Este 19 de Julio se cumplen 98 años de la Masacre de Napalpi, resulta entonces imperioso reconocer el valor y el coraje del testimonio de las víctimas sobrevivientes y descendientes, que han sido centrales en todo el proceso de reconstrucción de la Verdad Histórica que lleva varias décadas y que tuvo recientemente un capítulo más con el Juicio por la Verdad.
A finales de la década del 90 comunidades del pueblo Qom y Moqoit comenzaban incipientemente una reconstrucción a través de la tradición oral de la memoria histórica sobre la Masacre de Napalpi.
Por un lado las ancianas que eran sobrevivientes de la masacre como Rosa Grilo y Rosa Chara empezaron a contar a sus descendientes, en la intimidad de sus familias, lo que habían vivido siendo adolescentes o niños y que callaron muchas décadas como mecanismo de sobrevivencia. Años después se sumarian las voces de los abuelos Pedro Balquinta y Rosa Grillo.
En todo este proceso tuvieron un rol fundamental hijos y nietos de los sobrevivientes quienes recibieron el relato oral, lo mantuvieron vivo y replicaron a manera de denuncia.
Así Sabino y Mario Irigoyen -hijos de Melitona- y Carmen Delgado -hija de Rosa Chara-. Posteriormente vinieron Felipa Lalecori hija de Enrique Lalecori, Lucia Pereyra hija de Julian Pereyra y Marina Alsina, Hilaria Lopez hija de Manuel Lopez Matilde y Salustiano Romualdo nietos de Lorenza, Ramona Pinai nieta de Dominga Palota y Guillermo Ortega nieto de Antonia.
Por otro lado jóvenes Qom y Moqoit que estudiaban para ser docentes, se planteaban los por qué de la perdida de la lengua, de la cultura y de la cosmovisión en buena parte de sus pueblos y se encontraron con que la Masacre de Napalpi como parte del genocidio indígena y la imposición del silencio y el terror tenían mucho que ver.
El mayor referente de este proceso fue el extraordinario historiador Qom Juan Chico y los valiosos docentes Mario Fernandez, David Garcia, Raquel Esquivel, Juan Carlos Martinez, Viviana Notagai, Vanesa Barrientos, Victorio Ramirez , entre otros.
Recorrieron las zonas rurales para hablar con los ancianos , escucharlos e impulsar un proceso de conocimiento y visibilizarían en las comunidades y luego en toda la sociedad , que rompió con el silencio y el encubrimiento impuesto por décadas .
Parte de ese proceso se refleja en los 2 libros de Juan Chico, “La Voz de la Sangre” y “Las Voces de Napalpi”, la creación de la fundación Napalpi, la realización de los actos conmemorativos, los seminarios de genocidio indígena, la construcción del memorial, la señalización como sitio de Memoria, entre tantas otras iniciativas.
Manifiestamente la dantesca masacre constituyó un acontecimiento traumático para todos los sobrevivientes, quienes salvaron sus vidas siendo niños corriendo por el monte chaqueño. Fue un suceso que amenazó su integridad como pueblo, generándole extremos sufrimientos por las pérdidas familiares (madres, padres, hermanos, abuelos, tíos) y una inmensa sensación de desamparo y desarraigo.
Se estima que cada familia perdió entre un 40 y un 50 % de sus integrantes, lo que generó una lesión inconmensurable a sus afectos y vínculos, un violento desarraigo con la pérdida de su hogar y su tejido social de comunidad, todo en un contexto de extrema vulnerabilidad y sin factores de protección, con un Estado intentando exterminarlos.
El suceso era un tema tabú, absolutamente prohibido de ser hablado y recordado. Existía un terror que paralizaba por el temor de lo vivido por la comunidad y por represalias que podían producirse en el presente.
El trauma que padecieron los sobrevivientes fue transferido transgeneracionalmente, trasmitiendo el dolor emocional y social, después de décadas de silencios y de ser un tema autocensurado en las comunidades. El trauma no pudo ser elaborado, quedó fraccionado y encapsulado en la psiquis durante décadas y se instaló la prohibición de hablar del tema.
Los sobrevivientes -Melitona, las Rosas y Pedro- son quienes recibieron el impacto de la Masacre y fueron desbordados por lo trágico e inesperado y no tuvieron palabras durante décadas para contar lo que vivieron, hacer su duelo e pretendieron no generar angustias en sus hijos .
Es muy importante, para terminar de comprender el proceso, escuchar las voces de los docentes indígenas bilingües Qom y Moqoit protagonistas centrales del proceso de recuperación de los relatos. David García Profesor Bilingüe Qom y traductor de entrevistas a ancianos realizadas por Juan Chico, cuenta: “Siempre estuvo el temor de la persecución, callarse y no contar la historia. Decir que uno era de Napalpi estaba prohibido, uno debía decir que era de Colonia Aborigen. Las familias decían que eran santiagueños, salteños, correntinos o descendientes de paraguayos, para negar la descendencia de Napalpi, fue tremendo el trauma. El relato oral fue en torno de la familia, un hogar y a través de la visita en las festividades de las iglesias, para nosotros es muy importante y se silenció también, nuestra comunidad está muy acostumbrada a trasmitir vivencias, historias y eso fue acallada. Hoy nuestra gente tiene otra dinámica , fue complicado el camino de recuperar la tradición oral de nuestras comunidades ”
Juan Carlos Martinez Profesor Bilingüe Moqoit, relata: “generalmente la transmisión oral siempre incluye algo prohibido, que no es abierto, por eso no se cuenta a todos, sino a algunos, el abuelo que cuenta busca un joven o un grupo en el que cree que puede guardar el relato, se trasmite siempre respetando el relato. No se le cuenta a todos cuando se cree que el niño o el joven no va entender, o por temor a que el relato genere malestar o enojo, muchas veces tuvimos que pedirles a los abuelos que cuenten. Si no se cuenta se va perdiendo, porque lo único que tenemos para construir nuestra historia son los relatos tradicionales, ya que se escucha con confianza el relato de nuestros abuelos es más real que lo escrito”.
Raquel Esquivel Docente Qom, nos dice: “La Masacre de Napalpi es un hecho muy doloroso y hubo consecuencias en nuestra comunidad, una de ellas es el miedo que incluso existe hasta la actualidad; ese miedos que nuestros abuelos y abuelas callaron por mucho tiempo, llamándose a silencio por el terrible hecho les tocó vivir. Como consecuencia de la Masacre se perdió la lengua materna, hubo una brecha de décadas donde se perdió la transmisión de la lengua materna. El miedo fue transmitido de generación en generación, quienes sufrieron lo pudieron contar después de muchos años dentro de un entorno familiar muy reducido y ahí va quedando ese miedo latente. Es parte todo de un proceso que está haciendo nuestra comunidad”.
El proceso de reconstrucción de la verdad histórica que llevó adelante el Juicio por la Verdad entre abril y mayo de este 2022, tuvo un basamento neurálgico en el proceso que se describe, con una escucha empática y una valoración intercultural de la Jueza Zunilda Niremperger, del Fiscal General Federico Carniel y las Querellas de la Secretaria de DD HH del Chaco y el IDACH Instituto del Aborigen Chaqueño .
Todos los testigos indígenas en el juicio contaron con el acompañamiento del equipo de psicólogos de la Secretaria de DD HH, lo que les permitió familiarizarse con el lenguaje, el espacio, la escenografía, los actores y los protocolos de la práctica judicial.
Los relatos fueron absolutamente contestes con todos los documentos y las trascendentales investigaciones llevadas adelante por decenas de historiadores, antropólogos, aociólogos, archivistas, periodistas, todos de Universidades Públicas como la UNNE, UBA, CONICET .
Las valientes voces de las víctimas de la Masacre Napalpi reconstruyeron minuciosamente la Verdad Histórica, ahora receptada en un proceso judicial que tiene una sentencia firme de una Jueza Federal de la Nación.-
(*) Fiscal ad hoc en causas de Lesa Humanidad en Chaco