Ajuzgar por analistas locales e internacionales, en las próximas elecciones en Brasil se juega más que una carrera presidencial. En primer lugar, sería la derrota del presidente más de derecha, para no decir casi fascista, después de Donal Trump, en esta parte del mundo. Y, en segundo lugar, porque sería el triunfo de un hombre vilipendiado por los medios de comunicación masiva, llevado a prisión y que logra derrotar al lawfare por la fuerza de su voluntad y sus convicciones políticas. Ni el desprestigio mediático/judicial, ni la cárcel, pudieron con él, aunque fuera derrotado.
Este obrero metalúrgico es la esperanza de los más humildes de su país y un líder respetado en el mundo (no podemos olvidar el rol preponderante de Brasil durante su gobierno, en la conformación del BRIC), lo que crea grandes expectativas ante una situación mundial en crisis.
Con una de las más grandes economías del mundo y en expansión, Brasil jugará un rol más que importante en medio de este reacomodamiento geopolítico mundial, en caso de ser vencedor Ignacio Lula Da Silva.
Situación internacional peligrosa, por otra parte, con una guerra en Europa que atenta a la misma supervivencia humana, además de otras guerras en curso en África y Oriente, que perpetúan la violencia política y económica de esas regiones, con un solo ganador: capitalismo más salvaje y violento, que luchan dentro de las mismas estructuras del sistema capitalista hoy global, en la cual se encuentra el mundo con sus economías en crisis.
Por lo tanto, ante esta situación, el liderazgo de Lula sería crucial para la distención y la paz mundial del momento actual. Además, lideraría, como ya lo hizo en otro momento, a los países latinoamericanos.
Fuentes cercanas a Lula Da Silva aseguran que hay indicios muy firmes sobre la intención, en caso de ser presidente, de retomar la idea del Banco Latinoamericano de Desarrollo, que en su momento propusiera el comandante Chaves para el despegue económico de Latinoamérica. Lula -dicen- inclusive inyectaría los primeros fondos. Una esperanza sin dudas, fundada de buenas intenciones en un panorama internacional muy complejo.
¿Pero podrá Lula lograr responder a sus necesidades locales primero, con un Bolsonarismo acumulado y consolidado (que no estuvo en los anteriores gobiernos), para luego tratar de lidiar en lo internacional?
Solo el tiempo dirá si es posible y lo que pueda suceder. Mientras tanto esperemos los resultados y que no tengamos ninguna sorpresa. –