El día después de las Primerias Abiertas Simultaneas y Obligatorias todos los actores de la política se volcaron a analizar los resultados en vista a la general del mes de noviembre. Aunque no lo pareciera, fue sólo una interna, una elección de los candidatos definitivos para la decisiva votación de medio término. Los datos indicaron al gobierno que deberá realizar una rectificación inmediata para llegar dignamente a noviembre y para que el resultado definitivo no sea aún más catastrófico.
Más allá de algunas particularidades provinciales donde los liderazgos fuertes se impusieron, el conjunto emitió un veredicto rotundo, general. Es innegable, que los guarismos demarcaron un escenario muy adverso para el gobierno nacional. Tanto si se mide en la suma total de votos, en las provincias que ganó cada fuerza, como en las perspectivas para las Cámaras si se repitieran las tendencias concretadas el 12 de septiembre.
La gran duda con los resultados puestos, es si esta elección interna donde la perdidosa alianza de gobierno unificó listas en casi todos los distritos, algunas veces con fórceps, fue lo suficientemente indicativa para mostrar el desacierto de la estrategia y reconocer errores.
En una primera lectura, la estrategia de la unidad hasta que duela, como plan anterior exitoso, ahora dolió mucho hacia adentro, ante el vacío del debate militante. En estas páginas lo dijimos con anticipación, igualmente el resultado asombra hasta el más pesimista. El error en política se paga en el cuarto oscuro, desaciertos tales como perdonar traiciones, no comunicar cabalmente las políticas acertadas, pensar que con la vacunación ya bastaba, no autorizar la participación de los compañeros. No permitir que las diferencias se diriman en las urnas internas produce la inmediata implosión posterior. La interna hoy se dirime en la primer línea de poder, afecta las instituciones, la gobernabilidad y todas la variables de la economía.
Suponer que un plan o un plato de comida de los comedores es igual a un voto, es equivocado y no muy peronista, estamos errando. Olvidar las promesas de campaña, y que por eso nos votaron, donde el empleo era el eje convocante. Se sigue haciendo contención y no políticas, el supermercado cachetea todas las semanas y vuelve a la realidad al votante pobre. Bueno no vamos a mencionar todo lo que oportunamente dijimos, solo agregaremos para mirar el futuro con posibilidades que gobernar no es mandar, que el militante no es un empleado, que el pueblo debe ser escuchado más allá de las encuestas mentirosas, hay que salir de la burbuja, el contacto es el que permite la mejor percepción.
Perder una elección de medio término no es novedad para un gobierno Peronista, desde 2005 que no se gana. Hasta Néstor Kirchner encabezando una lista perdió en su momento. Eso no significa que no se pueda revertir el resultado para intentar el gran salto en noviembre, va a ser difícil tratar de lograr una mayoría en el congreso, mantener lo que se tiene ya sería un logro.
La mirada ahora, desde el gobierno nacional, debe estar puesta en la gestión. Las dudas que genera el gabinete, ¿ministros que renuncian ante la prensa?, ¿se boicotea el gobierno desde adentro? ¿se resolverá ahora o se va avanzar en modo automático hasta las “elecciones en serio”? creemos no es solo un problema de tal o cual ministro, es también una cuestión de proyectos. Tampoco es nuevo hace casi un año, la vicepresidenta había deslizado una fuerte crítica al funcionamiento del gobierno y no dudó en pedir cambio de nombres “HAY FUNCIONARIOS QUE NO FUNCIONAN”, la advertencia no fue escuchada. Las fotos de campaña con la presencia de Alberto, Cristina y Massa no fueron suficiente. No alcanza con el arreglo de palacio por los espacios de poder.
Se sobrestimó las políticas macro y se subestimó al pueblo, se miró la política con “mirada neoliberal”, pero no solo el Presidente, le pasó a toda le primera línea, incluidos los gobernadores, se creyó que el voto vacuna solucionaba todo. Nos guste o no, esa es la realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla.
El tiempo antecedente a las elecciones de noviembre es muy poco, y el avance en la reactivación es a tranco lento, se está recuperando la economía y se está recuperando el tiempo perdido, pero solo se ve en las estadísticas, no baja al pueblo. Se pone mucho esfuerzo en comunicar que se está tratando de sacar a la Argentina de las dos pandemias por las que atravesó sin tregua ¿pero el mensaje se escucha? Pareciera que no. Que la política sanitaria haya sido exitosa, con la vacunación masiva a la que la oposición se oponía con respuestas grotescas, dudando desde la calidad de las vacunas hasta la posibilidad de conseguirlas, no tuvo como correlato un mensaje político bien trasmitido de la campaña y sus resultados. Aún recordamos como el Presidente sentaba a su lado a Rodríguez Larreta.
La idea entonces debiera ser acelerar la agenda por las cosas que quedaron pendientes por las pandemias. El resultado debe hacer cambiar la hoja de ruta. Se debe seguir dándole impulso a las iniciativas de los sectores productivos, promover la creación de empleo y oír a la clase media, porque es ahí donde el gobierno perdió muchos de sus adeptos. Si bien el principal golpe fue por la pandemia “la culpa siempre es del gobierno”, en el Frente de Todos saben que es ahí donde deben concentrarse para recuperar votos por que es justamente entre esos sectores donde bajaron las acciones populares.
Se debe definir el camino a transitar hasta las legislativas, algunos tratan de evitar temas controvertidos, en el FDT muchos creen que no hay margen para proponer proyectos que le sirvan a la oposición como plataforma para plantear debates. Y otros creemos que el debate de ideas y la confrontación de proyectos es la senda a transitar hasta noviembre, no podemos y no sólo por convicción, sino también por estrategia, abandonar la discusión de los temas cruciales de la Argentina.
Debemos salir del debate chicanero, de la fiesta en Olivos o del vocabulario de tal o cual dirigente, cuando lo que está en juego son los destinos de la Patria. Deuda externa, hidrovía, reforma judicial, designación del Procurador, ley de etiquetamiento de alimentos, humedales, entre otros son los temas fundamentales, pero no puede no tenerse un mensaje hacia la juventud, se promueve el voto desde los 16 años y se los deja sin propuesta. Necesitamos diferenciarnos, no temerle a la confrontación de las ideas. No solo podremos recuperar algún voto sino también levantar la autoestima de los compañeros, alicaída después de programas no cumplidos o frustradas participaciones y ahora dolorosas derrotas.
El PRO, el más reaccionario en la propuesta, se impuso a la Unión Cívica Radical (UCR) en las primarias más relevantes que los enfrentaron: CABA, Buenos Aires y Córdoba donde cayó Negri ante Luis Juez. La UCR se impuso en las provincias que gobierna (Mendoza, Jujuy y Corrientes) donde los gobernadores son más macristas que radicales. Los “herederos” de Irigoyen quedaron detrás de Rodríguez Larreta, que avanzó en sus aspiraciones presidenciales.
No todo está perdido, no sabemos si se podrá revertir el resultado, pero vale la pena intentarlo. El riesgo llega hasta la posibilidad de perder el quorum propio en el Senado. Ahora sí, con la presencia territorial de Alberto y Cristina apoyando a sus candidatos, mostrándonos a los peronistas que ellos tuvieron la capacidad de perdonar conductas reprochables y que ellos garantizan su conducta futura. La presencia de algún ministro bien intencionado no alcanza a mover el amperímetro político.
Cuando el gobierno no ofrece resistencias firmes o no encuentra discurso y soluciones ante la crisis sin importar quién la produjo, la polarización beneficia a la oposición. Se paga por los errores propios, ajenos y no forzados. El mensaje del presidente, “hemos escuchado a la gente” debe traducirse en acciones políticas.–