Impulsado por el hambre, un zorro intentó alcanzar unas uvas que colgaban en lo alto de la viña, pero no pudo, aunque saltó con todas sus fuerzas. Al alejarse, el zorro comentó: “¡Oh, aún no están maduras! Se convenció, se mintió a sí mismo, no es que no alcanzaba las uvas, las mismas no estaban maduras. Algo similar ocurre con quienes aún piensan que hay que darle tiempo que aún le falta madurar. Lo que no perciben es que las uvas nunca serán suyas, que solo podrá observarlas y ver como otros disfrutan de ellas.
El objetivo del presente artículo es tratar de establecer que el descontento individual, las broncas personales, los miedos, las incertidumbres y si todo ello puede finalmente transformarse en emoción colectiva. Que el sujeto social no está muerto, está latente. Como seres humanos no vivimos aislados, por el contrario, permanentemente estamos rodeados de “otros”, somos seres sociales, relacionales, vinculados, primero a parejas, hijos, padres, hermanos, abuelos, amigos, compañeros de trabajo, como así también a instituciones, todo eso junto y mucho más nos hace una sociedad “racional”, cuando le agregamos empatías a esas relaciones nos convertimos en comunidad.
La política hizo mucho para que el sujeto social se sienta “solo y nada espere”, ya no es “el hombre de Corrientes y Esmeralda” del genial Scalabrini, que finalmente encontró su “sujeto social” en el Peronismo. Es el sujeto de La Pampa, del Noroeste y el Litoral, de la Patagonia y de ese resumen gigantesco que ahora se dio por llamar AMBA. El sujeto hoy es ese ser que se sintió abrumado por falta de respuestas, que se sintió tal vez representado, pero no partícipe. Que cuando necesitó identificarse no lo hizo en el otro, sino que solo se identifica con sí mismo. Claro que no son todos, hay muchos, muchísimos que traspasan la barrera individual / ista para atrapar el sujeto social, sintiéndose parte de un todo comunitario. Ese salto se logra estando ideologizado en la pertenencia a un espacio territorial, a un gentilicio, a una bandera, a una historia en definitiva a una Nación.
Pero pareciera que hay una hegemonía construida por la estrategia desplegada por un determinado grupo económico / social que consiguió representación política, para generar la aceptación de sus propias posiciones ideológicas entre los otros grupos sociales por medio de la “persuasión y el consenso”, fake news, medios y redes, estableciendo las políticas y las direcciones que se aceptan aún en contra de propios intereses.
Qué papel juega el enojo a la hora del voto fue el tema que no supo contemplar UxP al momento de planificar las elecciones y la propuesta electoral. La exclusión de las emociones y los sentimientos intentando la aplicación de una “teoría política moderna”, en lo particular por ejemplo excluyendo el peronismo en favor de un progresismo basado en la híper racionalidad, una concepción falsamente objetiva, consensual de cúpulas, carente de contradicciones y desapasionado. Las emociones siempre han estado en el peronismo. Si hay dudas ahí siempre está la palabra de Perón.
En la cotidianeidad compartimos nuestras emociones, nos reflejamos en el “otro”. Nos suben el alquiler, la plata no me alcanza, no suben los salarios, la plata no me alcanza, sufrimos el supermercado, la plata no me alcanza. Nos inundamos, el estado nos abandona, escuchamos en las noticias el informe de una epidemia de dengue, el estado nos abandona, que asaltaron al vecino y por tanto estoy expuesto, el estado nos abandona, que el narcotráfico azota a una ciudad y el estado nos abandona. Cuando ese miedo se trasforma en pánico, el mismo en furia y reacciono junto a mi vecino, a mi compañero, a mi amigo, a mi familia. Volveremos a ser un colectivo.
EL fenómeno Milei tiene muchas interpretaciones en los 4 meses en que lleva gobernando y seguramente muchos de sus votantes deben sufrir hoy una especie de “disonancia política emocional”, en el sentido a la desarmonía interna que sufre el sistema de ideas por las que votaron. Resulta que el ajuste lo está haciendo el pueblo por más que digan que es la política, la casta es más casta que nunca. Lo que queremos significar es que el mileismo debe estar atravesando (aunque aún no se dé cuenta) por una incompatibilidad de pensamientos y de acciones, un conflicto de creencias que en determinado momento puede explotar sobre sus actitudes y acciones ante la realidad. La forma como se viven las emociones de forma individual, las transporta también a los grupos sociales de pertenencia y referencia, y por supuesto se reflejan en nuestras conductas de interacción con una multitud.
El Presidente se siente fuerte, y dominar a otros haciéndolos sufrir puede producir cierto placer, algo así como sadismo político. Cuando se está en condiciones de ejercer poder, resulta fácil deslizarse hacia la violencia, no hablamos solo de violencia física, sino verbal, gestual twittera. Tal vez sea la furia acumulada desde la infancia que finalmente puede exteriorizarse… el violento se niega a ver que su rabia procede de sí mismo. (dejemos esto al psicoanálisis). Lo que si debemos decir es que la violencia de arriba en algún momento recibe una factura inversa. La humanidad avanza y retrocede, pero cada retroceso dispara con ímpetu la siguiente etapa de avance.