Argentina, diciembre 2023. Con un programa económico ultra ortodoxo bajo el brazo, radicalizando la letra del libreto que históricamente impone el FMI en cada país donde interviene, asume la presidencia Javier Milei, con el 56% de los votos de amplios sectores de la población.
Sin pretender ser una experta en marketing proselitista, es posible observar y comprender que la estrategia que se propuso desde la LLA[1] para lograr el objetivo de trasladar a Javier Milei de un set de televisión y de “Tik Tok” a la presidencia de la Nacion, no fue más que dar con un diagnóstico simplista, pero funcional, al exitismo del momento: “un salario que se desangra mes a mes al son de la inflación galopante”. Esta poción mágica dio apertura a cualquier tipo de receta milagrosa que permita soñar nuevamente. Sin que podamos ver más allá de ese cielo.
Pero todo milagro tiene su procesión, y corriendo un poco el velo de “esperar mágicamente algo”, nos chocamos con el tarifazo, el arancelamiento de prestaciones básicas (salud), el achicamiento del Estado, la reforma tributaria, la flexibilización laboral, privatizaciones, la reforma previsional, por mencionar algunas medidas.
Si relacionamos cada medida adoptada, con la declaración de principios consignados como los 10 puntos claves que se detallan en el documento “Bases de Acción Política y Plataforma Electoral Nacional 2023 LLA”[2], se podría llegar a pensar que las propuestas libertarias no traen nada nuevo bajo el sol, y mucho menos vienen a irrumpir o revolucionar algo, dado que se parece demasiado a una restauración conservadora; sin embargo, bajo estas proclamas y transcurriendo el segundo semestre del gobierno de Javier Milei y LLA, la procesión sigue. A la implementación de estas medidas a rajatabla se le suma un fuerte contexto de recesión, de mayor caída del consumo, principalmente en alimentos de primera necesidad, una merma acelerada del poder adquisitivo de los salarios, provocando una grave crisis social en los sectores medios y populares.
Siguiendo esa misma secuencia de hechos, desde el inicio de la gestión a la fecha, como consecuencia de la modificación de las competencias ministeriales efectuada por la Ley de Ministerios, se procedieron a la desvinculación, o despidos encubiertos, de más de 24.000 trabajadores estatales, con más de 20 años de carrera profesional en la administración pública nacional. Así el topo, odiador del Estado, se dio a la tarea de purgarlo, y a como sea llegar al déficit fiscal cero.
Este es un dato, a tener presente, no estamos frente a un “outsider”, un paria fuera de ley, que viene a romper con las cadenas que nos sujetan y coartan nuestras libertades. Muy por el contrario, lejos de representar y parecer lo disruptivo en el contexto actual tanto en el escenario local, como global; es el mejor alumno que vino a “acomodar y ajustar”. Y en esta empresa, se armó de las herramientas discursivas más disruptivas, que la mayoría silenciosa buscaba escuchar.
Así, este avance del plan “motosierra”, no fue posible sin antes demonizar y criminalizar al trabajador del Estado, bajo el discurso oficial de que la Argentina es “un país empobrecido” con un Estado demasiado grande e ineficiente, donde la fiesta del Estado debía ser cortada de raíz. En tal sentido, desde marzo del 2024 a la fecha, en cada alocución mañanera del vocero presidencial Manuel Adorni, podemos escuchar todos los lunes de cada semana, como se han “eliminado” del mapa del Estado a organismos, secretarias, institutos y ministerios, quedando solo nueve de este último, en el organigrama del Estado. Eliminando, en tal sentido, las posibilidades de acceso a derechos de sectores de la población históricamente vulnerados.
El sector de la Agricultura Familiar, no zafó de las garras de la motosierra
El empleado público, o el sujeto que delinque inflacionariamente.[3]
Un botón de muestra.
En la mañana del 19 de marzo de 2024, el vocero presidencial Manuel Adorni, en conferencia de prensa, anuncia la “eliminación del Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena”. En el comunicado, expresa lo siguiente: “que el [entonces] Ministerio de Economía decidió avanzar con la eliminación del Instituto de Agricultura Familiar Campesina Indígena y con el Consejo Nacional de Agricultura Familiar, luego de una revisión de datos absolutamente calamitosos y profundamente desoladores”. En su relato, continúa diciendo, “este instituto, este consejo, tenían un total de 964 empleados, el cual se va a transformar en una dirección en la que queden apenas 64 empleados, se van a reducir 900 puestos de no-trabajo (sic), y esto va a significar un ahorro de 9.000 millones de pesos, para que tomen dimensión de la fiesta que había en el gasto público solo en este instituto.” Y agrega: “además de los 964 empleados, tenía 160 delegaciones, dos sedes, una en Catamarca, otra en Santiago del Estero. Uno de cada tres empleados eran delegados, tenía 204 vehículos y el 85% del presupuesto se destinaba a pagar sueldos, casi casi una agencia de empleo público, de empleo político”, por último, sentencia: “No hemos recibido, ni de productores, ni de trabajadores del campo, un solo reclamo, así que está a la vista que el instituto ya no estaba cumpliendo con la esencia en la que se habían basado para su creación”.
De esta manera los trabajadores y las trabajadoras del INAFCI de todo el país (900 trabajadores), se anoticiaron de su desvinculación laboral sin previo aviso. Asimismo el Estado nacional retira el apoyo técnico, financiero, legal y social a las familias que desde hace generaciones cultivan alimentos. Estos equipos técnicos desde los años 90’ se encontraban trabajando en el sector , alentando a la producción agroecológica, asistiendo a las poblaciones rurales, fomentando su arraigo y facilitando el acceso a tecnologías adecuadas para mejorar la infraestructura productiva. Su desmantelamiento, más allá de los argumentos oficiales, parece obedecer a cuestiones ideológicas.
¿Qué pasa que no rompemos todo?
Mas recesión, mayor inflación, caída del consumo y del poder adquisitivo de los salarios, mayor desempleo y precariedad laboral, el 54% de la población en la pobreza[4], y el 20,3% en la indigencia. La octava encuesta a hogares con niñas, niños y adolescentes publicada por UNICEF este año anuncio que un millón y medio de N.N. y A.[5] en nuestro país, van a dormir sin cenar; sumado al incremento de la violencia estatal, frente a la criminalización de las manifestaciones y protesta social.
Ante este escenario, suponemos entonces que se dan las condiciones propicias para el incremento de la conflictividad social, laboral, y su expresión como hecho social total, a saber: el conflicto. Sin embargo, bajo estas condiciones críticas surge la pregunta: “¿qué pasa que no rompemos todo?”. Expresión manifiesta del conflicto social, del estallido, frente a una secuencia de sucesos críticos. Tomando la idea de conflicto social como hecho social total, concepto que acuñase el etnólogo Marcel Mauss (1971) para dar cuenta de la existencia de ciertos fenómenos que generan un funcionamiento particular en la sociedad, y que la alteración en su expresión y/o funcionamiento implican prácticamente a todas las esferas de la vida en sociedad.
Si la conflictualidad representa la suma de situaciones en tensión, el conflicto es su máxima expresión. Si las situaciones en tensión se dan a partir de un “estado de crisis”, cabe pensar en un “estado regular”, usual, en donde las fuerzas en tensión que se vinculan armónicamente se ven alteradas. Así, dicho “estado de crisis”, pasa a irrumpir y desbarajustar el normal acontecer de los sucesos. Para lo cual, la percepción de “un estado regular de las cosas” precede a la noción de un “estado de crisis” (Bauman, 1999, p. 150). Empero, ¿es posible concebir un “estado regular de crisis”? ¿Puede este “estado regular de crisis” constituirse en un elemento recesivo de la conflictualidad?.
La sensación de que las cosas andan mal, nos dice Bauman, la sensación de que el suceder de las cosas difieren de lo esperado, y el desconcierto que provoca tal situación de desdicha, son lo más frecuente y común “e incluso universal” de la experiencia existencial del ser humano. Así, el “estado de permanente crisis”, pasa a ser el “estado normal de la sociedad humana”. En tal sentido, ¿cómo va habitando el sujeto la conflictualidad social ante la suma de situaciones críticas del escenario actual? Si el acontecer de la conflictualidad es el “estado normal “, ¿qué representación social del conflicto estamos elaborando? ¿Es posible dar con elementos singulares de la lógica actual que van configurando la conflictualidad social, que nos permitan contar con elementos constitutivos de un suelo institucional común, capaz de producir vinculación y cohesión, acción colectiva, frente al constante intento de la segregación, dispersión y desvinculación de lo común?.
En este sentido, Bauman, afirma “actualmente creemos que la libertad humana está resuelta del mejor modo; no sentimos la necesidad de reclamar o creemos que es poco lo que podemos cambiar “el incremento de la libertad individual puede coincidir con el incremento de la impotencia colectiva” dice el autor. Y continua, “ los puentes entre la vida pública y la vida privada están desmantelados ( esto es, en tanto no se de una forma, un modo de traducir las preocupaciones privadas en agenda pública e, inversamente), no sucederá la acción colectiva. Esto es, ante la ausencia de lazos sólidos, permanentes y sin capacidad de traducir la suma de situaciones problemáticas de lo privado a lo público, ésta falta de condensación es la que altera directamente las condiciones de posibilidad de las causas colectivas. ¿Qué pasa que no rompemos todo?, ¿qué puede enlazarnos colectivamente ante tanto horror y espanto?.
La acción colectiva, la organización sectorial, sindical, flotan a la deriva, tienen vergüenza. Desorientadas intentan dar con un lugar sólido hacia donde converger. Parece fácil, pero es bien difícil cerrar filas en una causa común, en este estado de “incertidumbre, inseguridad y desprotección”, como lo describe Bauman.
Ante tanta descentralidad (salarios, política, gremio, estado, trabajo, trabajadores), solo encontramos fugaces intentos de explosiones aisladas, de corta vida, un estado de permanente conflictualidad sin llegar a la expresión plena del hecho total: el conflicto, “que se vayan todos”, “¿qué pasa que no rompemos todo?”.
Partiendo de todo este proceso de continua conflictividad en someros espasmos esporádicos, que se agotan rápidamente, ¿es posible tejer confluencias, desde las intersecciones de las desregulaciones presentes?
Pareciera ser que en este presente las personas se sienten tan inseguras, preocupadas por lo que le puede deparar el contexto en lo inmediato y el futuro, que no se logran ver verdaderamente libres para emprender la demanda de una acción colectiva.
¿Estamos ante un sujeto solo, huérfano, con temor, sin valor y sin tiempo para pensarse en su desgarramiento y asumirse en una contienda colectiva?.
Bauman, afirma que se trata de una nueva conciencia del individuo, la cual se enfrenta fatalmente a una vida sobresaturada de aprehensión, donde la única posibilidad parece ser vivir en la incertidumbre, en lo errante. Frente a ello, es poco lo que cabe hacer, no hay capacidad de agencia que canalice la demanda colectiva de más seguridad y cohesión. En razón de ello, propone la búsqueda de la política, como ese espacio de lo público, esa agencia, esa visión común que organice la incertidumbre (Ibídem). Consigna a la figura del ágora, como espacio virtual convocante.
He aquí la tarea, dar con el modo de ser actual de la conflictualidad, en torno a este “estado permanente de situaciones críticas” y la representación social del conflicto que estamos elaborando, será quizás la punta del ovillo que nos lleve al horizonte de sentidos posibles, comunes, que articulen el nuevo pasaje a la vinculación y cohesión actual, y se reconfigure en ese horizonte de sentidos y posibilidades colectivas que nos enlacen.
Bibliografía:
Abad, S. y Cantarelli, M. (2012). Habitar el Estado. Pensamiento estatal en tiempos a-estatales. Editorial Hydra.
Bauman, S. (1999). En busca de la política. Fondo de Cultura Económica.
Bourdieu, P. (1997). Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama.
Dacuy M. (2024). El Show de los Despidos, en Revista Liberación. Quien Quiera Oír que Oiga. 5 de abril 2024. https://revistaliberacion.com.ar/el-show-de-los-despidos/
Ley 27.118 de 2014. Que tiene por objeto la reparación histórica de la agricultura familiar para la reconstrucción de una nueva ruralidad en Argentina. 28 de enero de 2015. D. O. No. 33.059.
Modonesi, Massimo. (2012). Entre desmovilización y removilización. Consideraciones sobre el estado de las luchas populares en el marco de los llamados gobiernos progresistas latinoamericanos durante 2011, en Aguilar, S. (ed.): Anuario del Conflicto social 2011, Universidad de Barcelona.
Mauss, M. (1971). Ensayo sobre los dones, razón y forma del cambio en las sociedades primitivas en Sociología y Antropología. Editorial Tecnos.
Resolución 72/239 de 2019 [Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO]. Por la cual se pone en valor la relevancia de ser campesinos en el mundo actual desde una nueva perspectiva, asimismo los sectores de la agricultura familiar, para la erradicación del hambre. Diciembre de 2019.
[1] La Libertad Avanza, alianza electoral que llevó a la presidencia de la República Argentina a Javier Milei en diciembre de 2023.
[2] Sus principios y valores se traducen en 10 puntos claves, consignados en los siguientes ítems: “1. Eliminación y reducción gradual de impuestos, 2. Reforma de la administración nacional, 3. Reducción hasta la eliminación de los subsidios a la energía y al transporte, 4. Elevación de la edad jubilatoria, 5. Reducción gradual de planes sociales, 6. Reforma laboral, 7. Reforma de la Coparticipación Federal, 8. Apertura externa, 9. Desregulación y simplificación normativa, 10. Fortalecimiento y respaldo de la moneda. Puntos que conforman el plan de reforma estructural para “salir de la crisis económica y laboral”.
[3] Referencia a los despedidos del Estado, en Dacuy M. (2024). El Show de los Despidos. Revista Liberación. Quien Quiera Oír que Oiga. 5 de abril 2024. https://revistaliberacion.com.ar/el-show-de-los-despidos/
[4] Informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), en primer trimestre de 2024 la pobreza llegó al 54,9% y la indigencia, al 20,3%.
[5] Niños, Niñas y Adolescentes.