Comenzar un nuevo año es buen momento para realizar un balance del anterior y así poder definir los lineamientos y objetivos. En particular, el 2021 se caracterizó por ser un año electoral en el cual la disputa política e ideológica se dio mayormente a través de las redes sociales, presentándose como el “nuevo territorio” a disputar por los dirigentes o candidatos, que viene a reemplazar la caminata y militancia “en la calle”.
En este contexto hemos visto que esta nueva cibermilitancia, en muchos casos, se limita a subir una foto bien editada o un video entretenido que será una buena historia de Instagram o que, con una canción de moda, se volverá viral en TikTok. Todo esto acompañado de un corto mensaje donde no importa mucho el contenido, sino que solo debe ser atractivo para el público al cual va dirigido.
Siguiendo con este concepto, en esta nueva manera de hacer política los cibermilitantes únicamente visitan un barrio (mientras más humilde mejor), acompañados de su equipo de comunicación con celulares y cámaras de último modelo, con la sola finalidad de lograr un buen impacto en las redes sociales romantizando de esta manera la pobreza, pero carentes totalmente de ideas y proyectos concretos para transformar esa realidad, no porque no los tengan sino porque no les interesa.
Si todo este plan funciona y los me gusta comienzan a aumentar, arranca (si la suerte y los seguidores están de su lado) una carrera en esta nueva forma de militancia, para así posiblemente llegar a ocupar un lugar desde el cual lo único que hará es retroalimentar todo ese ecosistema, generando más grupos vulnerables y abandonados que servirán de escenarios para las redes sociales. En otras palabras, esta misma clase política cibermilitante cuando llega a ocupar un espacio en la función pública, se limitará sistemáticamente a seguir creando abandono y vulnerabilidad, para así no perder su escenario en donde sacar unas buenas fotos.
Esto que describo, quizás con un poco de exageración (o no tanta), se contrasta con la militancia tradicional, hoy casi olvidada y dejada de lado por no tener el glamour necesario para encajar en las redes sociales, limitándose a tener un papel secundario y funcionar como un telón de fondo de los cibermilitantes.
La militancia tradicional es aquella que nace de la familia, donde las nuevas generaciones recibimos como una herencia las primeras enseñanzas doctrinarias o simples consejos cargados de contenido ideológico (conceptos que hoy se intentan hacer desaparecer: doctrina e ideología), que nos sirven de base para la construcción de nuestra identidad política.
Estos contenidos, en un momento no muy lejano, eran profundizados en las casas partidarias que estaban siempre abiertas a recibir y contener ideológicamente a los jóvenes interesados en formarse y debatir proyectos para transformar la realidad, iniciando de esta manera su carrera política basada en el dialogo, el debate y el consenso con fundamentos doctrinarios. Lugares que hoy pareciera que están desapareciendo ya que algunos de los partidos llamados “tradicionales” prefieren mantener sus puertas cerradas sin dar lugar a las nuevas generaciones, no vaya a ser cosa que se generen debates ideológicos y surjan nuevos líderes que disputen el poder.
Volviendo al tema central de este artículo, tenemos que contemplar la situación actual donde la globalización y el avance de las nuevas tecnologías hacen que lo inmediato sea lo más importante y que lo que no se publica pareciera que nunca existió. No podemos dejar de lado esta realidad que influye en nuestras vidas cotidianas y que inevitablemente también alcanza a la política.
Pero si no complementamos esto con un sentimiento que nace de nuestra concepción ideológica en el marco de una doctrina política, no sirve de nada. Es decir, si lo que se comparte en la redes no está acompañado de propuestas reales, de nada sirve lo que publiquemos por más linda que sea la foto o divertido el video.
Para concluir, en la actualidad una verdadera construcción política debe complementar ambas formas de militancia (virtual y territorial) y no excluirse, porque es necesario tomar la instantaneidad y las diferentes herramientas atractivas para capturar el público, pero con acciones cargadas de contenido ideológico, proponiendo y exponiendo proyectos concretos para transformar juntos la realidad de la somos parte, sin olvidar que la política es el medio para transformar la sociedad en su conjunto, no para satisfacer simples intereses individualistas o conseguir más seguidores en las redes sociales, si no para alcanzar el bien común de toda una sociedad.-