Para nosotros, los latinoamericanos, nada sería más placentero que unos Estados Unidos evolucionados, fuertes y ricos…, sin detrimento de los demás, sin métodos imperialistas de dominio y explotación, sin insidiosos procedimientos y sin la prepotencia del avasallamiento. En tales condiciones, la defensa solidaria del Continente sería un hecho…Pero nadie podrá imaginar semejante conducta en países sojuzgados y menos aún para “atacar a Cuba”, “ocupar la República Dominicana” o cooperar en el genocidio de Vietnam del Norte. Juan D. PERÓN (Latinoamérica ahora o nunca- 1968)
La integración de los países latinoamericanos a través de organismos diplomáticos fue una tarea emprendida en su momento por líderes como: Hugo Chávez desde Venezuela, Lula da Silva desde Brasil y Néstor Kirchner desde Argentina, pero esos esfuerzos se han diluído ante las diferencias ideológicas entre otros jefes de estado de los países que han participado en estos ejercicios.
Andrés Manuel López Obrador, en su calidad de presidente pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), integrado por los países de América con excepción de EEUU y Canadá, propuso un nuevo orden geopolítico para el continente americano.
El mexicano pidió el reemplazo de la Organización de Estados Americanos (OEA) por un nuevo organismo que integre a todos los países de América Latina y el Caribe y resuelva los conflictos entre ellos. “La propuesta es, ni más ni menos, que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, nuestra realidad y a nuestras identidades. En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto en asuntos de derechos humanos y de democracia”.
Es claro que la OEA ya no convoca y la nefasta administración de Almagro tiene al organismo en el peor momento de la historia, lo que da oportunidad al pedido de AMLO.
López Obrador ve en la unidad regional una herramienta para incrementar el poder negociador conjunto de América Latina frente a Estados Unidos. Desde el punto de vista simbólico, utilizó la figura mítica de Bolívar para, por un lado, subrayar la pertenencia de México a Latinoamérica y, por el otro, dejar en claro a Estados Unidos que este es un planteamiento desde la soberanía y no desde la sumisión.
El escenario de la CELAC contó con la presencia de todos los ministros de los países miembros, demostrando no solo la capacidad de convocatoria del gobierno mexicano, sino también la necesidad integrativa de la región, más allá de algunas notables diferencias ideológicas.
Llenó de simbolismos buena parte del acto como la invitación como oradora a la escritora Isabel Allende, sobrina del expresidente chileno Salvador Allende que fue derrocado en 1973 en un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos. La historia de los países de América le sirve para proponer una nueva dirección a la geopolítica del continente. “Ya es momento de una nueva convivencia entre todos los países de América porque el modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, no tiene futuro, ni salida, ya no beneficia nadie”.
El mexicano fue contundente ante la situacion de Cuba que enfrenta el bloqueo económico de Washington. Defendió al régimen cubano frente a las protestas por la escasez de alimentos en varias ciudades de la isla. “Podemos estar de acuerdo o no con la Revolución Cubana y con su Gobierno, pero el haber resistido 62 años sin sometimiento es toda una hazaña. Creo que, por su lucha en la defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba merece el premio de la dignidad”. No fueron solo palabras las del Presidente mexicano sino que además envió buques con alimentos y elementos médicos para la pandemia.
Algunos interpretaron su discurso como una agresión hacia Estados Unidos, pero López Obrador reconoce el dominio económico que actualmente posee la potencia imperial en la región y lo fundamental que es para México la relación comercial con ese país. “Nuestra cercanía nos obliga a buscar acuerdos y sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas, pero al mismo tiempo tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía, con argumentos, sin balandronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero” dijo.
Lo central de su visón es que presenta algunos interrogantes fundamentales en la actual geopolítica: ¿cómo plantear la relación con Estados Unidos en el contexto de la disputa hegemónica entre Beijing y Washington? ¿Qué debería hacer Latinoamérica? Advirtiendo que China ha cobrado una relevancia en la escena económica mundial que podría cambiar la posición de Estados Unidos ante los países latinoamericanos.
La lógica realista que esgrime AMLO, como lo llama la prensa, es que la paz internacional depende de que exista un equilibrio de poder entre las potencias del sistema. Explica que, en los tiempos que corren, ese equilibrio sistémico puede romperse si la economía de Estados Unidos sigue debilitándose en términos relativos frente a la de China; entre otras cosas, porque Estados Unidos mantiene su superioridad militar y podría caer en “la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza”. Y en ello lógicamente perderíamos todos.
Deja claro que la opción no puede ser el proteccionismo ni las guerras comerciales, sino fomentar la competitividad regional, tomando distancia de los proyectos neoliberales que pretendían separar la esfera económica de la esfera política, destacando la importancia del Estado en la planeación del desarrollo. Plantea que la relación con Estados Unidos tiene que “dejar de lado la disyuntiva entre integrarnos a Estados Unidos u oponernos en forma defensiva”.
Para López Obrador, el conflicto chino-estadounidense podría abrir la puerta a un periodo de cooperación y de entendimiento históricamente singular entre Estados Unidos y América Latina, “una nueva relación entre los países de América es posible”. A cambio de conducirse con respeto irrestricto a la autonomía política de los países latinoamericanos y caribeños, Washington podría obtener una colaboración que dificultaría el avance de China en la región, sugiere.
Frente a este panorama hay que ver cuál es la posición que toman los países latinoamericanos, si están de acuerdo con la propuesta del presidente mexicano (no todos limitan con EEUU, ni tiene la relación económica que tiene México con EEUU), si son capaces de superar los condicionamientos ideológicos, qué harán los principales jugadores de la política latinoamericana además de México, Brasil y Argentina y si todo esto puede traducirse en una política duradera.
No tenemos claro cuál es la solución a la nueva realidad geopolítica mundial. Pareciera que AMLO le está diciendo a Latinoamérica unámonos para exigirle al gigante americano el cese de los bloqueos, la injerencia política en Latinoamérica y el Caribe y ofrezcámosle a cambio una unión estratégica para contrarrestar el avance chino.-