En una actividad desarrollada en la casa de estudios y organizada en forma conjunta con el espacio de Memoria ex Regimiento 9, se realizó la restitución parcial de legajos de algunas de las personas vinculadas a la Facultad de Derecho de la UNNE que fueron víctimas del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar.
Se trata de estudiantes, docentes y no docentes que fueron secuestrados, torturados y en algunos casos asesinados en distintos centros clandestinos, por lo que, restituir los legajos de las personas que vieron interrumpida su trayectoria académica por la violencia estatal es una medida simbólica que responde a la exhortación judicial realizada en noviembre del año pasado en el alegato de la Fiscalía en el marco del juicio contra la Brigada de Infantería VII, Subzona 23, con asiento en la ciudad de Corrientes.
La Fiscalía entiende que “los legajos son nuestros documentos, incluyen nuestras biografías: en ellos se plasman las trayectorias, el desempeño individual, constituyen una hoja de ruta del individuo en relación con la institución de la que forma parte”. Es por esto, que el acto reparatorio es consignar en ellos que los estudiantes o los profesores, que fueron detenidos-desaparecidos, no eligieron dejar de estudiar o enseñar, sino que fueron arrancados de la sociedad por razones políticas durante los años que duró la dictadura militar.
Es un alto honor tener la responsabilidad de realizar la restitución parcial de legajos de estudiantes y docentes de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la UNNE detenidos y/o desparecidos durante la última dictadura militar, y hacerle entrega a sus familiares y amistades o bien de manera personal, en el marco de las políticas de reconstrucción y reparación histórica impulsadas por esta Unidad Académica y que, en este caso, vienen coordinadas junto con el Espacio de la Memoria del R.I.9, a quienes agradecemos profundamente la idea y el estímulo, especialmente a nuestra estudiante Lucía Artieda.
Realizar esta entrega para nosotros significa tan solo el inicio de este camino. Sabemos que aún nos quedan muchas historias por descubrir, muchos legajos por reconstruir. Nos comprometemos a continuar en esta búsqueda e incorporar a todas aquellas personas que nos faltan. Que este acto de restitución sea un punto de partida para seguir construyendo una sociedad más justa y solidaria como todos ellos y ellas soñaban.
Quiero hacerles unos comentarios al respecto de los legajos. Nosotros encontramos situaciones muy dispares. Tenemos legajos completos, incluso con el título secundario, certificados de salud, y tramites internos que se realizaron en su vida académica. Otros legajos solo tienen la cartulina donde se asentaban las asignaturas y el resultado de cursos y exámenes. Otros, lamentablemente, no se encontraron documentos, pero tenemos noticias y actas que confirman sin dudas su presencia.
Estos legajos hacen referencias a personas, la mayoría de esas personas no están desde hace muchísimos años entre nosotros, les faltan a sus familias, les faltan a sus amistades, le faltan a la comunidad universitaria de la UNNE, nos faltan a todos y a todas. Esas personas no dejaron de venir a nuestra Facultad o interrumpieron sus estudios porque quisieron, fueron arrancados de su libertad y sus vidas, de sus jóvenes vidas por un plan sistemático llevado adelante por el terrorismo de Estado en Argentina. Por eso, quiero decirles que, por decisión unánime de esta comunidad universitaria mediante la Resolución 594/2024 del Consejo Directivo de la Facultad, a cada legajo que queda en nuestra institución se agregó la leyenda “debieron interrumpir su carrera universitaria o el ejercicio de la docencia o de la profesión por detenciones ilegales cometidas por el terrorismo de Estado”, para que quede para siempre ese mensaje como un pequeño gesto de nuestra institución para contribuir desde la educación pública con los proyectos que nos alejan del dolor, del terror, del odio y de la muerte.
Por eso, para esta Casa de Altos Estudios, este encuentro no es un acto más sino que se trata de una declaración de principios de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la UNNE respecto de su compromiso decidido, genuino e inclaudicable con la búsqueda de Memoria, con la construcción de Verdad y de Justicia, señalando que fueron 30.000 que estuvieron y estarán siempre presentes, y que levantamos la voz todas las veces que sea necesario para decir Nunca Más, Nunca Más vivir en dictadura, Nunca Más violaciones masivas de derechos humanos, Nunca Más la apropiación de bebes y la supresión a la identidad de niños y niñas, Nunca Más la desaparición de personas, la tortura, el exilio y la muerte, Nunca Más el ataque a las instituciones de la República y a la Constitución Nacional.
Los hechos ocurridos durante la represión ilegal de la última dictadura militar hicieron que la sociedad argentina se comprometa con el respeto pleno a la vigencia de los derechos humanos y una adhesión irrenunciable al sistema democrático. Y, paradójicamente, cuatro décadas después de la recuperación de la democracia para siempre, cuando tendríamos que estar celebrando que nuestro país haya tenido la capacidad de construir ese recorrido, estamos volviendo a discutir cosas que pensábamos que ya estaban saldadas en el debate público nacional, y creo que como nunca antes desde 1983 se está poniendo en duda y en discusión los fundamentos mismos del pacto que la sociedad argentina pudo y supo construir para salir del horror de la Dictadura. Por eso es tan importante la memoria, para que los errores y las tragedias no se repitan.
Y también es importante la memoria con verdad y justicia para lograr ciertos consensos imprescindibles que no son posibles con mesianismos que ven un solo camino hacia la salvación bajo el amparo de las fuerzas del cielo. Todo lo contrario, se trata de realizar una tarea colectiva, de diálogo cívico para acordar el proyecto de país que queremos construir.
Por eso digo que, si creemos necesario recuperar los sueños de una Argentina mejor y vernos reflejados en la mirada de aquella juventud que luchaba por una sociedad justa, tenemos que hacer un esfuerzo para construir calidad institucional, tener visión de progreso y de desarrollo económico en estos momentos difíciles por los que atraviesa la Argentina.
Entonces, si queremos reflejarnos en los sueños y miradas de la juventud que hoy recordamos, algunos con los dedos en “v”, otros con los puños izquierdos alzados, algunos de nosotros con las boinas blancas, es imperioso hacer todos los esfuerzos para garantizar la calidad institucional y el desarrollo soberano de nuestro país, para construir un Estado de calidad, con rendición de cuentas, con acceso a la información, con un mayor número de bienes y servicios, con una infraestructura y conectividad acorde, con un sistema fiscal justo y comprensible, con estabilidad económica, con división de poderes, transparencia del gobierno, responsabilidad y ejemplaridad en la función pública, y una visión de progreso y desarrollo.
Necesitamos instituciones públicas y privadas que garanticen el desarrollo económico, productivo y financiero del país, para que se haga mejor lo que se hace bien, para que seamos innovadores, para retener y atraer talento, sobre todo de la gente joven, para que las empresas realicen mayores inversiones y generen mejores empleos, buscando la competencia y el crecimiento de los activos en un sentido federal, sostenible y sustentable.
Necesitamos poner en claro las condiciones básicas para que la ciudadanía pueda progresar, que podamos erradicar la pobreza, mitigar las desigualdades sociales, con una agenda pública orientada a la construcción de la igualdad de oportunidades y la movilidad social ascendente y no al control de los pobres, para hacer posible los derechos humanos desde la realidad y no desde el relato, con trabajo digno y solidaridad social, con protección de los desposeídos, con libertad para el desarrollo autónomo de las personas según el plan de vida que elijan, con igualdad y paridad de género, y para construir una sociedad y no solo un mercado.
Esta es nuestra causa y es la causa de millones de argentinos y argentinas que a lo largo y ancho de todo el país no bajan los brazos, se levantan temprano para ir a sus trabajos y a las escuelas, que tienen la esperanza de que nuestra sociedad recupere la memoria y el orgullo de trabajar, de estudiar, de cumplir la ley, de respetar las instituciones, de creer en el progreso, de esforzarse por construir la Argentina del futuro, la Argentina para nosotros, para nuestros hijos y nuestras hijas, la Argentina para todas las personas que quieran vivir en un país mejor. Queremos que sea celeste y blanca la bandera de la educación, del pan, de la justicia y de la alegría.
Antes de finalizar, no quiero dejar pasar esta oportunidad para decir algunas palabras sobre la situación que atraviesa la Universidad Pública Argentina. Estoy seguro de que todas las personas que estamos en este encuentro amamos la educación. Y amamos la educación porque tenemos la ingenua, pero relevante convicción de que es el único camino para ser mejores, tanto personal como colectivamente mejores, porque confiamos en un proceso de aprendizaje que con afecto y método nos provee una visión del mundo que nos permite entenderlo, que nos permite decodificarlo, que nos permite resolver problemas y encontrar soluciones.
La Argentina tiene en su ADN inscripto la posibilidad del ascenso social a través de la educación. Pero la educación que nos llena de orgullo hoy tiene muchos problemas. Y la educación superior, hay que decirlo, tiene severos problemas, que no vienen solo del actual ajuste, sino que vienen de larga data, por eso digo que no hay que tener doble discurso y exigir una mejor gestión a sus autoridades para garantizar una educación que nos haga sentir orgullo.
Yo no quiero que la universidad se transforme en un problema para ninguno Gobierno, aunque sea un Gobierno que repudia el discurso de los derechos humanos en el país del “Nunca Más”, o que denigra las causas del feminismo en el país del “Ni una menos”, o el que le dice “ratas” a los representantes del pueblo o “ensobrados” para referirse a toda la prensa.
Yo solo quiero que la universidad en particular, y toda la educación en general, sea un punto de encuentro de los argentinos y argentinas, como lo fue durante muchísimo tiempo, donde los pobres y los ricos, los ateos y los creyentes, los de izquierda y los de derecha, sentíamos que cuando dejábamos a nuestros hijos e hijas en la puerta de una escuela, lo dejábamos en un lugar seguro, donde iba a aprender lo necesario para desenvolverse en la vida, y cuando los mandábamos a la universidad sabíamos que iban a procurarse un diploma con el cual se podían ganar honestamente la vida.
Creo en la epopeya de Sarmiento de regar todo el territorio de la República con escuelas, en la epopeya de la Ley 1420 que garantizó la educación pública y gratuita para todas las personas, y por supuesto en la epopeya de nuestra Reforma Universitaria de 1918 que construyó esta universidad pública, autónoma, laica y científica, en la epopeya del regreso a la democracia en 1983 donde pensamos en la educación del futuro para una patria libre y respetuosa de los derechos humanos y del orden constitucional.
Quiero que recuperemos ese orgullo de sentir que hicimos algo bien en algún momento de nuestra historia y que ese orgullo sirva de fundamento para recrear una nueva epopeya educativa en la Argentina, con un sistema educativo amplio, de excelencia, de calidad, abierto a toda la sociedad, solvente, profundo y robusto, científico y tecnológico, humanista y cívico para que podamos ser mejores como Nación.
Para finalizar, reitero mi agradecimiento al Espacio de Memoria del R.I.9 con quienes organizamos esta declaración de principios que realiza nuestra Facultad, y reivindico que solo con Memoria, Verdad y Justicia, vamos a caminar por el sendero donde podamos lograr ese futuro próspero y compartido que queremos para nuestro pueblo, alentados por la idea de progreso y desarrollo soberano, por mejorar la calidad de nuestras instituciones, por lograr una sociedad libre, justa e igualitaria, en paz y en democracia y por vivir como ordena nuestra Constitución Nacional.
Muchas gracias.