Nadie desconoce el lawfare, el poder real, ni la correlación de fuerzas, nadie desconoce la cancha inclinada, pero esa cancha siempre ha estado inclinada y sin embargo con audacia, inteligencia y principalmente con mucho coraje, los gobiernos de Perón, Evita y luego los de Néstor y Cristina han conseguido dar la lucha para ampliar derechos a las mayorías.
Como decía el gran Pino Solanas: “si se pudo, se puede”. La audacia es la capacidad para emprender acciones poco comunes sin temer las dificultades o el riesgo que implican.
Sería de gran valor en estos momentos históricos trascendentales, entender que no se puede dar solo las batallas en donde uno cree que puede ganar. Se deben dar las luchas porque es un imperativo moral, porque es lo que hay que hacer, porque es el legado de un movimiento que es la esperanza de las grande mayorías postergadas. Entender al fin que la lucha más valiosa es cuando se conoce que el riesgo de perderla es grande, pero igualmente se la enfrenta.
Es que siempre es imposible, cómo decía Perón en su metáfora culinaria, hacer una tortilla sin romper algunos huevos.
Por eso desde este espacio de pensamiento crítico y propositivo que es el Ateneo Liberación, persisto en la apuesta por la esperanza, no la que está relacionada solamente a la espera, sino la que provoca acciones reales modificadoras, superadoras, para que en cada espacio, sindicato, asociación, barrio, familia (y ahora también redes y afines) demos desde abajo, en la medida que cada uno pueda, la lucha para ganar en 2023.
Eso sí, se necesita ayuda.
Por eso a cada funcionario, dirigente o aspirante, le propongo con humildad en este momento crucial, que antes de tomar una decisión, escribir un tweet, u operar en un off the record, repita a viva voz, para aclarar o recordar el concepto: primero está la patria, después el movimiento y por último, por último, muy por último, los hombres y mujeres.-