La importancia de la tecnología comienza a debatirse de manera temprana en el siglo XX en nuestro país. Fue considerada cuestión de estado en el discurso del primer Congreso Nacional de Filosofía en el año 1949 en la Universidad Nacional de Cuyo (hace 73 años) precisando que esta materia no es ni económica, ni científica, sino cultural y política.
Perón fue un innovador nato, hijo de la revolución industrial, introduce la doctrina que tiene como eje una Política de Estado Industrial, producto de la crisis mundial de ese entonces debido a la guerra y por ello pensó que la Argentina tenía el deber de industrializarse.
¿Y qué significaba industrializarse en ese momento? Sin dudas que era superar el estadío de la etapa en la cual los estados solamente vivían de la economía agraria, por la tanto la industrialización significa aplicar la tecnología a los procesos de producción económica y al mismo tiempo, generar tecnología. Para esto, los países tienen dos formas, el desarrollo científico propio y la importación tecnológica. A raíz de ello podemos decir que Perón fue el primero en plantear la industrialización desde una soberanía tecnológica.
Esto nos indica que para ello hay tener un cuerpo de científicos propios, es decir que Perón invierte en conocimiento. Los ejemplos más resonantes son las escuelas obreras industriales, las ENET y como corolario de ello, la creación de la Universidad Obrera Nacional (UON) hoy Universidad Tecnológica Nacional (UTN).
Perón es el primero en considerar la soberanía tecnológica como política de Estado. Además de los postulados doctrinarios que todos conocemos, como la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, también se refiere a la industrialización. En 1968 estando en el exilio, advierte mediante un documento al Secretario General de Naciones Unidas Kurt Waldheim, sobre los peligros que corría el mundo, como la sobreestimación de la tecnología presagiando las nuevas etapas que se avecinaban: la post industrial, la tecno trónica y la post moderna, como el cambio climático y la sobrepoblación mundial, entre otras.
Ahora bien, la etapa en la que estamos viviendo es la denominada cuarta revolución industrial, pero para poder comprender esta era es preciso recordar las tres anteriores que la precedieron:
Primera Revolución Industrial: fue alrededor del 1700 cuando la energía a vapor reemplazó o complementó a la energía humana. Aparecen el barco, los ferrocarriles a vapor, las hilanderías, e industria textil inglesa.
Segunda Revolución Industrial: con epicentro en EEUU, fines del siglo XIX, la aparición de la química, la electricidad, el petróleo, los globos aerostáticos, el fusil automático, es decir la modernización de la guerra y la irrupción de la industria automotriz, entre otros.
Tercera Revolución Industrial: fue en el año 1995, cuando la industria militar de los EEUU, ALPHABET se transforma en INTERNET y se unifican en la pantalla tres andariveles que actuaban indistintamente, el sonido, la imagen y el libro, época en que aparecen los celulares.
Cuarta Revolución Industrial: Entre la 3 y la 4 hay una diferencia de 20 años, es una revolución digital, una revolución desde las nuevas tecnologías, porque a esta cuarta revolución industrial se le agrega la velocidad a la digitalización, siendo su característica principal.
Una vez analizado lo precedente y expuestas las características descriptivas, estrategias esenciales y fundamentales de esta Cuarta Revolución Industrial, es preciso entender que es un requisito sine qua non, que el sistema político argentino y el Peronismo, en la medida en que se declare discípulo del pensamiento de Perón, que pensaba en la soberanía tecnológica, interprete de qué se trata este tema.
Por último es preciso recalcar que, esta nueva velocidad como dijimos, impactó de lleno en las nuevas tecnologías, y también impacta en la vida política, social y económica, haciendo que exista una nueva sociedad, un nuevo entorno. Si esta nueva sociedad/entorno, no es comprendida desde la política, la educación, la ética, la religión, significa que la Argentina y un gobierno que se denomina Peronista tiene el deber y la obligación de elaborar un proyecto viable sobre la cuarta revolución industrial, acorde a los momento actuales en los que vivimos. Sin dudas ese es el gran desafío que le espera al Peronismo. –