Las elecciones presidenciales de 1989 se realizaron en medio de una crisis hiperinflacionaria provocada por las corporaciones económicas financieras en nuestro país. Un claro golpe de mercado liberado y definido por la Embajada y el FMI; que, fue manipulado por los medios (Clarín y Nación) como si fuera consecuencia de la ineptitud e incapacidad política del gobierno de turno (Radical – Alfonsín).
Los candidatos en aquella campaña expresaban los dos proyectos en disputa histórica; el republicanismo radical con el neoliberal cordobés Angeloz, quien prometía el “lápiz rojo del Ajuste en el Estado y privatizaciones”. También, estuvieron allí, la derecha liberal disfrazada de “centro democrático” con Álvaro Alsogaray, cuyo mayor apoya institucional fue el partido gobernante en Corrientes, el Pacto Autonomista –Liberal, con Ricardo Leconte, cómplice y partícipe de la Dictadura genocida del 76.
Y el proyecto del movimiento nacional y popular, con quien lo hizo, disfrazado de federal, Carlos Menem; que, convocó al proyecto histórico, democrático revolucionario, prometiendo el “SALARIAZO”, un salario vital por encima de la inflación; la “CULTURA del TRABAJO”, apuntando al pleno empleo, con Trabajo Digno; y, la “REVOLUCIÓN PRODUCTIVA”, cambiando la producción nacional hacia el desarrollo interno de los pueblos.
Ganadas las elecciones con el 47%, se produce el quiebre ético político, cuando Menem no solo ejecutó la política totalmente contraria a lo prometido, sino que, entregó el gobierno a los “cívicos administradores” de la Dictadura genocida del 76. Realizando un autogolpe institucional, con las Leyes de Emergencia Económica y la de Emergencia Administrativa; que fue acordado con el derrotado radicalismo, para asumir anticipadamente el mandato.
Todos, estábamos convencidos, entonces, que lo hacía al estar condicionado por la crisis hiperinflacionaria; pero, cuando expresó públicamente, que toda la política conservadora neoliberal ejecutada, extremadamente neocolonial, lo tenía planeado antes de las elecciones, diciendo “si yo hubiera dicho lo que pensaba hacer, no me votaba nadie”, no hubo dudas de la traición; que, por supuesto no lo pensó solo, sino con quienes eran los mentores de esta política impuesta en la genocida Dictadura del 76.
Lo hizo, con el “súper Ministro de Economía y Finanzas” Domingo Cavallo, autor de la “estatización de la deuda privada” en aquel gobierno de facto. Y con la incorporación de “los Alsogaray” al gobierno, con María Julia ejecutora de privatizaciones, y principalmente, de la entrega de nuestros recursos naturales y destructora del Ambiente, creando para ella la “Secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano”.
Y con estos, en Corrientes, el gobierno del Pacto con el liberal Leconte, fue el primero y mayor ejecutor de estas políticas del autogolpe en la provincia, privatizando escandalosamente, el Agua, el Banco y el Casino.
Pero, lo más importante, en contra nuestra, fue la suspensión de la participación democrática de las y los trabajadores en las Relaciones Laborales y en la Seguridad Social; interviniendo los organismos, violentando derechos fundamentales, por decretos, como un gobierno de facto.
Todo fue realizado, amparado en las leyes de Emergencias, por las cuales estructuraron un Estado de Derecho para las clases dominantes, en contra de los derechos de los trabajadores y de la ciudadanía popular. Ejecución, que fue posible con la complicidad de dirigentes sindicales, algunos, también, fueron parte de la Dictadura; y ahora, partícipes del quiebre ético moral.
Porque, el menemismo instaló una nueva moral del esclavo, donde este, “ya no quiere liberarse del amo, sino parecerse a él”; así, no pocos dirigentes se convirtieron en “empresarios” en sus propios sindicatos y el “sueño de ser patrones” en la cultura cipaya.
Por ello, en Corrientes, las y los trabajadores organizados en el sindicato de Empleados Públicos provinciales, tomamos la decisión de fusionarnos al sindicato de trabajadores del Estado nacional, ATE; porque, había que unificar la fuerza para enfrentar al poder real instalado en el gobierno nacional. Teníamos que reconstruir la identidad de clase trabajadora, recuperar la ética política en el movimiento popular. Para ello, nace el CTA, primero como Congreso y luego, como Central de Trabajadores de Argentina, en diciembre de 1991.
Reconstruir la identidad y la ética política social, sólo se puede realizar desde la “Memoria, Verdad y Justicia”; “saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos”. Podemos tener dudas del camino a seguir en tiempos de crisis, pero, no podemos estar confundidos con nuestra identidad de clase y ciudadanía popular.
Por eso, a los jóvenes que no vivieron esta historia y escuchan confundidos a quienes dicen que el mejor presidente de la Argentina fue Menem y el mejor Ministro fue Cavallo, expresando que debe hacerse todo lo hecho por ellos; recordemos, entonces, lo que hicieron. Porque, además, reafirman esta política, junto al mayor representante del “empresariado cipayo” de la Dictadura, el carente de ética política Mauricio Macri, quien ejecutó esa misma política durante sus cuatro años de gobierno; partiendo, también, de un auto golpe, nombrando por Decreto la Corte adicta, instalando una nueva dictadura, desde el poder judicial.
Con las Leyes del autogolpe de Menem, Cavallo, Alsogaray, y la complicidad del cipayismo, realizaron el desmantelamiento del Estado Social de Derecho, privatizaron hasta la “joya de abuela”, YPF, que fueron desnacionalizaciones; impusieron la “pseudo-dolarización” con la convertibilidad del 1a1; la entrega a la especulación financiera de nuestros fondos previsionales, privatizando las jubilaciones. Todo fue vendido por “papeles basuras” de la Deuda Externa, ilegal, ilegítima e inmoral tomada por la Dictadura; y luego, sin bienes, sin nada, nos volvieron a endeudar duplicando aquella deuda con buitres y FMI.
Así, construyeron el Estado colonial “nacional”, sosteniendo haber entrado al primer mundo, teniendo “relaciones carnales” con EEUU, entregado al saqueo de riqueza, privatizando los puertos y nuestras vías navegables. Y, principalmente, a la especulación financiera con la fuga de capitales y los “paraísos fiscales”; como lo hizo Macri, había tantos dólares en esas “cuevas fiscales” como Deuda Externa tomada por ellos mismos. La consecuencia de esta política fue la desindustrialización, el aumento del desempleo y la precarización laboral, el déficit habitacional, la expulsión campesina de sus tierras, aumento de la mortalidad anticipada, infantil y adulta, con el empobrecimiento y la hambruna en un país rico, productora de Alimentos.
En definitiva, de esto se trata el neoliberalismo colonial, de la planificación para el enriquecimiento de una reducida clase dominante, extranjera y cipaya; porque, además, la riqueza generada por las y los trabajadores, se la llevan afuera. Por ello, la planificación de la riqueza de estos “políticos empresarios” significa la planificación genocida de la pobreza.
Con esta realidad, fuimos resistiendo y construyendo, Unidad de Trabajadores y de la ciudadanía popular excluida, levantando la actualización de las banderas históricas del movimiento, exigiendo Salariazo universal, Cultura del Trabajo, con plena ocupación de 3 nuestra fuerza laboral; y, revolución productiva, con reforma agraria para el desarrollo de la Soberanía Alimentaria, terminando con la acumulación y el saqueo.
Y lo hicimos, asumiendo el apotegma del movimiento popular de: primero la Patria, entendiendo que el enfrentamiento a la colonización es con la Patria Grande; con la unidad de las y los trabajadores en el movimiento popular de liberación y con ello, surgirán y sostendrán la construcción de nuestra identidad soberana, los líderes democráticos, imprescindibles para la transformación de “otro mundo posible”. Así, derrotamos al imperio, a su proyecto de colonización ALCA, en el 2005; y disfrutamos, durante una década, el difícil camino de la descolonización en Nuestra América. Y lo hicimos con alegría, porque el goce de la vida está en el tránsito hacia la Utopía; nunca, en una “llegada a espacios de poder” para ello.
Por nuestra lucha y construcción, explotó el Estado neocolonial en diciembre del 2001, con estos mismos “políticos cipayos”, que huyeron del gobierno, volvieron con Macri y ahora quieren volver después del desastre que nos dejaron, como en el 2001.
¿Cómo fue y es posible, la continuidad de esta política? El poder dominante cambió su estrategia a partir de su derrota del ALCA; la Doctrina de Seguridad Nacional, ahora, es aplicada por un poder judicial al servicio de los poderes fácticos; violentando la democracia, a los líderes y militantes democráticos, incentivando la disputa de representantes por la administración de la colonia, destruyendo la unidad necesaria para conducir un movimiento popular de liberación, hacia la integración de los pueblos de nuestra Patria Grande.
Compañeras y compañeros, como en el 2001, ellos incentivan “dinamitar todo” manipulando la información y la historia, poniendo la responsabilidad del desastre en una “casta política” que, en realidad son ellos mismos, la “casta política empresarial cipaya”, de antes y los mediatizados de ahora.
Como en el 2001, hay un solo camino, la Unidad de las y los Trabajadores, fortaleciendo la identidad de la ciudadanía popular, poniendo el movimiento de liberación hacia la soberanía de la Patria. Basta de peleas, de los “hombres-representantes” que no construyen Unidad, inmovilizando el movimiento de liberación, liberalizando la discusión en la colonia, en contra de la Patria. “Unidad y programa” para poner el movimiento en la construcción de una Patria libre y soberana, es el mensaje y desafío que nos da con su decisión la vicepresidenta Cristina.
Nuestro compromiso es ahora y siempre es Unidos o dominados; debemos asumir, hacerlo por otro correntinazo, no de rebeldía sino revolucionaria democrática, como en el 69 que, en la pueblada del cordobazo gritamos “luche y vuelve”; y luchamos por la vuelta del proyecto del movimiento popular, que se parió con la Constitución del 49: por la Soberanía política, independencia económica y Justicia Social.
Para pararnos nos dieron el golpe más feroz, del genocidio de la Dictadura del 76. Pero, no pueden; volvemos siempre con nuestra identidad y programa democrático, como cuando vencimos al imperio mismo en el 2005. No hay lugar, en esta encrucijada, como dijo Cristina, para hipócritas y cobardes; tenemos una oportunidad más, sólo con “Unidad y proyecto democrático” VENCEREMOS.