*Fuentes: LetraP, La Nación, Tradenews, Jan de Nul
Gabriel Romero es el empresario argentino que está detrás del negocio de la Hidrovía Paraná –Paraguay, que trasciende las fronteras, al estar asociado a una empresa multinacional Belga. El dueño de la Empresa Metalúrgica Patricias Argentinas (Emepa S.A.) tiene una “trayectoria política” dilatada que lo sentó con todos los gobiernos desde el regreso de la democracia y lo convirtió en un concesionario poderosísimo de extremo perfil bajo, que conservó la Hidrovía en su poder durante el último cuarto de siglo.
Son públicas las diferencias en el Frente Gobernante, especialmente de la militancia con el anuncio del ministro de Transporte, Mario Meoni, sobre el llamado a licitación para iniciar una nueva etapa en la vía fluvial -puerta principal de entrada y salida para el comercio exterior argentino- y que tienen a Romero junto a los Belgas como protagonistas.
¿Quién es este empresario prácticamente desconocido?
Radical de toda la vida, Romero con una habilidad indudable, comenzó en la década del ochenta vendiendo chatarra, se expandió en forma vertiginosa hasta convertirse en el centro de un holding que tiene varias unidades de negocios: balizamiento, dragado y cobro de peaje en la Hidrovía, la Higiene Urbana en la ciudad de Buenos Aires, la concesión del Ferrocarril Belgrano Norte y el Metro de Lima, las plantas metalúrgicas de Chascomús y Laguna Paiva donde se repara material ferroviario, las empresas de ingeniería y construcción, la publicidad a través de PC Vía Pública y la producción de las razas Aberdeen Angus y Hereford que cría a través de la cabaña Santo Tomás de la Sierra. Sus talleres ferroviarios de Chascomús lo llevaran a conocer a un vecino de esa localidad de la provincia de Buenos Aires, Rodolfo Poblete, que además era íntimo amigo de Raúl Alfonsín.
La historia nunca desmentida coloca a Romero como el anfitrión que puso su departamento para que Luis Barrionuevo y Enrique Nosiglia diagramaran el Pacto de Olivos.
Luego de la Reforma de la Constitución que otorgó la reelección a Menem y un Senador Nacional asegurado para la UCR, esto es cumplido el acuerdo Menem-Alfonsín, o quizás en paralelo, avanzó el proceso que terminó con la privatización de la vía fluvial y la adjudicación al empresario alfonsinista, la UCR sumó además del Senador una fuente permanente de financiación política. Así pasaron los gobiernos y llegan hasta el 30 de abril fecha en que vence el contrato y que pareciera el Presidente quiere volver a licitar.
En el año 2001, “una gloria de la justicia independiente”, el recientemente jubilado Rodolfo Canicoba Corral, comenzó a investigar sobreprecios por 70 millones de dólares en la adjudicación de la Hidrovía, pero el expediente se perdió en algún cajón de aquel magistrado intachable y nunca prosperó.
Romero se presentó como “arrepentido” ante el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli diciendo que había pagado por un decreto de Cristina Kirchner, que le prolongó la concesión de la hidrovía por 10 años. Sostuvo que los pagos los hizo el alfonsinista Poblete. Los socios Belgas tomaron distancia, negando conocimiento de los hechos. Corrían los días de furor de las fotocopias del cuaderno y los “guardianes de la república” estaban extasiados con el “dúo dinámico Bonadio y Stornelli”. La verdad es que tuvo su extensión durante el gobierno de Cristina, pero en un proceso que incluyó audiencias públicas y fue aprobado en el Congreso por la Bicameral de Seguimiento de Facultades Delegadas del Poder Ejecutivo.
Más tarde, llegarían las denuncias más o menos explícitas de empresarios que dijeron haber sido intimidados para declarar en contra del cristinismo. Procesado, hoy Romero espera el juicio oral.
Después de un cuarto de siglo, el Grupo liderado por Romero se prepara para ver caer un contrato que parecía tener garantizado de por vida. Habrá que esperar para saber si el Gobierno llega con los pliegos y las ofertas alcanzan a presentarse en el período -para algunos muy escaso- que queda por delante hasta el 30 de abril. Recién ahí se sabrá si Romero vuelve a competir por el negocio o prefiere dedicarse a otra cosa.