Era una noche helada en un pueblo santafecino perdido, jamás olvidé ese momento mágico en que lo conocí en los años 90, cuando tuvo la generosidad de actuar en uno de mis primeros trabajos. La vida llevó a que compartiéramos inolvidables conversaciones en varias ciudades más. Birri era eso, pura magia, pura pasión. Escucharlo era un aprendizaje constante, era una fuente de inspiración, era como él decía, una inyección de resistencia poética-política.
Nació en Santa Fe, allá por marzo de 1925 en una familia de artistas. Su infancia y adolescencia estuvieron ligadas a esa relación con el río, con lo popular, con la pintura, con los títeres, la poesía y el teatro. Aviso al lector atento que no es la intención de esta nota un recorrido completo por su vida (con un simple clic lo lograrían), sino más bien, como a él le gustaría, un acercamiento a su obra, en un caleidoscopio multidimensional y libre para intentar acceder a una personalidad inabarcable, lo mismo que su obra.
El neorrealismo italiano de postguerra, en el cual veía una actitud moral más que un estilo cinematográfico, lo lleva a viajar a Roma con dinero de una colecta familiar para estudiar en el Centro Sperimentale de Cine.
Cuando regresa a la Argentina, crea la mítica Escuela de Cine Documental de Santa Fe, donde comienza a sentar las bases de “un cine nacional, realista, crítico y popular” y donde surgen obras que cambiarían para siempre al cine latinoamericano.
“Tire dié” (1960) retrata a los niños que corriendo descalzos por una estrecha pasarela, aprovechan el paso lento del tren a lo largo de un puente para pedir limosnas al grito de “tire dié centavos”. El día del estreno en Santa Fe, concurrieron 4000 personas para asistir a su proyección en la Universidad Nacional del Litoral, convirtiéndose en un fenómeno cultural revolucionario no solo por la cantidad de espectadores, sino por los distintos sectores sociales de donde ese público provenía, muchos de los cuales era la primera vez que entraban a una universidad.
La escuela de Santa Fe se transformó en una referencia que pronto se multiplicó en los cineastas del continente. Pocos años después llegó “Los inundados” (1962), ninguneada por el establishment local de la época, la película fue premiada en toda Europa y es considerada hoy entre las 20 mejores películas del cine argentino.
Los años trajeron nuevos exilios, desafíos, tristezas y pocas películas a Birri, que de un lado a otro, llevaba esos sueños de Patria Grande. El peregrino no detiene su paso y ya entrados los 80 funda con su amigo Gabriel García Marquez, la Escuela de Cine de Tres Mundos, en San Antonio de los Baños, Cuba.
Ya bautizado como el padre del nuevo cine latinoamericano, Fernando Birri, continúa su incansable andar, con nuevas películas, incontables viajes, escritos teóricos, y charlas alrededor del mundo.
“Mi clave ha sido desde que me conozco, resistir; mi vida ha sido un acto de resistencia poética política” decía. “Todo nuestro cine (el nuevo cine latinoamericano) tiene una profunda raíz de protesta y de resistencia; pero también es un cine de sueños. Si te preguntás íntimamente por qué esa protesta, por qué corromper los valores de una sociedad injusta, bueno, es para cambiarla. Detrás de todo esto hay un sueño de justicia, igualdad y belleza”.
En el 2015, a los 90 años, Birri recibió en Roma, de manos de Cristina Fernandez de Kirchner, un reconocimiento a su obra, por su “inclaudicable aporte al cine Nacional y Latinoamericano”.
“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Su amigo Eduardo Galeano popularizó estas palabras en “Memorias del fuego” que según cuenta la leyenda fue la respuesta del cineasta a un estudiante en Colombia, ante la consulta sobre ¿qué era la utopía?.
Así era Birri, genial, imprevisible, utópico, inquieto, libre y generoso, enormemente generoso. Cineasta, actor, poeta, pintor, maestro, uno de los grandes artistas populares que ha dado la Argentina. Como decimos los cineastas del continente, Fernado Birri es el padre de todos nosotros, el que nos enseñó entre tantas cosas, que la utopía de un mundo mejor, sirve para eso, para caminar en su búsqueda. En eso estamos