Al cumplirse el 17 de octubre el 78 aniversario de aquella gesta popular, que hacia el año 1945 puso fin a una época de fraude, corrupción y de entrega del patrimonio nacional al capital extranjero, no podemos menos que rendir nuestro sentido homenaje hacia aquellos miles de trabajadores que irrumpieron en las calles de Buenos Aires y del interior del país para exigir la liberación del entonces Coronel Perón de la Isla Martín García. Sin la intención de hacer historia, sólo cabe recordar que el 4 de junio de 1944 se produjo un golpe de estado, que puso fin al proyecto continuista de la oligarquía a través de la candidatura presidencial del rico terrateniente norteño Robustiano Patrón Costa, parte de una década signada por el ultraje social y por la dependencia neocolonial de la Patria. Fue desde el seno de aquel golpe militar que surgió el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) cuyo liderazgo ejercía el entonces Coronel Perón. Signada su personalidad por la impronta de una concepción ideológica nacionalizante y humanista, eligió la Secretaría de Trabajo y Previsión, desde la cual fue logrando la adhesión de la clase trabajadora sindicalizada y cimentando su liderazgo político.
El aguinaldo, el fuero laboral, la extensión de la policía del trabajo al interior del país a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Estatuto del Peón Rural y la Ley de Asociaciones Sindicales que reconocía la legalidad de las asociaciones sindicales y por fin la promesa de la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, se constituyeron en las razones profundas de la adhesión hacia el entonces Coronel Perón de aquellos millones de trabajadores que, aquel 17 de octubre de 1945 irrumpieron las calles no solo para hacer posible su liberación, sino también, para que desde el propio seno del Ejército se comprometiera a través del Gral. Farrel a convocar a elecciones. Fue en aquella oportunidad histórica que, desde los balcones de la Casa de Gobierno, el entonces Coronel Perón convocó a la unidad de la clase trabajadora, la que se convertiría en el tiempo en la base de sustentación política de su triunfo en las elecciones del 24 de febrero de 1946, derrotando al binomio de la decadente partidocracia liberal (Tamborini-Mosca) apoyados por el imperialismo a través de su Embajador Sprille Braden.
Hoy, a los setenta y ocho años de aquella gesta histórica, no evocamos el 17 de octubre con sentimiento nostálgico, sino como la piedra basal de una revolución inconclusa, la de la Patria Justa, Libre y Soberana. En nuestros días está más latente que nunca en el corazón de millones de trabajadores/as aquella gesta que hizo posible con el Peronismo dar rango constitucional a la nacionalización de los recursos naturales y de los servicios públicos, a la justicia social como principio rector de la economía nacional y a los derechos de la clase trabajadora, que integró a la mujer a la vida política nacional, que hizo suya la bandera de la integración de la Patria grande soñada por San Martín y Bolívar y que, fue capaz de integrar a nuestra Patria en materia de política exterior hacia el año 1973 al Movimiento de Países No Alineados, en la lucha común de los pueblos del otrora Tercer Mundo contra el imperialismo, el colonialismo y el sionismo internacional. Para concluir y a no olvidar, el 17 de octubre de 1945 está presente en el mensaje póstumo del Gral. Perón del 12 de junio de 1974 cuando sostuvo: “yo vine a unir y no a fomentar la desunión de los argentinos. Yo vine a lanzar un proceso de liberación nacional y no a consolidar los lazos de la dependencia”.
En víspera de la elección del 22 de octubre, no podemos menos que rendir nuestro homenaje a la memoria de aquella generación que hizo posible el 17 de octubre, votando por la fórmula presidencial (MASSA-ROSSI) que, más allá de las discrepancias y de las reservas que nos pueda merecer, es la única que hará posible impedir el retorno de los herederos de la vieja oligarquía tradicional y sus socios del capital financiero internacional, hoy expresados a través de Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio y del libertario capitalista Javier Milei, un impresentable que -sacralizando las leyes del mercado y humillando nuestra dignidad nacional-, nos propone el suicidio colectivo de los argentinos.
“Compañero por todas tus conquistas, los días más felices siempre fueron Peronistas y es por eso que el corazón palpita por el amor eterno al General y a Evita. Sos el fuego que quema sin la llama, sos todo sentimiento que nace desde el alma. Compañero luchaste por la gloria, hiciste un país nuevo que nos cambió la historia”.