Las palabras de Maria Delia, hermana de Juan José Cabral, nos atraviesan a militantes universitarios/as, compañeros y compañeras de aquella lucha – 53 años después – aún vigente, docentes, estudiantes, comunidad de nuestra Universidad Nacional del Nordeste y toda persona que fue testigo de aquella historia que hoy seguimos alzando como bandera para que nunca más una bala nos robe la voz de ninguno de los nuestros/as contra la privatización de nuestros derechos, porque con hambre no se puede pensar y sin libertades no se puede soñar con el país por el que todos los días elegimos la Universidad Pública.
El asesinato de Juan José Cabral, estudiante de Medicina de nuestra Universidad, un 15 de mayo de 1969, no fue el desvío de una bala perdida, sino el desprecio a la unidad obrero-estudiantil, al derecho al acceso y permanencia en la Universidad Pública, a la oposición a la Dictadura de Onganía y la intervención de las Universidades, al ajuste y la violencia, a la represión y manifestación a viva voz de las desigualdades e injusticias.
Recordamos a Juan José no sólo porque fue un balazo directo al corazón de la lucha obrero – estudiantil de compañeros y compañeras de Corrientes, Formosa, Chaco, Misiones y Santa Fe que se opusieron a la privatización del Comedor Universitario, sino porque su asesinato fue la respuesta contra la lucha por los derechos que fueron adquiridos gracias a las movilizaciones estudiantiles a través de nuestra historia nacional y latinoamericana. Y recordar a Juan José es la única forma de que a través del tiempo y de los años, los universitarios y universitarias del Nordeste, no olvidemos de donde venimos y hacia donde vamos, cual es la Universidad que defendemos y cuáles las premisas bajo las cuales queremos que se encaucen los destinos de nuestra educación.
Los hechos hablan por sí mismos: tras la represión de la que fue una masiva asamblea estudiantil llevada a cabo en el Aula Magna de la UNNE ubicada en Resistencia, la lucha continuaría en las calles correntinas partiendo desde Rectorado. Como si no fuera parte de la reiterada sistematización de la violencia, una nueva represión de la pacífica movilización tanto de estudiantes como de trabajadores y trabajadoras que se encontraban protestando por las calles céntricas, y que en cuestión de segundos, fue en aquella esquina de San Lorenzo e Yrigoyen, en la plaza cuyo apellido carga un fuerte simbolismo común, se llevaría la vida de Juan José Cabral.
La memoria no sólo es esencial para no repetir los errores del pasado, sino también para seguir escribiendo la historia de la lucha estudiantil, reivindicando al Correntinazo como la antesala del Rosariazo y del Cordobazo, para reivindicar también, que nuestra región estuvo llena de jóvenes como nosotros y nosotras que elegimos continuar su legado y llevar a lo más alto las banderas de la educación pública y la gratuidad universitaria.
La lucha continúa, 53 años después nos encontramos alzando las mismas banderas y haciendo los mismos reclamos, contra los tarifazos y aumentos arbitrarios de los boletos del Comedor. Donde existe una necesidad nace un derecho. Por eso, el paso de los años hizo que sigamos militando, nos sigamos organizando y sigamos protestando, porque los años pasan pero hay luchas que no claudicaron. Como estudiantes universitarias/os que creemos que el acceso a un plato de comida digno y a una educación pública son la base de una sociedad más justa, seguiremos manteniendo viva la llama de aquella lucha que sigue atravesando generaciones, para, 53 años después, seguir gritando Juan José Cabral, Presente! Ahora y siempre! •
“Parecía que apenas andabas por las cosas…
Tímidamente apenas
pero estabas aquí de tal manera
estabas con tu gente y con tus cosas
que ese último acto de tu vida,
-revivido Quijote-
nos grita con la fuerza de tu muerte
que nadie supo estar como vos
tan cabalmente
indentificado con vos mismo y con tu gente.
Así te asesinaron hombre, niño, combatiente”.-