Milagro Sala dirigente política, social e indígena, líder de la Organización Barrial Túpac Amaru, especialmente reconocida por su labor de construcción de miles de viviendas en todo el país, especialmente en la provincia de Jujuy por ser su lugar de residencia, e integrante de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), está presa “por ser mujer, india, pobre y dirigente social”.
El 9 de julio se cumplen 5 años y medio de este abominable hecho del Poder Judicial jujeño, abalado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fue presa sin más causa que haber iniciado un acampe ante la suspensión de los trabajos cooperativos que venía realizando durante años. Tras su detención, el gobernador Morales, apoyado por el entonces presidente Macri, comenzó a fabricar una a una las causas que hoy la siguen manteniendo en prisión luego de 2000 días, de los cuales más de 500 son con el gobierno que nosotros votamos. Y hoy ya no importa si se coincide o no con Milagro, lo concreto es que se están violando las reglas del Estado de derecho en democracia.
La democracia se defiende batallando por las convicciones, no administrando silencios; se defiende respetando la voluntad de la mayoría que da legitimidad al poder, no incorporando como propia la agenda del adversario, en el caso de Sala del enemigo, de aquél que atentó contra su vida, de aquél que la quiere ver muerta. En definitiva, si los opositores se quieren sentar a la mesa de un “consenso democrático”, en las provincias que gobiernan debe dejar de haber presos políticos.
Todos los organismos de DDHH, argentinos y foráneos, la mayoría de los partidos políticos, grupos ecuménicos de todas las religiones, han pedido por su libertad. El Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas consideró que la detención era arbitraria y realizó un “llamamiento urgente” al gobierno argentino para que la libere. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió un comunicado a través del cual “urge al Estado argentino a responder al caso de Milagro Sala”.
Quienes sufrimos todo tipo de persecución por la defensa de nuestros ideales no podemos permanecer ajenos a tamaña injusticia. Nuestros gobernantes deben utilizar todos los medios para frenar la injusticia. “Hay determinados momentos de la historia, en los que el silencio es cómplice del sufrimiento de los militantes“