Como es sabido, el movimiento peronista es una fuerza transformadora de arrolladora presencia. Lo demostró desde su nacimiento y en muchas etapas de la vida política de nuestro país, poniendo el cuerpo literalmente hablando, para transformar o cuestionar el statu quo.
Sin embargo, hoy debe afrontar una vez mas un desafío importante en el contexto actual de pandemia mundial, con agravada situación económica y con una oposición -al gobierno nacional peronista- organizada y desestabilizadora.
Ante las inminentes elecciones nacionales y particularmente en Corrientes este próximo mes de agosto, no son pocos los desafíos del peronismo correntino, de los peronistas en particular, de cómo militar y ganar las elecciones en medio de la mayor emergencia sanitaria de los últimos 100 años que afronta la humanidad.
Y si bien todos los partidos están en igual condiciones de competir, en relación a la pandemia, en principio no es así. La fuerza motriz del peronismo siempre fue y será las grandes movilizaciones sociales, la calle; el espacio público como lugar de la disputa de lo popular, históricamente y no solo en lo político, sino también en la cultura de la identidad peronista y la construcción del poder territorial. Hoy “virus” de por medio, ese espacio está vedado o al menos muy limitado.
Sin lugar a dudas, en los últimos tiempos esa disputa de lo público, por la pandemia y consecuencia además del desarrollo tecnológico, se vio alterado por la dominación del espacio virtual. Y como es notorio y sabido, los generadores del espacio virtual no están en manos de los que defienden los intereses populares, sino todo lo contrario, son los que defienden lo privado y lo individual. Tanto los medios de comunicación masivos, diarios, televisión e inclusive las redes, que representan esos intereses corporativos, son aliados en el menor de los casos, o parte mismo de los partidos adversarios del peronismo, es decir, los controladores del discurso hegemónico masivo, manejan así mismo las herramientas electorales de comunicación.
Y si bien los medios tecnológicos siempre estuvieron en manos del poder real, la pandemia obligó a reconfigurar el campo popular alejado del espacio público de disputa -por el cuidado de la salud a través del enclaustramiento de la población-, generando lo virtual como eje central de comunicación, presentando al peronismo y al campo popular un desafío nuevo a superar.
Ante la priorización de la vida, el campo nacional se recluyó de la calle, el lugar natural donde siempre debatió sus problemáticas. La calle en el sentido mas amplio de comunicación, disputas y transformación de realidades.
En las próximas elecciones, donde hay que ir a ganar el voto territorial, esas experiencias populares de años, de acercamiento físico, emocional, de rituales, de conquistar el voto mano a mano y de boca en boca, hoy está muy limitada.
Pero eso deberíamos pensar, más allá de estas circunstancias electorales, en dos cuestiones importantes de la coyuntura; la pandemia y sus muevas modalidades parecieran van a quedarse por mucho más tiempo y la tecnología, por otra parte, seguirá en manos del adversario, en un mundo superconcentrado e hipercontrolado.
Son preguntas validas para hacerse cómo se va a militar ante semejante limitación y cambios estructurales evidentes y acerca de cómo el peronismo y el campo popular debe encontrar nuevas herramientas para seguir luchando por una sociedad más justa y solidaria