Una vez un amigo, me dijo una frase que quedó para siempre en mi memoria: “Corrientes está poseída por la triple maldición guaraní”.
Lamentablemente, Loan Peña sacó a la luz un entramado complejo y explosivo con nichos de desidia, corrupción y miseria.
Un ángel que blanqueó ante el escenario nacional, tanta precariedad, atraso y pobreza. Es cruel ver nuestra tierra, marcada por un nuevo hecho desgraciado.
Desde el año 83 hasta hoy, Corrientes no cesa de sorprender.
Desaparición de personas, un gobernador destituido, intervenciones federales, secuestro, detenciones, acusaciones y suicidios de funcionarios públicos entre otros acontecimientos inolvidables. Digno de un guion cinematográfico de acción y suspenso.
Ahora Loan, una misteriosa y horrible desaparición que, con su misión, devela una extraordinaria impericia. Ya nos pasó con los incendios. Pero este fuego quema las conciencias de los responsables intelectuales, ejecutores y cómplices.
Todo comenzó cuando el pequeño, estuvo en la ampliada mesa donde precisamente no fue su “última cena”, cómo aquella vez, cuando Jesús anunciaba a sus 12 apóstoles que uno de ellos le traicionará. Fue su “último almuerzo”. ¿Fueron 12 también? ¿A quién habría que señalar como aquella noche?.
La reunión, la organizó su abuela, el 13 de junio día de San Antonio para los católicos, pero también, exu y pomba gris. Día de sacrificios en el umbandismo.
¿Qué nos pasó? ¿Qué nos pasa para tanto magnetismo negativo? Tengo fe que lo positivo triunfará.
Pobreza como modelo en el país, salarios rozando la indigencia y servicios públicos de antaño, pintan a nuestra Corrientes, como un cuadro para descolgar de la pared y convocar a “nuevos artistas para renovar la pintura”.
Destaco, por cierto, el impresionante y humanitario trabajo de mucha gente sin “nombre y apellido” que pusieron todo de sí para encontrar al pequeño sano y salvo.
Nos hicieron perder mucho tiempo con políticas públicas conservadoras, ya oxidadas y eso nos lleva a pagar permanentemente las consecuencias.
Depende de cada uno de nosotros para que no haya otro sorpresivo, irresoluto y confuso episodio que nos deje avergonzados ante todo el mundo.
Siempre digo, sin educación cívica estamos en el horno. Educación cívica asociada a la transmisión y desarrollo de valores. Debemos levantar la nota. No importa cuantos exámenes hagamos. Lo importante es “probar y aprobar” otro modelo de conducción social que nos lleve a un mejor destino. Este experimento no dio resultado. Está a la vista de todos.
Cuando llegue el momento, hagamos valer nuestros derechos, sin excusas para volver a creer en una “casa común” que nos contenga y proteja.
Experiencias y enseñanzas que nos va dejando un nuevo ángel de cinco años, un ángel que es nuestro, que fue elegido para una misión y que merece justicia, regresar con sus padres y estar con nosotros.
A decir de Leopoldo Marechal, “del laberinto se sale por arriba”
¿Cuál es el sentido simbólico de un laberinto? El simbolismo fundamental del laberinto indica la necesidad de alcanzar un centro, un espacio de verdadera paz. Supone pasar de las tinieblas de la ignorancia a la luz del conocimiento, del amor limitado al universal. No son palabras bonitas, es lo que han dicho grandes personajes de la historia como Jesús o Buda.
Me despido con una estrofa de una canción maravillosa:
“Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate”.