“Bueno, mirá, lo digo de una vez. Yo no lo inventé a Perón. Te lo digo de una vez, así termino con esta pulseada de buena voluntad que estoy llevando a cabo en un afán mío de liberarte un poco de tanto macaneo. La verdad: yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron como una reacción a tus malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado en un largo camino de miseria. Nacieron de vos, por vos, y para vos. Esa es la verdad…” Enrique Santos Discepolo ( Discepolín)
El peronismo realidad vital de la historia política argentina, no es solo una realidad fundada en la rebelión popular y pacifica forjada en aquel inolvidable 17 de octubre de 1945. Muchos han tratado y escrito miles de páginas interpretativas sobre ese día, disparando racionalidades inspiradas en tesis científicas e ilustradas. Pero el Peronismo no es pensamiento elaborado en el gabinete. Es al revés, va del Pueblo a la academia.
Sin sentirnos poseedores de una verdad absoluta, diremos que es la impronta revolucionaria que te incluye en sociedad, dejas de ser “gente” y pasas a ser “pueblo”, sentís que la justicia que trasmite es algo más que una palabra, es el predicado que te transforma en sujeto. El peronista es el “hombre común” que percibe en “intimidad” compartida con el “otro” la sabiduría discepoleana, que da respuestas solidarias al que sufre injusticias, desigualdades, malos tratos, al exiliado en la “marginalidad”. Impregnando de garra militante en defensa del derecho y la justicia social, rescatando los valores culturales que preservan la existencia, que el sistema neoliberal -implacable con los pobres- intenta desconocer.
“Así (esa clase dominante) fabricó un Homero Manzi nostálgico, para escabullir al fundador de FORJA; un Guido y Spano lírico que recibe en la cama a los chicos del colegio, para ocultar al acusador del mitrismo en la guerra de la Triple Alianza, y un Felipe Varela que ‘matando viene y se va’, para esconder al caudillo que convoca a la unión latinoamericana contra la opresión extranjera”. Norberto Galasso en su libro Mordisquito, ¡a mí no me la vas a contar! (Editorial Realidad Política, julio de 1985.
Como no pueden silenciarnos, ni aún con la muerte, tratan de tergiversar la historia y con ello esterilizar el pensamiento popular.
Es en vano gastar en circunloquios grandilocuentes para decir al Peronismo, como nacimos o como subsistimos: somos la palabra de Perón y Eva, el pueblo movilizado, somos lo que las 20 verdades dicen, somos patrimonio nacional, somos identidad popular instalada en la centralidad del pensamiento político de los trabajadores, hombres y mujeres que ganaron la calle y se hicieron multitud para pedir la liberación del líder prisionero.
Los hacedores ya no están, la fatalidad del tiempo hizo su trabajo y las dictaduras ayudaron, fusilando, desapareciendo. Igualmente marcaron el camino de la conciencia social y las conquistas de nuevos derechos sociales y políticos es una herencia irreversible, con plena vigencia, las nuevas generaciones no han renunciado a su legado.
En la radio, Enrique Santos Discépolo creó en 1951 un espacio llamado “¿A mí me la vas a contar?”, desde el cual mantuvo 39 inolvidables charlas con “Mordisquito”, un personaje inventado por él que representaba al típico tilingo de clase media que se beneficiaba con el peronismo pero, no obstante, se le oponía irracionalmente. Cualquier semejanza con la trituradora mediática que viene moldeando a gran parte de la sociedad argentina desde hace largos años, no es mera casualidad.
Ese clasemediero incomprensiblemente antiperonista nació con el peronismo y tuvo vigencia desde entonces hasta hoy en día, cuando quizás haya llegado a su cenit. El medio pelo definido por el gran Arturo.
Con verdad y con pasión, con vehemencia cuando es necesario, defendamos el legado, en la calle, en los medios a los que podamos acceder, ayudando a nuestro gobierno sin dejar de criticar lo que nos parece equivocado, con veracidad y certeza a diferencia de los bizarros mensajes cargados de mentiras y violencias que se viralizan hoy en 140 caracteres. Aprendamos de Discépolo que defendió “con poesía” el gobierno del General Juan Perón. Y lo hizo a pesar de ese ninguneo que le devolvía “su sector social” cargado de odio. Nada de poner la otra mejilla, esto es golpe a golpe como diría Serrat.
Hagamos honor al pasado glorioso del 45, a Perón, Evita, Néstor y Cristina, basta de la fábula mesiánica que le permitió a un “tilingo” en cuatro años destruirnos, dejando a su paso tierra arrasada. Que nos despojó de gran parte del patrimonio común, que nos espió, que hizo de la mentira una predica constante, que fugo divisas, que amancebó la justicia convirtiéndola en un títere de placer y venganza, sometida a su antojo para saciar su libido político, acabando institucionalmente la República.
Para honrar a los hacedores del 45, el gobierno Peronista debe terminar con la “bendita” tolerancia con los “pool que comercian la cosecha”, con los medios de las “fake news”, con los jueces del Law Fare, con los “magos” de las finanzas con el doble discurso saboteador de la economía nacional. Pongan fin a la tertulia política donde se intenta conciliar intereses entre los que legítimamente son del Pueblo y la avaricia de los sectores oligofrénicos del capitalismo descastado. Si se te escapa un tiro para la derecha por algún “funcionario que no funciona”, como reprimir a los Mapuches o a una hinchada de fútbol, que paguen por su impericia, no es justo que paguemos justos por pecadores. Habrá quienes los propios compañeros convertirán en próceres. Otros quedarán sepultados en la ignominia.
Estamos advertidos por la historia que, para destrabar el cerrojo, salir de la incertidumbre política y rescatar nuestra soberanía económica, es imperativo “volver a la fuente”. Si así no lo hicieran, otro 45 se aproxima. –