La tradición partidocrática americana nos muestras a partidos políticos elitistas y desmovilizantes, que organizan los sistemas políticos, sociales y económicos de tal manera que sean dominados por las oligarquías o las burguesías, según el grado de desarrollo de las fuerzas de producción de cada país. Ante ese sistema cerrado, aparecen como alternativa los “movimientos”, como cauce para la expresión de las masas populares, los cuales asumen una necesaria actitud de heterodoxia formal y de antipartido elitista. Tema ya anticipado por Perón en 1945.
Si consideráramos al Peronismo como un Movimiento, debemos decir que soporta las tensiones propias de la dinámica funcional, provocada por las interacciones de quienes lo integran. Esta precariedad estructural, que muchas veces genera conflictos que amenazan con la estabilidad, fue suplida por liderazgos fuertes que definieron los rumbos, manteniendo la integridad del movimiento más allá de circunstanciales escisiones. Por ello el fundador del Movimiento hablaba de “la organización que vence al tiempo”. Tenemos esa deuda.
La debilidad estructural nos somete a situaciones y dificultades que en algunos casos distancia a los dirigentes entre si y a algunos de ellos del propio pueblo que deben representar, generando riesgos y desequilibrios que algunos llaman crisis de representación.
Estas recurrentes crisis hacen por ejemplo que el Peronismo, pensado para ser invencible en las urnas, haya caído en más de una oportunidad por quienes representaban las antípodas del pensamiento Nacional y Popular. El no poder considerar al Peronismo estructuralmente como un pensamiento puesto en acción, nos produce a veces añoranzas irreales, sueños utópicos inexistentes e intentos erróneamente realizados. Si no fuera así no hubiésemos tirado por la borda el principio de invencibilidad.
En función de la duración, de la intensidad, de la extensión, la naturaleza y relaciones personales y políticas de los ámbitos afectados, las tensiones pueden ser asimiladas o, por el contrario, convertirse en conflictos que amenacen la estabilidad. En este último caso, si las perturbaciones generadas son de un carácter tal que pongan en peligro la integración e identidad política, afectando “las bases del consenso” y son percibidas de alguna manera por los integrantes de la sociedad, se puede hablar de “crisis “.
Definir el Movimiento, Nacional, Popular y Revolucionario y la calidad de la conducción estratégica y táctica es muy necesario, porque la unificación del discurso estratégico hace a la supervivencia del Movimiento en tanto define su accionar. Cuestionamos muchas veces a Perón, también a Néstor y Cristina, obviamente también al compañero Presidente. Perón nos puso “el bastón de mariscal en la mochila” y además de ello, no creemos en la infalibilidad humana, acatamos las decisiones disciplinadamente como cuestión metodológica, pero eso no significa que silenciemos nuestras opiniones en la medida que podamos ayudar en la rectificación de aquello que consideramos errores, fundamentalmente los que hacen a nuestra esencia. Hay algunos compañeros que pregonan que la crítica al gobierno es bombardear la nave en la que estamos todos embarcados, sin embargo, debe pensarse diferente, de lo que se trata es de corregir el rumbo para llegar a buen puerto. Ser obsecuente de aquellas cosas en las que no se cree te transforma poco más que en alcahuete.
Es claro, que las conmociones, debates y eventuales crisis tienen un planteo y una resolución diferentes en momentos del proceso de acumulación de masa crítica para la obtención del poder, que una vez obtenido el mismo. Aunque reconozcan una concreción diferente, los elementos y factores políticos como los sectores intervinientes son constitutivamente los mismos. La unidad de acción se logra por la unidad de la concepción, que admite teorizaciones y metodologías diferentes siempre basados en los principios rectores que definen el Movimiento: una Patria Justa Libre y Soberana.
“Las izquierdas se pelean por ideas y las derechas se juntan por intereses” (José “Pepe” Mujica)
A pesar de que hace tiempo entre “Alberto y Cristina” mandan los silencios, las cartas y los tuits con tonos disidentes o diferentes, para el casi orgásmico goce político opositor son resentimientos y desconfianza; la Vicepresidenta en su última aparición pública en el Chaco cuando recibió el doctorado honoris causa, como siempre impecable en forma y fondo y con su particular estilo, le bajó el precio a la disputa y hablo del “debate de ideas”. Y con ello seguramente se estaba refiriendo algunos temas, no muchos, pero si muy importantes en los que tiene sus severos reparos, tales como el manejo del superávit fiscal y las reservas del Banco Central, el manejo del comercio interior, la inflación y fundamentalmente en el aumento de las asimetrías sociales: “hay trabajadores en relación de dependencia pobres, algo que nunca pasó en el país”.
A quién le quepa el sayo que se lo ponga, aunque no le esquivó el bulto y se incluyó claramente en el gobierno: “No le estamos haciendo honor a tanta confianza que depositaron en nosotros”. En los hechos también demuestra pertenencia, se trataron con premura en el Senado de la Nación, todos los proyectos enviados por el ejecutivo, hasta el tan flojo de reforma judicial, ahora están intentando aprobar el proyecto para pagar la deuda con los dólares fugados, el aumento de los miembros de la Corte y van a tratar de parar el ridículo de la boleta única. Desde su función de Vice se siente parte del ejecutivo y ayuda.
También debe tener mucha importancia, el para nada desdeñable tema del reparto del poder, aunque no se mencione tanto.
Lo elemental, es que algunas cosas no fueron consensuadas al momento de proponer la fórmula. Si lo que se propusieron fue una alianza para sacarse a Macri y ganar una elección, convengamos que el proyecto era muy pobre y engañoso hacia el pueblo que votó una propuesta que incluía temas como la matriz productiva, la reforma educativa y sanitaria, la problemática de la soberanía interior, la consolidación de derechos sociales para que el pueblo se refleje en el Estado y no en “agrupaciones sociales”. Estos algunos, entre tantos otros. No olvido que, en el medio tocó como a todo el mundo, la maldita pandemia y luego de ello la negociación de la deuda. Lo primero no pudo preverse, pero lo segundo debió estar acordado, así como debe acordarse el tratamiento de la inflación, las retenciones, el combate a la creciente desigualdad.
No se evalúa la política económica según un patrón de optimidad sino como un proceso subordinado a la política, en el que los errores no se definen como apartamientos del óptimo económico sino como errores de cálculo en la dimensión política, así ésta no debe perder su primacía sobre la economía, no es solo la expresión concentrada de ella. La decisión política acerca del proyecto nacional es la que determina la estrategia económica y no al revés. La decisión política siempre es lo primero.
Alberto Fernández es el Presidente y el sillón sólo admite lugar para uno, eso es claro. Pero a nadie puede escapar que Cristina es la figura central de la política argentina. Teléfono para todos, sin Ella no se puede. Se equivocó en el manejo electoral de medio término al frenar las internas y hasta lo admitió, por ejemplo, supo perdonar y premiar a Camau Espinola y castigó sin necesidad al “Chivo” Rossi. Sin embargo, sus virtudes son más grandes que sus errores. Desde el entramado judicial de Comodoro Pro no pueden probar nada de lo que dicen. Los insultos sin cesar agrandan su figura a ojos de la militancia. Habla en una Universidad en el interior del Chaco y el país se pone en cadena, muchos porque saben que sus discursos son notables, porque genera expectativas y muchos también porque están esperando el menor error para castigar y cuando no lo consiguen difaman.
Para completar el panorama el Presidente asegura que que con la Vice tiene diferencias, no disputas, y que el peronismo debe hacer lo que sea necesario para que no vuelvan Macri y la derecha. Asegura no estar discutiendo con Cristina, ni estar discutiendo ninguna interna y que no está pensando en la reelección porque está ocupado en como salir de los problemas que tenemos. Al día siguiente el otro Fernández que está en el gobierno, Aníbal, dio por hecho que Alberto será candidato el próximo año y hasta sugirió que podría derivar en una PASO con la Vice.
Es hora que el Frente de Todos clarifique el debate. La resolución del conflicto no puede ser meramente especulativo/electoral, sino que depende de los objetivos y del contexto en que deban moverse las masas populares argentinas en su lucha por la reivindicación social y la liberación nacional.-