“Don Panta” tenía 46 años cuando fue secuestrado esa madrugada del 16 de marzo de 1.977 en su pequeña chacra cerca de Perugorría, pueblo correntino ubicado en el Departamento de Curuzú Cuatiá. Tenía 8 hijos había sido toda su vida simpatizante de la Unión Cívica Radical. Los últimos años se había acercado a las Ligas Agrarias Correntinas de la mano de las enseñanzas y ejemplo del Obispo de Goya Alberto Devoto. Sus últimos desvelos estaban dirigidos a crear y presidir una Cooperativa de Consumo, para vender en grupo el tabaco y obtener un mejor precio y comprar al por mayor la mercadería e insumos agrícolas en Goya, distante a 74 km del pueblo, para que así la plata alcanzara más. Hasta ese momento el tabaco y los alimentos se vendían y compraban en el mismo lugar, a precios absolutamente distorsionados.
Nunca se supo más nada de él. Ni quienes lo secuestraron, aunque se estima que fueron efectivos de la Policía Federal Argentina, ni donde lo tuvieron, ni las razones del secuestro. Ese mismo día y a pocos metros de allí secuestraron a Antonio “Tonito” Olivo, más joven, de 27 años, casado y padre de dos hijos, militante peronista y miembro del Consorcio que administraba el tractor comunitario de la zona. Pese a la pobreza y a las dificultades económicas había aprendido el milagro de compartir, de luchar y de progresar. De su poca tierra familiar donaron un espacio para que allí el Obispado de Goya construyera una escuela, que todavía existe y funciona., Tampoco se supo nada de él.
Un tiempo antes el 15 de febrero de 1.977, un operativo similar secuestró de su vivienda en Mercedes al Contador Público, docente y creador de una escuela para adultos y otra agrícola a Justo José Pelozo, casado de 36 años y padre de dos hijos. Desde su puesto jerárquico en una industria frigorífica del lugar se mostró solidario y organizado con los trabajadores en sus reclamos laborales.
Pero en la Semana Santa de abril de 1.977 y en el contexto de una bajante del Rio Miriñay, a la altura del Paso Meza, un puestero denunció la aparición de tres cuerpos sumergidos en agua atados a un bloque de piedra con alambres de púas. Los mismos fueron levantados por efectivos de la Policía de Corrientes y llevados al Hospital de Mercedes para su identificación. No se realizaron muchas diligencias tendientes a individualizar los cuerpos y muy por el contrario rápidamente se los inhumó en tumbas mal señalizadas del Cementerio “La Merced” de esa ciudad.
Solo días después y como única diligencia investigativa mostraron a los familiares fotos oscuras, lejanas e incompletas, de los restos deformados por la acción del agua, lo que tornó imposible su identificación. Todo estaba dirigido al olvido y a que la desaparición fuera exitosa, “No está, no existe, es un desaparecido” decía el dictador Jorge Rafael Videla.
Estas tres desapariciones están relacionadas con la de la religiosa francesa Alice Dommon o “Hermana Catalina” o simplemente “Katy”, como le gustaba que se la llamase. Ella vivía en Perugorría y luego del intento de secuestro, en esa misma localidad a su colega Ivonne Pierron, pronto llevada a Francia por su Embajada, al advertir el secuestro de sus compañeros y amigos Pelozo, Romero y Olivo y viendo que nada de lo que se pudiera hacer en ese pequeño pueblo de 3000 personas en aquel momento serviría para lograr la libertad de ellos, viajó a Buenos Aires y se sumó a la búsqueda de la Madres de Plaza de Mayo. El 8 de diciembre de ese año sería secuestrada en la Iglesia de la Santa Cruz junto a varias Madres y familiares de Desaparecidos. Hasta hoy permanece en esa condición luego de ser arrojada al Rio de la Plata desde un avión.
Pero en el año 2004 se empezó a buscar a los Desaparecidos Correntinos, desde la Subsecretaria de Derechos Humanos de Corrientes y con el trabajo conjunto con el Ministerio Publico Fiscal, las organizaciones de DDHH y los familiares, todo bajo la guía y dirección del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
A fines del año 2007 me convoco el Juez de Instrucción de Curuzú Cuatiá para hacerme una entrega de un expediente penal y de un cráneo ya que el Magistrado entendía, y lo hacía bien, que estaba relacionada con las búsquedas que sin descanso llevábamos a cabo en todo la provincia. ¿Qué había pasado? Con la recuperación de la democracia se formó en la Legislatura correntina una comisión para investigar las graves violaciones de derechos humanos cometidas en la provincia y solicitó judicialmente se exhumaran los cuerpos para ver si se podían individualizar los mismos. Una pequeña digresión: De las conclusiones, investigaciones y declaraciones obtenidas por la Comisión Legislativa solo se encontraron piezas sueltas y nunca se pudo encontrar la totalidad del trabajo.
De los tres inhumados en Abril del 77, siete años después solo se encontró un cuerpo, al que se le extrajo el cráneo, un brazo y una pierna. El resto se dejó alli. Ese cráneo quedo olvidado en el Juzgado de Curuzú Cuatiá y 23 años después me lo entregaban para tratar de identificarlo.
En agosto del 2018 el EAAF identificó al cráneo como perteneciente a don Pantaleón Romero. En octubre del mismo año, el Juzgado Federal de Goya, procedió a restituir a su familia esos restos y en una ceremonia llevada a cabo en el Cementerio de Perugorría en Febrero del 2019 se procedió a dar cristiana sepultura.
Pero las tareas en el Cementerio de Mercedes continuaron y se llevaron a cabo varias intervenciones de búsqueda más. Ello fue posible por el trabajo de la Comisión de la Memoria de Mercedes y el aporte de muchos ciudadanos que acercaron valiosa información. En noviembre de ese año 2019 en una nueva excavación se encontraron los restos faltantes de Don Panta (Torso, un brazo y una pierna) y otro cuerpo más que a la fecha se viene trabajando en los laboratorios forenses del EAAF para ser identificados. Las piezas restantes encontradas en la otra tumba y el análisis complementario de ADN dieron con la certeza del 99,99% que por primera vez se contaba con el cadáver completo de quien en vida fuera Don Pantaleón Romero.
En mayo del año pasado esos restos fueron devueltos a su familia y el próximo sábado 4 de febrero, a las 10 de la mañana serán integrados en un solo cuerpo los restos mortales, terminando así el largo calvario de la familia Romero que se vio obligado a vivir dos ceremonias fúnebres de su padre y abuelo. El largo sepelio de don Panta habrá llegado así a su fin. –