Cuando la última instancia judicial la tenía el Vaticano, allá por la edad media, se acuñó este dicho otorgando la última palabra al veredicto de su Santidad. El fallo del pontífice finiquitaba toda discusión, impartiendo justicia frente a planteos contradictorios.
Lo paradójico del caso es que hoy, aquellos sectores tradicionalmente ornamentados con más piel de oveja que el resto de los mortales; aquellos que se bañan con agua bendita, de comunión dominical, y aportantes generosos a cofradías tipo Opus Dei se rasgan las vestiduras porque Roma pontificó sobre derecho penal.
Tanto es así, que la Suprema Corte de Justicia, responsable del Centro de Información Judicial del país ignoró esta comunicación oficial del Vaticano dirigida nada menos que al presidente de la Cámara de Casación Penal y de la Asociación de Docentes en Derecho Penal de la Universidad Nacional de La Plata, Dr. Alejandro Slokar.
Uno puede concluir que la secularización restó importancia a la palabra religiosa. Argumento convincente si no fuese contradictorio con expresiones y prácticas jurídico políticas que avalaron diferentes golpes de estado, movilizaciones y fallos antiderechos.
El fondo de la cuestión, convengamos, no es para nada, religioso.
Su Santidad, en la carta en cuestión, denunció la “irracionalidad punitiva” expresada en prisiones preventivas arbitrarias, abuso de las fuerzas de seguridad, criminalización de la protesta social, el menoscabo de las elementales garantías procesales… todas características de la justicia argentina que se padecen a diario en determinados juzgados y con determinadas personas. Habló del “ecocidio” y de la “inteligencia artificial”, una capacidad tecnológica que podría servir a la actualización de la vieja y conocida peligrosidad, que niega la condición de la persona.
El problema del silencio, por parte de la cabeza del Poder Judicial y de los insultos de referentes del Pro, por otra ( ) se deben más bien al profundo impacto en la línea de flotación de la estrategia conservadora del partido judicial para disciplinar y frenar los intentos de ampliación de derechos de las mayorías explotadas. Impacto producido no solo por su contenido, sino por la oportunidad y por el propio destinatario.
Señalar que “las funciones académicas y judiciales” deben estar fundadas en “compromisos éticos” con las personas y la naturaleza, ante jueces que sostienen que el derecho no nace de la necesidad social (Rosenkrantz en Chile), a quienes aceptan dialogar sólo con un víctimas sangrantes (según Bullrich) y a quienes se profugan sistemáticamente, de hecho y con blindaje mediático y judicial, significa oponer argumentos muy sólidos de contenido contra una concepción infrahumana del derecho (o del derecho de las bestias, según el Juan Domingo Perón).
Tampoco la oportunidad fue casual. Precisamente después que el diario Clarín anticipara su estrategia, como lo viene haciendo habitualmente en sus titulares con su afirmación “Cristina, entre la bala que no salió y el fallo que sí saldrá”; pavoneándose de conseguir sus objetivos de proscripción de la manera que sea, incitando a la violencia o violentando la justicia. No con una causa, sino hasta resucitando causas archi escandalosas del lawfare Promediático (como dólar futuro y memorándum). Alguna de ellas, según el diario, (en este caso se refería a la causa Vialidad) no fallará como lo hizo Sabaj Montiel y los mercenarios de Revolución Federal.
La carta no fue bien recibida, fue ignorada y demonizada, no sólo por su contenido y su oportunidad. También lo fue, por su destinatario: el Dr Alejando Slokar, quien además de ser el presidente de la Cámara de Casación Penal y miembro de la Asociación de Docentes en Derecho Penal de la Universidad de La Plata, es fundador de la Asociación Justicia Legítima. Organización interna del Poder Judicial que va incrementando adherentes y creciendo en representatividad (así lo demostró en las últimas elecciones de representantes profesionales en el Consejo de la Magistratura al llevar como candidato al Dr. Héctor Recalde) llevando adelante, precisamente los postulados tan claramente expuestos por Su Santidad. Que contradicen, como resulta demasiado evidente con los cortesanos por decreto, los periodistas de guerra y los políticos del odio.
Para los defensores de la ciencia infusa en veredictos pontificios, estas apreciaciones de Su Santidad el 9 de noviembre a Alejandro Slokar y a través de él, al pueblo argentino, le habrá costado digerirlas.
Por su parte, para quienes creemos más bien en el compromiso religioso de Jorge Mario Bergoglio (hoy el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica) con los más humildes -y con los justiciables-; una palabra encarnada, cargada de sabiduría como la de este primer Papa Argentino, nos alienta sobremanera. Mucho más en estos duros momentos de persecución judicial y clima de odio hacia el proyecto nacional y popular. Y hasta nos hace repetir con fina ironía, como devolviéndoles su propia y tradicional medicina: Roma locuta, causa finita. –
(*) Profesor en Filosofía
(1) – Sergio Fabián Doormann: “La carta de Bergoglio a Slokar es una guachada. El Papa no puede convertirse en un mero operador judicial kirchnerista por la impunidad”.
Diana Cohen Agrest, integrante de la entidad Usina de Justicia: “El Papa, Slokar y Justicia Legítima son tan ‘apasionados’ por la justicia que la vienen implosionando”