El pasado miércoles acompañe a Gustavo Campana y Gabriel Torres en una de sus habituales presentaciones del espectáculo histórico, político y musical “Funes, el Memorioso” en el Museo “Quinta 17 de octubre” de San Vicente. Un magnifico espacio lleno de historia, mística y significados para el Movimiento Nacional Peronista. Esa quinta había sido un refugio de amor de Juan Domingo Perón y María Eva Duarte y allí descansan los restos mortales del General en un Mausoleo construido al efecto que provoca un fuerte impacto emocional.
Cuando acompaño “a mi admirado Gustavo Campana”, en palabras de Víctor Hugo Morales, este me invita a subir al escenario y hacer alguna reflexión sobre la causa por las torturas a los soldados argentinos en las Islas Malvinas, que promoviera en el Juzgado de Federal de Rio Grande en el año 2007, actualmente en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, o de la Antártida Argentina, dado que el año pasado trasmití mis programas radiales desde las Bases “Esperanza” y “Marambio” contando como es el lugar o reflexiones sobre la vida y la obra de ese extraordinario genio político, militar y enorme promotor de Derechos Humanos llamado José de San Martin.
Esta vez Gustavo me pregunto sobre los tres temas, con lo que mi permanecía en el escenario, habitualmente breve, fue larga y en mis palabras y frases mi acento correntino quedo más expuesto y reconocible. Al finalizar la presentación, llena de emoción por las características del programa, se me acerco una mujer que se presentó así “Soy hija de dos desaparecidos que pasaron por la ESMA y te quiero agradecer porque mi papa era Correntino, de Curuzú Cuatiá y vos me trajiste su voz y su tonada correntina que me emocionó muchísimo, por las cosas hermosas que dijiste” y luego agrego, al borde de las lágrimas, ¿“te puedo pedir un favor? Recuerdo la voz de mi padre diciendo “lluvia” con la inconfundible doble “L”. ¿Podes decir lluvia?” por supuesto que lo dije y nos abrazamos los dos, como si nos hubiéramos conocido de toda la vida y ambos lloramos. Siempre creo tener para estos momentos y a esta altura de mi vida un cuero duro, mezcla de yacaré con greda, pero no tengo ningún empacho en admitir, que cuando me emociono, se me caen lágrimas, ya sea en el medio de discursos, presentaciones, reportajes o simplemente profundos abrazos humanos como los que me paso esa noche.
Lo increíble de todo este nuestro presente, es que nos seguimos encontrando con los Compañeros y Compañeras Detenidos Desaparecidos por la última dictadura cívica militar. Los encontramos, así como esa noche, en recuerdos, en tonadas, en palabras, en momentos, en historias. Los encontramos invariablemente, aun sin buscarlos expresamente. Pero ellos están ahí.
Me impresiona también la experiencia de vida y resiliencia de los sobrevivientes. El Terrorismo de Estado intentó destruir a los militantes y a sus familias, pero ellos están allí, de pie, enteros, con dolores y cicatrices no cerradas, pero de pie. Mi interlocutora es profesional de la salud y militante peronista. No la pudieron quebrar o destruir.
Finalmente me impacta, la magnitud actual del negacionismo y la reivindicación de la dictadura por parte del presidente, de la vice y sus seguidores, que en definitiva implica reivindicar la muerte, el asesinato, los vuelos de la muerte, la tortura y el robo de bebes, entre tantas tragedias y calamidades e ignora cruelmente el dolor ajeno, el dolor de nuestro pueblo. Yo anoche converse con una víctima que seguir sufriendo, que seguía extrañando a sus padres y que la sola mención de una tonada correntina, la llevaba a lo mejor de sus recuerdos, en definitiva, el dolor de las victimas siempre se cuenta en tiempo presente.