Era uno de lo más callados de la clase de inglés en el College. Quizás porque se sentía el mas mayor de los inmigrantes que ahí íbamos, algunos a aprender y otros a perfeccionar el idioma que a todos nos tenia como segunda lengua. Sin embargo, el hombre de mediana edad y piel oscura, el portugués, sabía más inglés que cualquiera de los jóvenes que ahí estábamos.
Silencioso, casi no se relacionaba con nadie, en los tiempos libres de entre clases, se pasaba corrigiendo o repasando las clases, recibidas de los profesores minutos antes. Un día coincidimos en el colectivo que nos llevaba a la universidad. Me senté a su lado y conversando, de donde veníamos y que hacíamos en ese país, me enteré que era portugués, un ex militar. Así fue que empezamos a conversar siempre que nos encontrábamos. Hablábamos bastante, y se fue dando una especie de amistad, para definir de alguna manera nuestra relación y el contenido de nuestras charlas.
Quedé un poco inquieto al conocer que había sido militar. No me sentía bien sin aclararle que yo venia de mi país como exiliado político de un brutal régimen militar. En realidad, debo reconocer que él tampoco me indagó acerca de por qué estaba ahí. Nuestras conversaciones eran de temas generales y de estudios. Y algunas veces de política, pero muy por arriba, sin profundizar nada.
Pero un día en la clase se habló de regímenes antidemocráticos y dictatoriales. El fue, creo que el único, que no omitió opinión alguna. Entonces decidí explicarle que yo era un ex prisionero político y que además había pertenecido a una organización revolucionaria armada. Sentía, quizás por mis propios prejuicios hacia los militares, que debía decirle a la persona con la que hablaba todo los días y además era muy solidario con las materias, que quizás estábamos en bandos contrarios y que seguramente, en otras circunstancias nunca nos hubiéramos relacionado.
Lo dije como me salió, en medio de una charla que no era necesariamente en esa temática, pero debía hacerlo, que había sido prisionero político de los militares genocidas argentinos. Me contestó que algo sabía de eso y me aclaró: ‘’yo participé del golpe de los claveles.’’
A partir de esa definición comenzamos una charla que continuó por varios días y la que fui anotando como una entrevista. En ese momento ya habían pasado mas de diez años de la revolución de los claveles.
La primera pregunta, fue cómo se logro esa acción, el golpe contra un régimen dictatorial desde adentro, ejecutado por el propio ejército, planteando finalizar muchos años de gobiernos coloniales en África y llamar a la conformación a un gobierno amplio y sin exclusión, donde se convocaba hasta al partido comunista de Portugal, en plena guerra fría.
‘’En realidad, no fue algo espontaneo’’- comenzó respondiendo el sargento portugués. “Desde hacia años que se venia dando una lucha ininterrumpida de todos los sectores del país, obreros industriales, docentes , estudiantes secundarios y universitarios. Cientos de huelgas y manifestaciones, con represiones, torturas y cárceles para los luchadores. En medio de esas luchas se fue gestando – a mi parecer- dos elementos que determinarán el golpe: la intersindical, un movimiento por fuera de las burocracias sindicales y la radicalización de los estudiantes universitarios”.
Los del movimiento obrero se entiende, ¿pero y los estudiantes universitarios?
“El colonialismo portugués en África fue un costo muy alto a pagar por la sociedad lusitana. Las guerras contra los movimientos de liberación obligaron al gobierno del dictador Salazar -Antonio de Oliveira- y a los continuadores de la dictadura, a tener que incorporar cada vez más hombres al ejército para enviarlos a Africa y contener al anticolonialismo. Es en el llamado al servicio militar obligatorio, cuando entran en acción los jóvenes universitarios, pues venían de ámbitos muy radicalizados y terminaban siendo jóvenes oficiales del ejército. Ellos son los jóvenes capitanes que preparan el golpe. En ese contexto de enfrentamientos con los grupos anticoloniales y además en reacción a lo que sucedía en su país, las huelgas, las manifestaciones etc., las pobreza en general. Cada vez más el gobierno debía ampliar sus presupuesto de guerras y obligaciones. Eso creó las condiciones para asaltar al poder. El Movimiento de las Fuerza Armadas, de estructura clandestina incluía también a suboficiales. La composición social anterior del ejército había cambiado desde las aparición de las luchas anticoloniales portuguesas en Africa. Los oficiales ‘’aristocráticos’’ dejaron de ir a las colonias porque tenían que jugarse la vida. Y el nuevo servicio militar obligatorio de cuatros años, obligaba los jóvenes a estar en las colonias.”
Estos jóvenes militares tenían alguna afiliación política ?
“No necesariamente, y la verdad es que las primeras reuniones del MFA-Movimiento de las Fuerzas Armadas- no fueron para complotar contra el régimen, sino para equiparar salarios menores que tenían estos jóvenes oficiales, en relación a los de carreras militar. Es decir, había un decreto presidencial que otorgaba a los del servicio militar obligatorio reengancharse y con unos cursos más, además por ser universitarios, pasaban a ser oficiales. Pero en cuqnto a salarios no cobraban lo mismo que los de carrera, por eso comenzaron a reunirse y después se radicalizaron. En las discusiones llegaron a la conclusión de que un golpe era la solución a todo los que pasaba en el país. También había algunos generales, que manifestaban públicamente que debían llegar a un acuerdo y negociar las guerras en las colonias. Capitanes jóvenes eran los que estaban poniendo el pecho a las guerras. Había mucho descontento. Esas eran las condiciones para hacer la revolución. Y ahí participamos todos los que creíamos que esa era la solución.”
El 25 de abril de 1974 a las 0:25 se escuchó en una radio católica un tema de José Afonso, “Grándola vila morena”, prohibida por el régimen de Salazar y que era la segunda señal para los complotados de que el golpe revolucionario estaba en marcha. Varios oficiales del movimiento la habían escuchado en un concierto de la gran cantante Amalia Rodríguez y decidieron utilizarla como señal el días del golpe. La primera señal había sido otra canción, también conocida, pero Grándola pasó a ser la canción de la revolución.
Inmediatamente, el 26 de abril, se convocó a un gobierno nacional de transición y comienza también el proceso de descolonización que más tarde permite la independencia de Mozambique, Guinea Bissau, Macao, Timor y otros colonias portuguesas. Además de ser una gran influyente en la finalización de la dictadura en España del general Francisco Franco.
A 45 años de la Revolución de los Claveles, un recordatorio a quienes lucharon por esa Portugal mejor y terminar con las colonias.-