Todos necesitamos cuidados en alguna etapa de nuestras vidas. Los recién nacidos, quienes sufren una enfermedad temporal o un accidente, al llegar a la edad adulta, frente a la pérdida de la autonomía, las y los mayores pueden necesitar diferentes niveles de cuidados. ¿Y quienes son las personas más comúnmente designadas para hacerse cargo de esos cuidados? Las mujeres.
El Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado (TDCNR) comprende las tareas que se realizan para vivir cada día. Su distribución es estructuralmente desigual. Todas las personas hacen una parte de estas labores (ordenar, limpiar, lavar platos y ropa, planchar, ayudar con la tarea escolar, hacer trámites y compras, cuidar) que dinamizan el resto de las actividades de la vida social y económica (como trabajar, estudiar, practicar deportes, realizar actividades de ocio, entre otras), pero más allá de los avances, la mayor carga recae sobre las mujeres, por lo que les resta tiempo para el ocio y oportunidades.
Se las considera el soporte elemental de la vida y de la producción, por eso calcular la riqueza social de esos trabajos, es un paso necesario para alcanzar la igualdad. En Argentina, las mujeres llevan a cabo el 76% de las tareas domésticas no pagas, y les dedican un promedio de 6,4 horas semanales. La participación de los varones es del 57,9%, lo que implica 3,4 horas semanales. La brecha se amplía todavía más si en la casa hay niños y niñas.
Una forma de medir el aporte que realiza el TDCNR al sistema productivo es calcular cuánto costarían esas actividades si estuvieran remuneradas para poder dimensionarlo.
Por la forma en que se mide el PIB no incorpora las TDCNR, pero la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, del Ministerio de Economía de la Nación, realizó un análisis y medición del aporte de estas tareas al Producto Interno Bruto.
Si se compara el valor del sector con el resto, los resultados son contundentes: el TDCNR representa un 15,9% del PIB y es el de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13,0%).
El aporte por género es desigual: el 75,7% proviene de tareas ejecutadas por mujeres, dedicando el total de ellas en su conjunto, 96 millones de horas diarias de trabajo gratuitas a las tareas del hogar y los cuidados. Y si este resultado se traduce en términos de valorización monetaria, las mujeres aportarían un 75,7% a la economía y los varones un 24,3%.
Al analizar los valores de TDCNR por tipo de tarea, se ve que los quehaceres domésticos son los que mayor peso tienen (60%), seguido del cuidado de personas (32,8%) y Apoyo Escolar (7,3%).
Esta distribución asimétrica de tareas contribuye a explicar que la participación femenina en el mercado laboral sea más baja que la de los varones. También incide en que tengan trabajos más precarios, que implican a su vez una mayor desprotección social; por ejemplo no tener acceso a una obra social y, en un futuro, tener una mayor dificultad para acceder a una jubilación por no tener aportes. Las mujeres presentan mayores niveles de desocupación, ganan menos y, por consiguiente, son más pobres. Por lo tanto, las condiciones del trabajo remunerado están estrechamente ligadas a cómo se resuelven las tareas no remuneradas.
Fuente: (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/los_cuidados_-_un_sector_economico_estrategico.pdf)
LA DESIGUALDAD LABORAL Y PREVISIONAL DE LAS MUJERES
El INDEC en su “Dosier Estadístico de marzo de 2022” señala que “la situación en el mercado laboral se refleja en la etapa de retiro: las mujeres en edad de jubilarse cuentan con menos años de aportes que sus pares varones y recurren a una moratoria en mayor proporción, como consecuencia, esto se refleja en menores haberes jubilatorios”.
Para el organismo de estadísticas, el 56,2% de los varones y el 72,2% de las mujeres llegan a la edad del retiro jubilatorio con menos de 18 años de aportes porque se suman períodos de inactividad, desempleo y/o informalidad, puntualizando que por cada $100 que un varón percibe por una jubilación, una mujer recibe $90.
Entre las mujeres aportantes de 59 años, casi la mitad tiene aportes derivados de casas particulares y monotributo, mientras que entre los varones de 64 años predominan los del sector privado en relación de dependencia. “Participan en menor medida en el mercado laboral y, cuando lo hacen, son más propensas a situaciones de subocupación horaria y desocupación» señala el documento.
«Con mayor presencia en sectores vinculados a los cuidados, tienen menores posibilidades de acceso a puestos de decisión y perciben ingresos más bajos. Esta situación se da en paralelo con una mayor participación femenina en las actividades domésticas y de cuidado de niños y niñas al interior del hogar, lo que las hace más propensas a trabajar desde sus domicilios, con la sobrecarga que esto conlleva».
Las mujeres presentan mayores tasas de asistencia al sistema educativo formal y, sin embargo, la posibilidad de acceder a los niveles más altos varía según su posición en la estructura económica. Asimismo, se observan diferencias en cuanto a las carreras elegidas: las mujeres participan, en mayor medida, en las vinculadas a las ciencias humanas y de la salud. –